Tolosa. Desapareció en junio de 1997 en una tormenta en el Caribe cuando realizaba una travesía en catamarán junto con el deportista Iñigo Ross Iztueta. Sin embargo, la huella dejada por la triatleta y aventurera Dina Bilbao será permanente. Pese haber nacido en Ondarroa, su vinculación con Tolosa fue estrecha y en la villa guipuzcoana dejó amigos que aún hoy la recuerdan. La iruratarra Nagore Salaberria acaba de publicar su biografía gracias una beca promovida por el Ayuntamiento de Ondarroa.

¿Por qué decidió optar a la beca para escribir la biografía de Dina Bilbao?

El grupo de amigos que tengo en Tolosa se hizo eco de la convocatoria que hizo el Ayuntamiento de Ondarroa en el verano de 2012. Pensamos que tenía que hacerlo alguno de nosotros, por la vinculación que tenemos con el entorno de Dina en Tolosa.

¿Conoció a Dina?

Me dio clases de piragua durante algún verano y tenía muchas referencias suyas. Creo que era un personaje que admiraba, porque mi hermano encontró hace poco una clasificadora vieja mía en la que tenía fotografías y recortes de la Nairobitarra, de Dina en bicicleta... Además, mi entorno de amigos de Tolosa la conocían mucho, fueron sus amigos, su pareja, vecinos... Por esa parte sabía que las fuentes de información las tendría muy cerca.

¿Cómo ha ido recopilando la información?

Como sabía que la parte tolosarra estaba bien cubierta, me dirigí a Ondarroa. Hice entrevistas a sus amigos y familiares. Desde el círculo más alejado fui acercándome más y más, y la persona de Dina iba tomando forma. Sin planearlo, la gente más íntima quedó para el final y fue muy bonito para mí.

¿Se ha encontrado con mucho material?

Por suerte, el viajero tolosarra Josu Iztueta tiene la costumbre de guardarlo todo y conserva muchas cosas dejadas por Dina cuando se fue vivir a la isla de Antigua; fotografías, cartas, dorsales... Había mucho material y mi primer trabajo fue recopilarlo todo y leerlo. Al principio tuve la impresión de tener demasiada información.

¿Qué ha descubierto de la personalidad de Dina Bilbao?

Dina abrió muchos caminos, fue pionera, pero lo hizo de manera natural, no por demostrar algo o con un afán reivindicador. Hacía lo que quería y lo que le gustaba y, como no se ponía barreras a sí misma, abrió muchos caminos para otras personas.

Como deportista alcanzó un alto nivel.

El triatlón no era un deporte demasiado extendido por aquel entonces. Lo mismo le ocurrió con el esquí de fondo y el ciclismo, había pocas mujeres y quizá era más fácil destacar. Sin embargo, desde el 1985 hasta el 1995 compitió en triatlón, también a nivel internacional, y demostró que sus logros no eran circunstanciales. Consiguió, además, algunos récords internacionales no rompieron en varios años.

Viajar era su otra afición.

No buscaba la aventura en sí misma; le gustaba conocer otras culturas y países. Escribía mucho en cada viaje y contaba que le gustaba viajar con sus propios medios, en piragua, bicicleta, esquí o a pie, ya que era así como se sentía más cerca de la gente. En Tolosa, con los amigos de la Nairobitarra, aprendió cómo se podía viajar de esta forma. En sus memorias contaba historias de la gente con la que se encontraba y se lamentaba de que el idioma fuese un impedimento para acercarse a ella.

¿En qué expediciones participó?

El primer viaje fue a Laponia y se ve a una Dina ingenua a la que el viajó le marcó. Hubo otro viaje que hicieron solo para chicas a las islas Andaman de India. No les salió bien y al regreso tuvieron que soportar muchas bromas. La última fue una travesía desde Alaska hasta la Baja California. Fue una expedición dura, con momentos dramáticos, y muchos sufrieron congelaciones. Algunos volvieron a tratarse y otros se quedaron, como Dina. Allí fue donde, según cuenta, aprendió a que ella sola podía salir adelante.

A pesar de haber nacido en Ondarroa, siempre ha estado muy ligada a Tolosa, ¿no es así?

Conoció a Josu Iztueta en el segundo año de universidad y después vino a vivir a Tolosa. Aún así, nunca renunció a su Ondarroa natal, e iba siempre que podía a las fiestas y a estar con los suyos. Los diarios están todos escritos en el dialecto ondarrutarra.

A nivel personal, ¿cómo ha sido la experiencia para usted?

En primer lugar, he visto que es más difícil de lo que parece escribir un libro y, en segundo lugar, que es muy enriquecedor. Ha sido emocionalmente muy intenso y a veces ha tenido que poner barreras para que no me sobrepasara.