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Del poblado El Gallinero a Bergara

Un total de 37 niños gitanos rumanos del núcleo chabolista madrileño visitan hasta mañana la comarca

Del poblado El Gallinero a BergaraA.D

niñas recogiendo agua de una fuente en grandes bidones para llevarla hasta las chabolas donde residen, menores jugando descalzos, adultos que no saben leer ni escribir que ven cómo su descendencia empieza a ir al colegio y otras realidades a las que nos tienen acostumbrados los reportajes sobre países en vías de desarrollo. El único matiz, que no es para nada trivial, descansa en que estas imágenes se reproducen día a día en El Gallinero, situado a un kilómetro del que está considerado el mayor asentamiento irregular de Europa, la conflictiva Cañada Real madrileña. A lo largo de estos días, un total de 37 chavales procedentes de este poblado chabolista en el que viven rumanos de etnia gitana, visitan Gipuzkoa invitados por el centro escolar Mariaren Lagundia de Bergara.

Álex, Jomat, Aron, Suedia, Raúl y Soronza son seis de los niños de El Gallinero, de entre siete y quince años, que ayer por la mañana compartían juegos y sonrisas con los escolares de la ikastola Mariaren Lagundia. "Hemos estado jugando a fútbol, que me gusta muchísimo", explicaba un simpático Álex que se proclama seguidor del Real Madrid. Otros como Raúl Raducan, desgranaban las actividades a las que tenían que hacer frente durante la jornada. "Esta tarde -por ayer- vamos a ir al Aquarium de Donostia", comentaba.

Los alumnos y profesores del segundo grado del ciclo superior de Formación Profesional de la especialidad de Integración Social son los impulsores de esta iniciativa, que tiene su antecedente en la impresionante experiencia, "dura y a la vez enriquecedora", que estos estudiantes de Mariaren Lagundia vivieron el pasado febrero. A modo de prácticas, trabajaron como voluntarios en el poblado El Gallinero, por mediación de la coordinadora Barrios y la parroquia de San Carlos Borromeo.

"Por las mañanas tomábamos parte en el programa para levantar a los niños de la cama, desayunar y acompañarles hasta el autobús con el propósito de que acudan a la escuela porque hay muchos padres que no se preocupan de hacerlo", precisó Julene Arana, una joven bergaresa que experimentó en primera persona la realidad de este poblado chabolista situado a doce kilómetros de la Puerta del Sol.

"Viven en una situación de pobreza extrema, por ejemplo, solo disponen de una fuente para abastecerse y en el entorno hay muchas ratas y basura. Los niños andan con total libertad en la calle, hay tensiones sociales y familiares y otro tipo de problemas", apuntaba Arana que consideró de forma "muy positiva" el proyecto en el que se ha embarcado junto a sus compañeros de pupitre.

"Se habla mucho sobre la situación del Tercer Mundo y se emprenden actuaciones de cooperación y esta realidad también la tenemos más cerca", sentenció esta joven de 22 años.

objetivos

Conocer otra realidad

En El Gallinero sobreviven 440 personas, distribuidas en 90 familias, de las que 250 son niños de hasta quince años. Este núcleo chabolista, enclavado en un paisaje de miseria y desolación, es objeto de un constante estado de tensión. Precisamente, hace escasas semanas se procedió al derribo forzoso de diez chabolas construidas de madera, plásticos y cartón.

Así que la oportunidad que se les brinda estos días a estos 37 chavales se antoja más que necesaria, sobre todo porque podrán conocer otro mundo fuera del entorno de pobreza y marginación (está considerado el mayor asentamiento europeo de rumanos de origen gitano) en el que están acostumbrados a moverse.

No en vano, varios son los objetivos que se ha marcado la ikastola Mariaren Lagundia a través de esta visita. Por una parte, potenciar el esfuerzo que realizan estos niños para asistir a diario a la escuela y, al mismo tiempo, acercarles a un entorno natural y paisajístico como el de Elosua -están alojados en el albergue Apaiz Etxea de este barrio rural-, que guarda similitudes con el de Rumania, aunque muchos de ellos no conocen en lugar de origen de sus progenitores porque se han criado en El Gallinero.

Y, por otra, ofrecer a los escolares del centro bergarés "la ocasión de ver otra realidad y otra cultura", indicó ayer Susana Aparicio, la coordinadora de Integración Social, una especialidad en la que cursan estudios un centenar de alumnos, 23 de los cuales están matriculados en el segundo grado.

El colegio bergarés, asimismo, va a poner en marcha una línea formativa para "reflexionar sobre los derechos que asisten a los niños independientemente de su origen o condición social".

Desde el jueves y hasta mañana, cuando regresarán a Madrid, varias son las actividades lúdicas que se van a llevar a cabo. Hoy, por ejemplo, se trasladarán al caserío Gomiztegi de Arantzazu y a la cueva oñatiarra de Arrikrutz. "Dentro del voluntariado creemos que es un reto agradable y enriquecedor", aseguran desde el centro mahonero. Para poder hacer frente a este viaje se han impulsado varias iniciativas encaminadas a recaudar fondos.

"Para ellos esta experiencia que van a vivir en Bergara va a ser muy positiva. Nosotros nos esforzamos en lograr su normalización, es decir, que estos niños puedan estar en los mismos espacios de la gente de su edad. En Madrid viven aislados y apartados, solo se socializan cuando van al colegio", expuso ayer Jorge Fernández, voluntario que trabaja codo con codo con la población de El Gallinero desde hace siete años.

escolarización y sanidad

Vacunación infantil

El día a día en este asentamiento madrileño es "muy duro". "Hay que tener en cuenta que no está urbanizado, no hay calles asfaltadas..., solo cuentan con un punto de agua y el cableado está al descubierto y enganchado a un transformador cercano, que les abastece de luz con el consiguiente peligro", relató Fernández que lleva 30 años dedicado al voluntariado.

Fernández informó de que en estos años han conseguido escolarizar "entre 120 y 130 niños" y que algunos acuden con regularidad al colegio. Detalló, a su vez, que existe un dispositivo móvil que frecuenta El Gallinero y La Cañada Real con el que se ha podido vacunar al 100% de la población infantil, así como realizar un control ginecológico y extender algún método anticonceptivo en educación sexual.

Los voluntarios de las parroquias de Entrevías y La Cañada Real -cuatro de ellos han venido a Bergara-, se esfuerzan por integrar a esta población y mejorar su calidad de vida. "Hemos presentado un plan para hacer viviendas a través de la autoconstrucción", avanzó Fernández, que se siente agradecido de trabajar con estos chavales. "No son exigentes en sus peticiones y eso que no pueden gozar de lo que tienen la mayoría del resto de niños", manifestó, mientras miraba a Madalin Cristea, un chico de quince años del poblado madrileño que este fin de semana se ha estrenado como monitor.