MARKOS Alustiza es un corredor de fondo en el más amplio sentido: porque le gustan las pruebas de larga distancia y porque a sus 65 años sigue corriendo. Y no tiene ninguna intención de dejarlo. El pasado domingo participó con éxito en el maratón de montaña Zegama-Aizkorri. Hay que recordar que esta prueba consta de 42,195 kilómetros y un desnivel acumulado de 5.472 metros.
Alustiza nació en Segura en 1948, pero su familia se trasladó a Beasain cuando él aún era un niño. De chaval practicó el ciclismo e incluso participó en algunas carreras, pero en aquella época muchas familias no podían permitirse esos lujos y lo dejó.
Después anduvo mucho en el monte. Hace 30 años participó por vez primera en un maratón. Fue, por lo tanto, uno de los pioneros en Gipuzkoa. "A comienzos de los años 80 éramos unos cientos los que tomábamos parte y nos parecía una participación extraordinaria", recuerda.
Goierri es una de las comarcas donde más afición al deporte hay. Las carreras de montaña, concretamente, hacen furor. Basta recordar que las pruebas más importantes de Gipuzkoa se organizan aquí: Zegama-Aizkorri y Ehunmilak. Pero hace tres décadas solo unos pocos locos se calzaban las zapatillas para salir a correr. "Éramos media docena los goierritarras que salíamos a correr. La gente nos decía que corríamos porque no teníamos otra cosa que hacer, porque en el trabajo no nos cansábamos".
Alustiza completó dos veces el maratón de Donostia. Su mejor marca ronda las tres horas y está satisfecho con ella. En la Behobia-Donostia, su mejor tiempo es de una hora y 19 minutos. "Estos últimos años no he participado y ahora me resultaría muy difícil mejorar esa marca. La última vez en la que tomé parte acabé en una hora y 25 minutos".
Prefiere las carreras de montaña. "Las aglomeraciones de la Behobia-Donostia me ponen nervioso. Me gusta competir y tener que andar esquivando gente me incomoda. En el monte ando más tranquilo. Además, en las carreras sobre asfalto hay que mantener un ritmo constante y eso se me hace muy pesado".
La Zegama-Aizkorri es una de sus pruebas favoritas. "Se organiza aquí, transcurre por un entorno especial, tiene mucha fama, participan los mejores, suele haber muchos espectadores, la organización es muy buena...". Este año esperaba mejorar su mejor tiempo (6.06:00). Se veía capaz de bajar de las seis horas, pero no lo logró. Tuvo mala suerte y necesitó seis horas y media para acabar. "Nada más salir, cuando todavía estábamos en las calles de Zegama, me dio un tirón y me asusté. Lo pasé mal. Una vez que bajé Aizkorri, me empecé a encontrar bien y acabé muy a gusto".
El año que viene, si consigue un dorsal, volverá con la intención de mejorar su marca. "No porque me encuentre mejor que hace algunos años, sino porque me estoy adaptando a la prueba y me preparo mejor que antes", explica.
No tiene, por lo tanto, intención de retirarse. "Los días que no salgo a correr, noto que me falta algo. Además, me veo peor y temo perder la forma. De todos modos, cada vez me cuesta más recuperarme después de cada carrera. Con esta edad, tenemos que entrenar más y más a menudo que los jóvenes. En cuanto lo dejamos, la maquinaria se nos endurece", reconoce.
la clave
Suerte con las articulaciones
No considera ninguna hazaña seguir corriendo con 65 años. "Yo creo que casi todo el mundo puede hacer un maratón. Lo importante es tener ganas y un poco de suerte con las articulaciones. Yo, afortunadamente, todavía las tengo bastante bien".
Su médico no le ha echado nunca la bronca por participar en pruebas tan exigentes como la Zegama-Aizkorri. "Algunos médicos opinan que lo que hago es una burrada y que estoy perjudicando a mis rodillas, pero estas están mejor que nunca. Noto que mi musculatura es más fuerte que antes y eso es bueno para las articulaciones. Si sintiese dolor, no correría".
En su opinión lo peligroso no es hacer deporte después de los 60, sino competir sin haber entrenado previamente. "En las carreras veo a mucha gente con sobrepeso y eso sí que es malo para las articulaciones. Los que llevamos toda la vida corriendo estamos flacos. Mis amigos tienen más achaques que yo y nunca han corrido. Las juergas, en cambio, me pasan más factura que a otros", concluye.