"Se me hace muy duro estar fuera de Irun, porque es mi casa, mi ciudad, donde están mi familia y amigos"
Alain Fuertes es un joven irunés de 31 años de edad al que, en el año 2000, un accidente de moto le cambió la vida. Los daños en dos vértebras le dejaron en silla de ruedas. Amante del deporte y del fútbol, al que jugaba, pasó, con el tiempo, a competir en silla de ruedas.
Irun. Alain Fuertes atiende a este periódico desde Alicante, donde pasa largas temporadas a lo largo del año para poder entrenar y prepararse mejor para su duro calendario de competiciones de cada año. Su voz, por teléfono, suena firme, con mucha determinación, la necesaria para competir y seguir superando retos en el deporte. También cuenta todas sus andanzas en su blog (alainfuertes.blogspot.com.es).
Hace pocas semanas volvió a quedar segundo en el Campeonato de España de duatlón, modalidad en la que compite en silla de ruedas y en handbike (bicicleta que se maneja con las manos). ¿Está satisfecho del resultado obtenido?
La verdad es que no del todo. El segundo puesto está muy bien pero no tengo las mismas sensaciones sobre la silla y la bici que tenía la temporada pasada. He tenido molestias desde principios de año que me hacen tener que dejar una y otra vez la preparación, y esa falta de continuidad se nota en la competición.
¿Qué otros objetivos deportivos se marca para este año?
El año pasado fui tercero en el Campeonato del Mundo de duatlón, que se disputó en Gijón. Me gustaría prepararme muy bien para el Mundial de este año, que será en Francia en el mes de septiembre. Y hasta entonces, tengo alguna maratón y otras competiciones.
¿Le compensa tanto sacrificio y duro entrenamiento? ¿El deporte es para usted lo mismo que era antes de sufrir el accidente?
Siempre me gustó el deporte, primero porque es bueno para la salud y segundo porque disfrutaba. Antes, jugando al fútbol y de un modo más aficionado. De unos años para acá, de forma más seria y con mucho trabajo y sacrificio, es verdad. Pero las sensaciones y el disfrute siguen siendo los mismos. Eso sí, el deporte de alto nivel te castiga el cuerpo, siempre te duele algo. Pero lo hago a gusto. Para mí, el deporte sigue siendo eso, sobre todo, un disfrute, algo que me gusta y me motiva mucho.
¿Cómo empezó con los maratones en sillas de ruedas y el duatlón? ¿Se puede uno dedicar profesionalmente a esto?
Dos o tres años después del accidente, una vez me fui recuperando y adaptándome a mi nueva situación, me puse a hacer deporte como mero ejercicio, para sentirme mejor. Luego vino el reto de correr la Behobia-San Sebastián en silla. Lo hice dos veces y fue una experiencia muy buena. De ahí, poco a poco, fui tomándome las cosas más en serio y acabé compitiendo a alto nivel. Ahora mismo, sí, me dedico profesionalmente a esto, no es fácil, pero lo puedo hacer.
El deporte en general se queja de la falta de patrocinios, que se ha visto agravada por la crisis económica. ¿Cómo lo tiene usted?
Si faltan patrocinadores en deportes de masas como el fútbol o el baloncesto, se puede imaginar la gente cómo está el deporte de discapacitados, cada vez más complicado. En mi caso, tengo la suerte de tener algunos patrocinadores, que básicamente aportan su material o producto, pero que sin ellos no podría seguir compitiendo y viajando de un lado a otro. Son la marca Spiuk, que me da sus cascos y gafas; el compañero y atleta amigo Rafa Botello (www.rafabotello.com); la marca de ruedas Hed, la marca de bebidas y alimentación para deportistas 226ers; y la asociación Tri-WWW de Lanzarote, que se dedica a ayudar a los discapacitados de la isla a practicar deporte. Son gente amiga y muy fiel, de esa que cuando tengo una caída en una carrera, son los primeros en llamar y darme ánimos para recuperarme.
¿Se le hace duro pasar tanto tiempo fuera de Irun al cabo del año? ¿Por qué recaló en Alicante?
La verdad es que se me hace duro, porque Irun es mi casa, mi ciudad, donde están mi familia y mis amigos. Estoy afincado en Alicante porque mi familia siempre veraneó aquí y el clima es mucho mejor para entrenar. Voy a Irun mucho menos de lo que me gustaría, tanto por los entrenamientos y la competición, como por el viaje en sí, que son 800 kilómetros. Eso sí, no falto a las bodas de amigos o celebraciones familiares. Y en sanmarciales tampoco, que se pasa lista en casa. Siempre hago un hueco para estar en Irun en fiestas.
¿Qué hace en su tiempo libre, si es que le queda algo?
Lo que cualquier joven de mi edad. Estar con mi novia y los amigos, ver películas y sobre todo, deporte. Sigo mucho a la Real y también a Julen Aginagalde, que es mi cuñado.