Tolosa. ¿Cómo empezó a gustarle la cerámica?
En 1984, tuve mi primer contacto en México, país donde viví durante un tiempo y conocí a gente que hacía cerámica y cuando regresé decidí que yo también tenía que aprender. Entonces hice un curso de tres años en el centro de enseñanzas artesanales de Deba.
Y después comenzó su trabajo como docente, ¿verdad?
Sí, empecé en Tolosa hace más de veinte años y desde entonces he impartido en muchos lugares; Altza, Pamplona, Ordizia... Ahora estoy en Tolosa y en Ordizia. Imparto clases de cerámica a adultos y a los niños también les enseño a hacer manualidades, pero lo mío es la cerámica.
Lo dice muy convencida, ¿por qué?
Sí, tengo muy claro que soy ceramista. Es una disciplina que está muy unida a la tierra, y nosotros somos tierra, por lo que al final te devuelve a los orígenes, al comienzo de todo. La exposición del Palacio Aranburu tiene un título similar: Amaiera den hasiera. Es la disciplina con la que mejor me expreso y, en mi caso, en tiempos de cambio es cuando la creatividad más me bulle. En casa tengo otro tipo de trabajos, como cestos, macramé... pero mi preferida es la cerámica. Además, es una disciplina unida a la naturaleza, y cuando voy al monte me gusta recoger material, como, troncos, alambres, piedras... y emplearlas luego en mis creaciones.
¿Qué le aporta su trabajo como profesora de arte?
Me llena muchos, porque creo que sé enseñar, aunque a veces tenga que hacer un poco de amatxo... Intento transmitir a mis alumnos la afición el gusto por la cerámica, y lo cierto es que la gente está a gusto lleva muchos años recibiendo clase, por lo que eso se nota. Lo que más me gusta es aprender de todos ellos, el contacto con la gente y crear lazos de unión entre todos. Ser profesora no es solo enseñar, sino también aprender. Tengo alumnos de todas las edades, así que tengo experiencias de todo tipo.
¿Hay que seguir formándose?
Sí, es muy importante. Normalmente hay que desplazarse, porque en Euskal Herria no se organizan muchos cursos. Yo no hago tantos como quisiera. Sí que existe una tradición, que viene de los alfareros de Zegama, y hoy en día se ha creado una asociación de ceramistas vascos, pero en versión contemporánea, no tradicional. Yo creo que hoy en día sí hay gente que se dedica a la cerámica, pero es raro que se organicen cursos.
¿Las clases le dejan tiempo a su creatividad?
Sí, para mí es muy diferente y fácil separar los dos ámbitos. No tienen nada que ver. Para crear necesito mi txoko, mi momento, y lo intento buscar. Desde la anterior exposición en el Palacio Aranburu, que fue hace diez años, han pasado muchas cosas, y ha habido muchos momentos para crear. Cuando algo malo o bueno ocurre en tu vida, algo empieza a moverse en tu interior, pero no suele ser momento para crear, para mí al menos, eso viene luego. En la anterior exposición también tuve momentos movidos.
¿Qué nos muestra en la exposición que acaba de inaugurar en el Palacio Aranburu de Tolosa?
La muestra se llama Amaiera duen hasiera, y en realidad he querido jugar a hacer un círculo con las piezas que he hecho antes y más tarde, porque el final también es un principio. Al principio del recorrido están las piezas más viejas, de hace seis años, y a medida que el visitante realiza el recorrido se dará cuenta de que ahora las piezas son más redondeadas. Las piezas son figurativas y pueden ser nidos de avispas, máscaras africanas, semillas, caracolas que pueden ser órganos sexuales, y también hay un pequeños pueblo con casas.
¿Qué técnicas emplea?
Utilizo mucho la técnica terra sigillata y en esta exposición se puede apreciar. Hice un curso hace un tiempo y fue entonces cuando la descubrí. Ahora utilizo mucho esta técnica, que es antiquísima. Me permite tratar la arcilla de forma suave, con cariño, cuidando a pieza y sacándole brillo. La técnica consiste en un barro que se da encima del barro, y uno no suele saber a ciencia cierta qué va a salir del horno. Normalmente, los colores que adopta la pieza van desde el blanco hasta el naranja, los tonos de la tierra.
¿Está contenta con la exposición?
Estoy muy contenta, aunque también nerviosa. Hay que preparar todo bien, porque es muy importante cómo se colocan las piezas, la iluminación... Yo creo las piezas por separado, pero luego hay que darles un hilo conductor. Mis alumnos me han ayudado mucho, han estado en la preparación y también en la inauguración.