Aunque nació para ser bailado una sola vez, el espectáculo Altzaquillo, que conjuga música y bailes vascos y flamencos, ya se ha representado en cuatro ocasiones, y quedan tres más en previsión. El kiosco del Boulevard fue ayer el espacio que acogió la última representación de esta creación artística en la que veinte dantzaris, cuatro músicos y una decena de bailaoras dan cuerpo a una coreogragía original, ideada por Jon Maya, en la que las bulerías y las sevillanas suenan con el txistu y las palmas acompañan zortzikos y ariñ-ariñ.

A pesar del tiempo gris y de la amenaza de lluvia, numeroso público estaba preparado al mediodía para contemplar los bailes fusionados en el novedoso espectáculo. La función arranca con la salida de las bailaoras vestidas de negro, y animadas por una flor roja, y posteriormente van llegando los dantzaris. Llevan a cabo distintos pasos de baile por separado y poco a poco, ambos cuerpos de baile se juntan, se entrelanzan y llegan hasta el número en el que un dantzari y una bailaora crean un dúo, que provocó aplausos emocionados entre el público.

Durante la representación, un molesto chispeo de lluvia acompañó a los bailarines, que aguantaron el tipo en movimiento, mientras los espectadores trataban de protegerse con sus paraguas y chubasqueros. Tras la conclusión del espectáculo, cayó un fuerte chaparrón, que se había contenido hasta el momento.

Aritz Salamanca, del grupo de dantzaris, se mostraba muy contento por la respuesta del público en las distintas representaciones ofrecidas hasta el momento. “Somos unos 20 dantzaris de distintos grupos de toda Donostialdea y diez bailaoras que forman parte de un grupo de Altza, compuesto por un centenar de personas”, explicaba. El conjunto artístico está compuesto también por un guitarrista, un txistulari y otros músicos, que logran mezclar con acierto unos sonidos poco unidos hasta el momento.

La mezcla cultural vasco andaluza, por lo visto, no solo sirve para hacer reír en el cine. También emociona por medio de la música y el baile.