Eibar - Nacido en la localidad alavesa de Valdegovía y residente en Vitoria, José Miguel Calle se puso al frente de la Policía Municipal de Eibar el 1 de mayo de 1983; después de haber ejercido durante una década como Capitán de la Marina Mercante. A sus 62 años, ha dedicado "exactamente media vida" al cuerpo policial eibarrés y en ese tiempo ha vivido de cerca infinidad de acontecimientos y sucesos. Ahora, a punto de alcanzar un merecido retiro, concede a NOTICIAS DE GIPUZKOA una entrevista en la que repasa su trayectoria en la ciudad. Lo hace sin pelos en la lengua.
¿Cómo y cuándo recaló en la jefatura de la Policía Municipal de Eibar?
-Empecé a trabajar aquí el 1 de mayo de 1983. En aquellos años de la Transición estaba de moda que los ayuntamientos cogieran a capitanes de la Marina Mercante para estos puestos porque había que coger a personas que sin ser militares tuvieran experiencia de mando. Me presenté a las oposiciones... y aquí estoy desde hace 31 años.
¿Qué valoración hace de su paso por la Policía eibarresa?
-Vine aquí con la ilusión de un joven de 30 años y después de estar más de una década en la mar con Euskadi como la tierra prometida... pero me voy siendo completamente escéptico y no creyendo en nada.
¿Escéptico respecto a qué?
-Respecto a las instituciones y todo en general. Quizás porque en todos estos años he podido conocer la realidad y lo que la rodea.
También se quedará con cosas positivas...
-Claro, claro. En primer lugar tengo que decir que me casé con una eibarresa. Además, aquí tengo familia, amigos... Eibar es un pueblo que me gusta, que tiene su marcha... estoy orgulloso de estar en esta ciudad a la que voy a estar unido siempre.
¿Cuáles son los momentos más duros que le ha tocado vivir?
-En lo laboral me ha tocado enfrentarme a situaciones difíciles como las inundaciones de 1983, el descarrilamiento del tren en Azitain o el desplome de la calle Barrenengua durante las obras para la construcción de El Corte Inglés. Esas son situaciones de muchos nervios, con muchos curiosos alrededor que generan problemas. Sin embargo, el momento más duro por el que he pasado a nivel personal fue hace unos cinco años, durante unas elecciones. Había estado varios días trabajando de 8.00 a 22.00 horas y la noche del día de las elecciones me dio un trombo, perdí la consciencia y me tuvieron que ingresar una semana en el hospital de Txagorritxu por estrés. Afortunadamente no me quedaron secuelas.
¿Y los más satisfactorios?
-Hay muchos. Todas aquellas situaciones en las que se ayuda a la gente mayor y a la ciudadanía en general son muy satisfactorias. También se trabaja muy a gusto cuando hay celebraciones en las que la gente está contenta como los ascensos del Eibar...
La Policía eibarresa tiene fama de llevar a cabo una intensa actividad...
-Siempre hemos tratado de cumplir con los cometidos que se nos han presentado pero es cierto que entre los años 1983 y 1993 la actividad fue intensísima. ¡Con decirte que en esa época cada año trasladábamos al juez unas 700 diligencias por distintos delitos y más de 200 atestados por accidentes!.
Le habrá tocado hacer de todo...
-Hasta de juez. Me nombraron juez sustituto de distrito y desempeñé esa labor durante algo más de un año.
¿Qué le tocó hacer?
-Pues desde casar a tres parejas o levantar varios cadáveres hasta ejercer en un juicio. Había que tener una carrera superior y me pusieron a mí. Eso sí, las asignaciones que me correspondían por hacer de juez las entregué a instituciones benéficas porque yo ya tenía mi sueldo.
¿Recuerda alguna anécdota?
-Tengo muchísimas. Una de ellas tuvo lugar un día de Arrate. Yo no había dormido nada la noche anterior y durante toda la mañana me estuvieron llamando por la radio los compañeros que estaban en Arrate, diciéndome que la gente quería bajar hasta el santuario con los coches y que aquello era un caos. Así estaba la cosa cuando me volvieron a llamar para decir que otro coche pedía permiso para bajar. Cogí el talkie y solté unos diez mecagüen Dios seguidos diciendo que se acabó, que ya no pasaba nadie, que todo el mundo tenía que aparcar pagando en las campas de Olabe. Lo que pasa es que los que pedían permiso para pasar eran el obispo Setién y cuatro curas, que tuvieron que aparcar en las campas pagando y bajar andando hasta la iglesia. Como escucharon todos mis improperios se fueron directos hacia donde el alcalde para protestar.
Antes de jubilarse ha entregado a los grupos políticos del Ayuntamiento dos informes que ha elaborado a título personal y que han generado cierta polémica...
-Uno de ellos sí que ha creado polémica porque es sobre movilidad y plantea acciones bastante radicales para hacer un Eibar más humano desde el punto de vista del tráfico. Se puede y se debe hacer una ciudad más amable para los peatones y menos para los coches. Hay que recuperar las calles como lugar de convivencia y dar más protagonismo a las personas. El otro informe no es polémico porque se basa en experiencias anteriores y recoge una serie de recomendaciones sobre lo que hay que hacer para garantizar la seguridad en recintos cerrados durante la celebración de eventos masivos o para actuar ante situaciones de riesgo como inundaciones, vientos o heladas.
¿Cómo será su despedida?
-No quiero ninguna despedida porque no me considero tan viejo pero sí que haremos algo entre amigos... sin políticos ni sindicalistas.
¿A qué se dedicará tras jubilarse?
-A la huerta. Llevo tres años aprendiendo a trabajar la huerta y tengo ganas de seguir con eso. Además, aprovecharé para dar paseos con una barca que compré con 31 años, cuando dejé de navegar.