Otros compañeros han tratado de explicar en estas páginas esta moda que nos lleva a comprar las entradas para conciertos con dos años de antelación. Ese miedo a perderse la experiencia, esa expectación creada ante un evento que se olvida hasta que un anuncio o una noticia te recuerda que tú eres uno de esos únicos 25.342 afortunados que han conseguido entrada. ¿Para qué era? ¿Quién toca? ¿Dónde?

La tiranía de la anticipación no es exclusiva de los megaconciertos-espectáculos, aunque sí tiene en este tipo de eventos su reflejo más ostentoso. No ha acabado el curso y ya se planean las extraescolares del próximo año, mientras hay que cuadrar el calendario de udalekus. Entonces te das cuenta que el formulario que rellenaste hace una semana pensando que era para la jangela de junio correspondía, en realidad, al curso de inglés 2025-2026.

Con las vacaciones también pasa. En diciembre tratas de visualizar si siete u ocho meses después vas a preferir estar de senderismo por el monte o tirado en la playa, si te la juegas con el verano cantábrico o aseguras en el mediterráneo o si este año aprovechas para coger un avión y perderte en los museos berlineses. Hasta hay un estudio sobre en qué momento comprar un billete de avión:si es internacional, lo ideal es hacerlo entre los 225 días antes y los 54 días. Ahí lo dejo. Y todo porque si improvisas tienes la sensación de que o te vas a perder algo o te va a salir más caro. Así que vayan pensando un plan para el domingo 28 de mayo de 2028.