ALEJANDRO Goya es un ganadero especializado en criar animales de grandes dimensiones. Esta vez ha batido todas las marcas: en su caserío Gurutzeta Txiki de Legorreta ha cebado a un buey hasta alcanzar los 2.000 kilos. El restaurador leonés José Gordón se ha encaprichado de él y Pezuñas (así se llama el animal) partió ayer hacia allí. Pronto hará las delicias de algún sibarita. No sería de extrañar que acabara en el plato de algún japonés, pues el restaurante El Capricho tiene muchos clientes de ese país. De hecho, la revista Time publicó que en este establecimiento se sirve la mejor carne del mundo.
Pezuñas nació en Galicia, pero ha pasado diez años en Legorreta. Goya lo compró cuando tenía solo un año. Recuerda que prometía. "Pesaba el doble que los bueyes de su edad". Lo vio en la feria de Santiago de Compostela y enseguida se dio cuenta de que era "un fuera de serie". Añade que en aquella época se pagaba "unos 20.000 duros" por un buey y él desembolsó más del doble.
Desde entonces, Pezuñas ha ido cogiendo peso sin descanso. "Ha llegado a coger 100 kilos en un mes, pero también ha habido meses en los que ha perdido peso. Hay que cambiarle de menú, para que no se aburra. Los animales son caprichosos, como nosotros. Este ha comido alubias, maíz, cebada, harina de maíz, hierba, manzanas... Todos los días le daba un balde de manzanas. Hubo épocas en las que se metía 30 kilos de comida al día entre pecho y espalda, pero ahora le cuesta más comer".
Tiene claro cuál es la clave para que Pezuñas haya crecido tanto. "Un animal necesita buenos cimientos. Este los tiene. Sus patas son cortas: desde su pecho hasta el suelo solo hay unos 20 centímetros".
El animal impone, pero Goya dice que tiene buen carácter. "No le gusta que le toquen en la cabeza, pero por lo demás es noble. Se ha arreglado bien con el resto de los animales. También es verdad que los demás le tienen mucho respeto. Yo creo que su tamaño les impone".
Debido a su peso no se puede mover con agilidad, pero Goya dice que nunca ha tenido problemas de salud. "Es un animal elegante, que va con la cabeza alta. No hemos necesitado ponerle ni una sola inyección. Solo ha tomado Aspirinas, cuando le crecieron las uñas y tuvo dolores en las patas. Lo herramos y desde entonces no ha tenido problemas".
A Goya le hacía ilusión que en la fiesta de la chuleta de Tolosa pudieran saborear a Pezuñas, pero ha tenido que rendirse a la evidencia. "Iba a tener dificultades para vender el resto de las piezas del animal y al final decidí vendérselo entero a Gordón. Informamos en Internet acerca del animal y así fue como este restaurador supo de él".
Reconoce que le ha dado "un poco de pena" venderlo, pero el tratante "está para comprar y vender". Añade que si cogiera cariño a todos los animales, no haría negocio. "No podría salir adelante, pues del cariño no se come. De todos modos, con la ganancia que me va a dar Pezuñas, no podré tomarme unas vacaciones muy largas. Me van a pagar alrededor de 35.000 euros, pero también he gastado una fortuna en darle de comer. Ha sido un capricho".
Ahora tiene sus esperanzas puestas en Potolo, otro ejemplar mastodóntico. "Pezuñas es de raza gallega y este es de la raza Blonda de Aquitanía. Tiene cinco años y está comiendo más que Pezuñas. Pesa ya 1.400 kilos. Pero no sé si batirá el récord. Muchos se quedan en el camino. Potolo es más largo y alto que Pezuñas y tiene las patas más largas, por lo que puede que no le respondan", concluye.