Hondarribia. Imanol Garmendia es un hondarribiarra apasionado por el mar que ha hecho de ello su oficio y actividad empresarial, basado "principalmente, aunque no en exclusiva", en la prestación del servicio de transporte marítimo entre Hondarribia y Hendaia, entre la Benta y Sokoburu.

Su empresa acaba de ser galardonada con un accésit en los premios de la gala del turismo vasco, otorgados por el Gobierno Vasco. ¿Qué supone para ustedes este reconocimiento?

La verdad es que recibir un galardón de este tipo es algo que a mí y a todo el equipo de Jolaski nos alegra y nos motiva al mismo tiempo. Es un reconocimiento al trabajo que hemos venido haciendo desde hace 20 años, una alegría y algo que, en cierta forma, te hace pensar que estás haciendo las cosas bien en tu trabajo. Es un acicate para seguir apostando por esta actividad.

Han pasado los años y la línea de barco entre Hondarribia y Hendaia está totalmente consolidada. ¿Cómo recuerda los inicios?

La verdad es que en su momento, fue una apuesta importante poner esto en marcha. Al principio la gente no utilizaba tanto la línea e hicieron falta varios años hasta que el público empezó a acostumbrarse. Creo que ahora se ha convertido en un servicio de alguna forma imprescindible, tanto para los ciudadanos de Irun, Hondarribia y Hendaia, como para los turistas que vienen a la comarca. Si mañana Jolaski no estuviera aquí, o no estuviera la empresa del otro lado de la muga que también presta estos servicios, la gente lo echaría de menos. Aunque no faltarían empresas interesadas en prestar este servicio.

¿Qué cifras de usuarios tienen al año? ¿Cuál es su perfil, son más turistas que ciudadanos que utilizan el barco como medio para moverse al trabajo y otras tareas?

Es difícil dar cifras, porque somos dos empresas las que prestamos el servicio. Sí puedo decir que la línea es rentable en temporada turística, pongamos que de Semana Santa a octubre, pero ahora, en otoño e invierno, es claramente deficitaria, con trayectos de tres o cuatro pasajeros. Por eso cambia también el horario, siendo de 10.30 a 18.00 horas en los meses de otoño e invierno, y de 10.00 a 01.00 horas de la madrugada en temporada alta y turística. En cuanto al usuario tipo, yo diría que el uso de este barco es más turístico que de movilidad pura y dura, pero hay de todo. En invierno hay más público del otro lado de la muga, sobre todo grupos que vienen de forma organizada desde Hendaia a Hondarribia. En verano, las proporciones se igualan, porque la gente de este lado va mucho a la playa de Hendaia, por ejemplo.

Su empresa dispone de un catamarán que realiza visitas guiadas por el mar y acoge eventos de empresa, bodas o despedidas de soltero. ¿Qué tal les funciona esta vertiente del negocio?

No nos va mal, pero es la parte de la actividad de Jolaski menos conocida por el público. Su principal problema es la estacionalidad, porque para salir fuera de la bahía hay que contar con el buen tiempo y las condiciones del mar. Estamos trabajando para promocionar mejor la actividad del catamarán, para alargar de alguna forma su temporada anual. Es un reto interesante para el que trabajamos de forma intensa.

¿Falta conocimiento en la gente de las actividades náuticas que hay en Bidasoa-Txingudi, en general?

Hay un gran potencial, tanto por el enclave en el que estamos como por la variedad de la oferta, que no está explotado del todo. El año pasado nos juntamos todas las empresas del sector y se creó la Mesa Náutica de Bidasoa Turismo. Estamos haciendo acciones en conjunto, con la edición de folletos, yendo con una oferta única a las ferias... Tenemos un camino por recorrer y si lo hacemos juntos, somos más fuertes y visibles, podemos hacerlo mejor.