legorreta. ¿Cuándo se abrió la sidrería?

Juan Inazio Etxeberria (J.I.E.): En nuestra casa siempre se ha hecho sidra, pero la sidrería la abrimos varios hermanos en los años 70.

Sagrario Etxeberria (S.E.): La abrieron todos los hermanos excepto el pequeño, que es carnicero, y yo, que trabajaba en una tienda. Somos siete y fueron cinco los que abrieron la sidrería. Fue en 1977.

¿Por qué decidieron abrir este establecimiento?

J.I.E.: A mí siempre me ha gustado este mundillo. Además, trabajaba de albañil, pero me operaron de la espalda y tenía que cambiar de oficio. Fue un amigo de mi hermano el que nos ayudó a traer el lagar, las barricas y las manzanas. Al principio comprábamos todas las manzanas, pero ahora tenemos unos 800 manzanos.

S.E.: Yo tenía una tienda de comestibles, pero cuando se murió la ama el aita se quedó solo y me dijeron que dejara la tienda y compaginara el cuidado del aita con la sidrería. El resto de los hermanos fueron creando sus familias y, al final, el negocio quedó en manos de nosotros dos. Eso fue hace ya más de 30 años. Durante este tiempo nos han ayudado una hermana y su marido.

¿Qué tal se han arreglado?

J.I.E.: Desde el principio nos hemos arreglado muy bien con la gente. Hemos tenido una gran suerte. Nuestros clientes han sido, sobre todo, de Goierri, Zumarraga, Oñati, Bergara, Arrasate, la zona de Altsasu... Eso entre semana. Los fines de semana es distinto.

S.E.: Recuerdo que al principio, a veces, estábamos ya con el fuego apagado y a punto de irnos a casa, cuando venían los trabajadores de alguna fábrica de la zona. Bajábamos y les abríamos la sidrería.

¿Ha cambiado mucho el ambiente en estos 35 años?

J.I.E.: Entre semana viene la gente de siempre. Algunos llevan viniendo más de 30 años. Los fines de semana es distinto. Nosotros solo cogíamos autobuses de gente conocida. Fue un acierto.

S.E.: La mayoría de la gente que venía era mayor de 30 años, con sus compromisos y su trabajo. Los fines de semana venía gente similar. Cuando alguien llamaba diciendo que iban a venir en autobús, le hacíamos unas pocas preguntas para saber cuál era su plan. De todos modos, un par de veces al año solíamos tener follón.

J.I.E.: En cuanto entraban sabíamos que iba a haber jaleo.

S.E.: Pero, si tenemos en cuenta cuánta gente ha pasado, no hemos tenido grandes problemas. Alguno rompía una farola de vuelta a la estación, pero es que entre tanta gente... En esta sidrería apenas se rompen vasos.

J.I.E.: Un amigo solía preguntarme a ver si les metía miedo.

¿Por qué decidieron dejarlo?

S.E.: Estábamos ya cansados y de mal genio y así no se puede trabajar. Corríamos peligro de dar malas contestaciones a los clientes y de enfadarnos entre nosotros y no queríamos llegar a eso.

¿Quién cogió el testigo?

S.E.: El de la sidrería Begiristain de Ikaztegieta. Este último año ha sido de transición. Hemos trabajado con él para que fuera conociendo a nuestros clientes. Todavía bajamos a menudo.

¿Tuvieron muchas ofertas?

J.I.E.: Ya bastante antes de que lo dejáramos el de la sidrería Begiristain me dijo que estaba interesado en nuestro negocio. Después vino mucha gente, pero preferimos pasárselo a él. Estamos contentos, pues hemos dejado la sidrería en buenas manos.

¿Sintieron pena?

J.I.E.: Sí.

S.E.: Yo, no mucha. Me da pena, sobre todo, porque no volveré a ver a algunos clientes. Este año estoy aprovechando para despedirme de ellos. Quiero acabar bien lo que empezó bien.

Por último, en febrero fueron objeto de un homenaje por parte de sus vecinos. ¿Cómo lo vivieron?

J.I.E.: Me invitaron a cenar y me extrañó, pues unos pocos días antes habíamos tenido una comida. Cuando ya estábamos dentro, escuché a los trikitilaris y pensé que venía alguna cuadrilla. En esas nos dijeron que saliésemos y les dije que ya no éramos los dueños. ¡Vaya sorpresa nos llevamos!

S.E.: Fue muy bonito. Me emocionó. Hemos tenido buena relación con los vecinos, fueran de la ideología que fueran. Si alguien organizaba un acto, le ayudábamos sin mirar cuál es su manera de pensar. En las fiestas que se han celebrado en Legorreta nunca ha faltado la sidra.

En un pueblo tan pequeño como éste, la sidrería habrá tenido un peso importante.

S.E.: Los bares han agradecido mucho nuestra presencia. Había preocupación por el futuro de la sidrería.