arrasate - El viaje musical de Unai Urretxo (Arrasate, 1977) comenzó cuando era niño. Desde entonces la música ha sido su cómplice. Su inseparable compañera de viaje. Como trombonista y director, atesora una nutrida trayectoria profesional en la que figura su etapa en la Joven Orquesta de Euskadi, el festival internacional de Tanglewood (Massachusetts), la Orquesta Sinfónica del Estado de São Paulo (Brasil), las clases magistrales y seminarios por Asia, Estados Unidos y el Estado español, la Daejeon Philharmonic o la citada Hwaseong Festival Orchestra, estas dos últimas en Corea del Sur, donde desembarcó hace una década. “En estos últimos diez años mi vida ha cambiado mucho; ahora no toco en orquesta sino que las dirijo, y además de aprender me llena muchísimo”, afirma este arrasatearra que a miles de kilómetros de su pueblo natal, desde el país asiático, aceptó gustosamente responder a esta entrevista.

¿Cómo te ‘enganchaste a la música?

-Gracias a mi madre empecé en la música, que me apuntó en Arrasate Musikal donde pude conocer a gente como Juan Arzamendi y José Ramón Vitoria. Pero ha sido mi hermano Alberto, actual trombón solista de la Orquesta Sinfónica de Bilbao, mi influencia más importante. También ha sido mi profesor y apoyo como inspiración para dedicarme a la música. Tengo que mencionar, igualmente, a mi primo Mikel Arkauz, trombonista de la Orquesta Sinfónica de Navarra, con quien he compartido muchísimas experiencias fantásticas y he aprendido muchísimo.

De Arrasate a Corea del Sur. ¿Cómo ha sido esta trayectoria?

-Acabé mis estudios en el Conservatorio Superior de San Sebastián y gracias a una beca de la Diputación de Gipuzkoa me marché a Boston. De mi etapa en Euskal Herria tengo muchísimos recuerdos trabajando y colaborando con la Orquesta Sinfónica de Bilbao y la de Euskadi, así como mi etapa en la Joven Orquesta de Euskadi. Boston, donde perfeccioné mis estudios en su universidad, fue la ciudad que abrió mi mente y mis oídos, y donde comencé a tener mis primeras vocaciones hacia la dirección tras participar dos años consecutivos en el famoso festival de Tanglewood. En él tuve la ocasión de trabajar con directores de la talla de Seiji Ozawa, Sir David Collins, James Conlon, Kurt Masur y muchos otros. Además, fue la ciudad de Boston la que me dio la oportunidad de tocar con la Boston Symphony en distintas ocasiones.

Y también pasaste por Brasil...

-Así es. Allí trabajé con la Orquesta Estatal del Estado de São Paulo como trombón solista. En septiembre de 2004 llegué a Corea donde ya llevo diez años. Así empezó mi etapa como director de orquesta gracias a mi maestro y mentor, Sygmon Kawalla. Con viajes esporádicos a la universidad de Chopin en Varsovia y mucho trabajo, he tenido la muchísima suerte de estudiar con él y, a la vez, en una institución tan importante como la universidad de Chopin.

¿Cómo se vive en Corea?

-De todos los países donde he vivido creo que es el más cómodo. Todo es fácil aquí. Todo tipo de actividades son muy accesibles. La comida es fantástica. El idioma es difícil - aunque lo hablo - y la relación con la gente es muy buena. Al principio pueden parecer muy fríos pero después son muy cercanos. Además, es un país que de momento sigue apostando por la música clásica e invierte muchísimo. Orquestas como la Filarmónica de Berlín o Nueva York están en Corea muy a menudo y esto me da la opción de asistir a grandes conciertos y conocer a muchos directores y músicos.

¿Qué echas de menos de Euskal Herria?

-A mi familia y a mis amigos. Los pintxos con un buen rioja (se ríe). La cultura y vivir cerca de mi gente y, sobre todo, de mi familia.

Volvamos a tu faceta profesional. Eres director de Hwaseong Festival Orchestra. ¿Cuándo te surgió esta oportunidad?

-Este proyecto comenzó incitado por el ayuntamiento y el centro cultural de Hwaseong - una de las grandes ciudades de Corea del Sur - para promocionar música clásica de alta calidad en Hwaseong y surgió en 2011. Los músicos de la orquesta votaron para que me pusiera al frente de la dirección. Siempre estaré agradecido por la confianza y la oportunidad.

El pasado marzo la música y el txistu sonaron en Corea del Sur, a tenor de una iniciativa que impulsó el zestoarra Garikoitz Mendizabal. ¿Cómo fue esta experiencia?

-Garikoitz, aparte de ser una grandísima persona y un músico excelente, tiene la ilusión y la motivación de promocionar la música tradicional vasca por todo el mundo. Se puso en contacto conmigo. Fue fácil convencer a los músicos coreanos ya que la calidad instrumental de Garikoitz es impresionante. Fue una experiencia interesante, sobre todo para el público coreano que tuvo la oportunidad de escuchar por primera vez El Caserío de Jesús Guridi, el txistu, y a la orquesta tocar un zortziko.

De todos los momentos que has compartido en la música, ¿con cuál te quedarías?

-Como trombonista me quedo cuando toqué con la Boston Symphony y Kurt Masur en el 2004. Además compartí el escenario con Wynton Marsalis y su grupo Lincoln Center Jazz Orchestra, con la obra compuesta por Wynton Marsalis All Rise. Como director, la primera vez que dirigí en el Seoul Art Center -auditorio Nacional de Corea del Sur-, con programa de Tchaikovsky y lleno absoluto. Es una experiencia inolvidable.

¿Qué nuevos proyectos tienes entre manos? ¿Y objetivos?

-Esta semana he dirigido en otra sala muy famosa coreana que se llama Aram Nuri. Dicen que es la sala con la mejor sonoridad de todo el país. En noviembre viajaré a Rusia para dirigir a la orquesta del Estado de San Petersburgo - Saint Petersburg Satate Academy Symphony Orchestra-, con un programa de Beethoven: el concierto para piano nº 5 llamado Emperador y la Séptima Sinfonía. Este concierto es muy especial; es la primera vez que voy a Rusia y, además, dirigir en San Petersburgo es un prestigio muy grande. Me siento muy afortunado de poder vivir la experiencia de llevar la batuta en esta orquesta, que está entre las mejores de Rusia y, por si esto fuera poco, en una de las salas más famosas de la ciudad como es Belosselsky-Belozersky Palace. En cuanto a mis objetivos, son seguir mejorando como artista y persona por medio de la música para compartir mis experiencias con todas las personas e instituciones posibles. Un objetivo que espero poder seguir haciéndolo por muchos años.

Por último, ¿cuál es tu sueño?

-Claro que mi sueño es dirigir la Filarmónica de Berlín o Viena como todo director, pero un sueño o una ilusión sería dirigir la Orquesta Sinfónica de Euskadi o Bilbao teniendo de solista a mi hermano Alberto, con un concierto para trombón y orquesta. Este si es un sueño que me encantaría. Un sueño profundo es volver a Euskadi algún día para quedarme y vivir cerca de mi familia y gente.