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Una obra de arte en forma de cruz

Las construcciones religiosas siguen siendo expresiones artísticas. Tras la edificación en Riberas de Loiola de la parroquia de Iesu, diseñada por Rafael Moneo, NOTICIAS DE GIPUZKOA hace un breve repaso a algunos de los monumentos cristianos del territorio.

Una obra de arte en forma de cruzFoto: ruben plaza

las buenas costumbres no se han perdido. Desde hace siglos la construcción de iglesias ha ido de la mano la creación de patrimonio artístico, con plantas en forma de cruz latina. En muchos de los casos los templos eran ejemplos esculpidos en piedra de lo que representa un periodo artístico. En Gipuzkoa, por su puesto hay, varios ejemplos que demuestran este hecho.

El más reciente toma lugar en la capital del territorio. A falta de unos tres meses para consagrarse, la parroquia de Iesu, en el barrio de Riberas de Loiola, es uno de los conjuntos artísticos más importantes del momento en el territorio .

Diseñada por Rafael Moneo, tiene rasgos que evocan estilos artísticos pasados. Sus altos techos que llaman a alzar la mirada nos recuerdan al estilo gótico, que se desarrolló entre los siglos XII y XV. La planta del edificio, simulando a las grandes catedrales e iglesias, tiene forma de cruz y a su lado se encuentra un edificio con planta en L. La nave principal tiene capacidad para albergar a 400 personas sentadas. A la izquierda de este espacio se encuentra la sacristía y el baptisterio; a la derecha, la capilla de la reconciliación.

Otro detalle llama la atención en el templo: la vidriera. Hecha de alabastro procedente de Cintruénigo, el ventanal recuerda a los pequeños vanos del románico, entre los siglos XI y XIII, que eran cubiertos con la piedra cristalina, ante la imposibilidad de abrir grandes huecos.

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La vanguardia

La de Iesu, no obstante, no es el único templo que ha sido ideado desde una visión artística. El Santuario de Arantzazu, pese a existir desde hace cinco siglos, vivió una de sus más polémicas reformas en el siglo XX. La nueva basílica es el resultado de un concurso de ideas, en el que resultó vencedor el proyecto realizado por Francisco Javier Sáenz de Oiza y Luis Laorga.

Según el libro Arantzazu. Arquitectura para una vanguardia, los arquitectos diseñaron una planta en forma de cruz latina, "genuina del templo cristiano".

A la hora de abordar las fachadas exteriores se tuvo en cuenta el carácter geográfico rocoso de la zona. Al acercarse al santuario se observan dos torres altas "talladas en forma de punta de diamante". Más cerca, nos encontramos con cuatro puertas de hierro, obra de Eduardo Chillida. Sobre estas, Jorge Oteiza esculpió en un friso una polémica reunión de catorce apóstoles, en vez de los canónicos doce.

En cuanto al concepto artístico, la capilla del monumento (único elemento que permanece del templo sobre el que se sitúa el nuevo), el pintor y escultor Nestor Basterretxea fue seleccionado para decorar el espacio en el subsuelo del santuario en 1952. Los desacuerdos en materia artística con los franciscanos de Arantzazu hicieron que sus trabajos no se llegasen a realizar. Hasta 1983, no consiguió finalizar su obra cumbre, cuando la Diputación Foral de Gipuzkoa volvió a asignarle el trabajo. Catorce murales impresionistas que simbolizan, entre otras cosas, la creación del mundo, del cristianismo y de los mártires. Un conjunto digno de ver.

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Lugar de peregrinación

Después de la beatificación de San Ignacio en 1609 y su canonización en 1622, la casa del guipuzcoano en Azpeitia se convirtió en lugar de peregrinación. En esa localidad decidió construirse una basílica en su honor y se encargó su diseño al arquitecto italiano Carlo Fontana.

Aunque se hicieron algunas modificaciones en el proyecto, los diseños principales se mantuvieron en la obra que comenzó en 1688. Dependencias rectangulares se construyeron en torno a la basílica con una planta que no tenía forma de cruz, sino que, esta vez, era circular. Lo más destacable del templo se encuentra en su cúpula, que cuenta con un diámetro de 20 metros y una altura de 50.

Son muchos los templos guipuzcoanos que se quedan fuera de esta escueta enumeración de los monumentos con valor artístico. Santa María La Real en Deba, San Andrés en Eibar, San Salvador en Getaria y Santa María de la Asunción en Segura son parte de un largo etcétera. Todos con una característica: son expresiones arquitectónicas del arte religioso. Arte con planta de cruz.