LO habitual es que una localidad cuente con varios barrios, pero en Matxinbenta sucede todo lo contrario: es un barrio compartido por cuatro localidades. ¿Qué tendrá para estar tan solicitado? Petróleo no puede ser, pues sino a estas alturas los ayuntamientos de Azpeitia, Beasain, Beizama y Ezkio-Itsaso ya se habrían declarado la guerra. Debe ser la tranquilidad que se respira en este recóndito rincón de Gipuzkoa lo que lo hace tan apetecible. No en vano, llegar a Matxinbenta no es sencillo: desde el centro de Azpeitia hay casi una docena de kilómetros y desde Beasain incluso algunos más, con el puerto de Mandubia de por medio.

¿De dónde se sienten?

Azpeitiarras de Beasain

Este periódico visitó el barrio el segundo domingo de febrero y esperaba encontrárselo lleno de gente, con motivo de las fiestas patronales, pero los vecinos decidieron adelantar los festejos una semana para que no coincidieran con los carnavales. En Matxinbenta se podía disfrutar, pues, de su habitual quietud.

En sus calles no había ni alma y cuando José Manuel Etxeberria osó hacer acto de presencia, no pudo evitar responder unas preguntas. Lo hizo encantado. Contó que un lado del río es Azpeitia y el otro Beasain, pero que hay caseríos que pertenecen a Beizama y otros que son de Ezkio-Itsaso. Hasta hace 48 años Ezkio era un municipio e Itsaso otro, por lo que Matxinbenta llegó a pertenecer a cinco pueblos distintos.

Volviendo al presente, el núcleo urbano forma parte de Beasain casi en su totalidad. Solo dos caseríos pertenecen a Azpeitia. De todos modos, la mayoría de los vecinos de Matxinbenta se sienten azpeitiarras. No en vano, la localidad de Urola Erdia está a once kilómetros y para ir a la de Goierri hay que afrontar las cuestas y las curvas del puerto de Mandubia. Raro es el invierno en el que la nieve no cubre la carretera.

Son estos dos municipios, precisamente, los que se encargan de prestar la mayoría de los servicios a los vecinos del barrio. En aquellos trabajos conjuntos, los dos ayuntamientos acuerdan el modo de hacer frente a los gastos.

Etxeberria recuerda que hasta hace unos pocos años los dos pueblos también se encargaban a medias del partido de pelota que se organizaba por fiestas: dos pelotaris de Goierri se solían enfrentar a una pareja de Urola Erdia. Los txistularis, en cambio, llegaban desde Beasain.

La pelota es un tema muy serio en Matxinbenta, pues sus hijos más ilustres son pelotaris: de este barrio proviene la saga de remontistas Matxin. Uno de los hijos de Etxeberria también juega a remonte, junto con tres sobrinos de Matxin I. El coqueto frontón cubierto se inauguró en el año 2000 y, como no podía ser de otra forma, lleva el nombre del remontista.

En un barrio rural como Matxinbenta, tampoco podían faltar la iglesia y el bar-restaurante, por supuesto. Este último lo regenta la cuñada de Etxeberria: Miren Azurmendi. La iglesia ha sido recientemente remodelada (han sido los propios vecinos los que han afrontado los gastos mediante una colecta) y ahora tienen intención de hacer un parque en auzolan.

Antaño incluso paraba el autobús: los martes llevaba a los vecinos a la feria de Azpeitia y los miércoles a la de Ordizia. Etxeberria recuerda que el autobús solía ir a rebosar. Aquellos tiempos quedaron atrás. Hoy en día en todas las casas hay automóviles, pero a pesar de ello se han vaciado muchos caseríos. Calcula que unos diez. De todos modos, se muestra contento porque recientemente una pareja joven se ha trasladado al barrio.

Matxinbenta tampoco recibe muchos visitantes. "La gente que nació aquí sigue viniendo, pero es muy extraño encontrarse con otro tipo de visitantes. Hay que tener en cuenta que es un lugar apartado", comentó.

visitantes

Pocos y mayores

Su cuñada es de la misma opinión. "La mayoría de nuestros clientes son de Azkoitia y Azpeitia, aunque también vienen algunos de Beasain. Los de toda la vida se están yendo y a los jóvenes no les da por venir aquí".

Ellos se lo pierden, pues la tranquilidad que se respira en el barrio, la hospitalidad de sus vecinos y la buena mesa del restaurante Txantxo son dignos de una visita. Seguro que muchos guipuzcoanos que han estado en lugares de lo más exóticos, no conocen todavía este bonito rincón de su territorio. Y Matxinbenta merece la pena, aunque no tenga petróleo. Ni falta que le hace.