orio. El pasado 7 de octubre, el velero Pakea Bizkaia partió desde Bilbao y hace unas semanas alcanzó el objetivo de la Península Antártica, tras más de tres meses de viaje, en los que el navegante profesional Unai Basurko y los demás tripulantes han difundido su proyecto socio-educativo de sensibilización medioambiental en todos los lugares donde han arribado. La expedición se divide en tres etapas. La semana pasada arrancó la última y el joven oriotarra de 23 años e ingeniero naval Borja Villagrán y cuatro personas más forman parte de la misma. Se acaban de reunir en Ushuaia con Basurko y pararán en Montevideo, donde estarán en contacto con la diáspora vasca. Antes de "cumplir el sueño de todo navegante", NOTICIAS DE GIPUZKOA estuvo con Villagrán, que ya ha mandado su primera fotografía desde Ushuaia para esta entrevista.
¿Recuerda la primera vez que pisó un barco?
Recuerdo la primera vez que monté en un optimist. Es el barco de vela más pequeño que existe. Tenía solo diez años y fue en el club náutico de Getaria. Mis padres me apuntaron a un curso de una semana y allí me di cuenta de que me gustaba mucho. Después, comencé con vela ligera y seguidamente con barcos más grandes.
Le gustó tanto que decidió estudiar algo relacionado con el mar y se decantó por la ingeniería naval...
Me gustaba la ingeniería y qué mejor que unirlo con algo relacionado con mi pasión. Me fui a estudiar a Santander, porque allí está el centro de alto rendimiento de vela y quería además de estudiar ingeniería naval, seguir practicando mi deporte favorito. Tras cuatro años estudiando, en 2012 presenté el proyecto y culminé la carrera de Ingeniería Naval. También aproveché para realizar la diplomatura en Máquinas Navales.
¿Cómo surgió la oportunidad de participar en la expedición de 'Pakea Bizkaia'?
Fue una gran y grata coincidencia. Fui a ver una charla de Ana Corbella, una navegante catalana de la que soy amigo, al Museo Marítimo de Bilbao. La conferencia la había organizado Pakea Bizkaia. Acudí para escuchar a Ana, pero tenía muchas ganas de conocer a Unai Basurko, porque es un gran navegante. Allí me hablaron del proyecto socio-educativo de sensibilización medioambiental que querían llevar a cabo y me puse en contacto con ellos. Les mandé el curriculum. Después, fui a las charlas que se organizaron sobre la iniciativa y también salimos a navegar en el Pakea Bizkaia. Tras el proceso de selección, en la que participaron unas 90 personas, me cogieron.
¿Qué sintió al saber que sería uno de los tripulantes?
La noticia la recibí encantado y con mucha ilusión. Ha sido un poco complicado, porque terminé la carrera y me fui a Valencia a trabajar. No he podido estar todo lo que hubiera querido en el proceso para organizar todo el proyecto. Pero cuando me llamaron lo cogí con ganas. Es una oportunidad única.
¿Qué trabajo realizó en Valencia?
Estuve trabajando seis meses construyendo los dos barcos para la Copa de América del equipo sueco Artemis. Tres meses con el primer catamarán y otros tres con el segundo. La experiencia ha sido muy gratificante, porque he aprendido mucho. Me gusta mucho la materia. Qué mejor que estar trabajando con fibra de carbono, material de última generación, y encima para aplicarlo en la vela, una afición que me encanta desde pequeño.
¿Cuál es el objetivo de la expedición del velero 'Pakea Bizkaia'?
Dar a conocer al resto de la gente la cultura de la mar, la biodiversidad, el placer y la libertad que te da el mar y la importancia de cuidar el medio ambiente, y sobre todo, los océanos. Te encuentras con todo tipo de residuos en el mar y es una pena... Que un medio tan potable, que nos da la vida esté así es muy triste y queremos mentalizar a la gente de la potencia que tiene. Lo grabaremos todo para elaborar material didáctico y un documental para difundir el mensaje por la sostenibilidad y el amor a la naturaleza entre los más jóvenes.
Objetivo solidario y didáctico.
Sí. Es un proyecto muy bonito. No es solo navegar. Traeremos un buen material y lo divulgaremos sobre todo entre los más jóvenes. No quedará en un mero viaje. Tenemos un fin y creo que además, es un fin importante y bonito. Y formar parte de todo ello es un orgullo y me hace mucha ilusión.
¿Cuál será su función en esta tercera y última etapa?
Saldremos desde Ushuaia y subiremos todo Argentina. Tras navegar 1.270 millas, pararemos en la capital uruguaya, donde entregaremos el Mikeldi (pieza escultórica de origen prerromano hallada en Durango y que representa un animal cuadrúpedo) del Ayuntamiento de Durango al de Montevideo, con el objetivo de estrechar lazos entre ambas localidades. También daremos a conocer el proyecto socio-educativo y estaremos en contacto con la diáspora vasca. Después, iremos a Brasil. Allí prepararemos bien el barco para cruzar el charco, de Brasil a Bilbao, sin parar. Todo el equipo deberemos llevar el barco lo mejor posible. También nos encargaremos del mantenimiento del velero, además de convivir juntos durante muchos días. Sobre el 22 de febrero, tenemos previsto emprender el cruce del Atlántico. Navegaremos en contra de los vientos durante aproximadamente un mes, hasta llegar de nuevo al punto de partida, Bilbao.
¿Y qué espera de este viaje?
Espero que me aporte mucho en todos los sentidos. Aprenderé de navegación oceánica, que no es como salir a hacer una regata y volver el mismo día. También espero hacer grandes amigos, compañeros... conocer diferentes lugares y culturas... y ver el mar de otra manera. En definitiva, interactuar con el planeta. Es el sueño de todo navegante. Será la primera vez y espero que no sea la última.
¿No tiene miedo a cruzar el Atlántico en barco?
La verdad es que no, ninguno. Tengo muchas ganas. Aunque sé que encontraremos dificultades en el camino, sobre todo meteorológicas. Tardaremos unas tres semanas en cruzar el Atlántico, por lo que llegaremos sobre finales de marzo o primeros de abril. La etapa durará mes y medio o dos meses. Le haremos frente de la mejor manera que podamos. Tampoco estoy nervioso. ¡Lo que estoy es deseandolo!