zumarraga. ¿Recuerda su primer contacto con el mundo del teatro?
Estudié en el colegio La Salle-Legazpi de Zumarraga y, cuando tenía unos quince años, un grupo de alumnos preparamos un espectáculo teatral. Fue una obra muy reivindicativa: social y políticamente contundente. La hicimos durante la época de la vida en la que aflora el interés por esas cuestiones. Empezamos a hacer teatro, nos enganchó e hicimos una obra detrás de otra. El grupo se llamaba Karmakros. Algunos de los componentes lo fueron dejando y otros se los llevó la jodida heroína de los años 80. Unos cuantos nos dedicamos profesionalmente a esto. Yo estudié Ingeniería Electrónica Industrial y he acabado siendo gerente y productor en una empresa teatral.
Karmakros ha pasado a ser el grupo de teatro local.
Exactamente. Yo estoy desvinculado, pero el grupo sigue trabajando. Quedaron Juan Luis Escudero y Oskar Cadierno y siguieron organizando talleres. Recuerdo que durante los años en los que trabajé en la electrónica industrial programábamos una semana de teatro. Comenzó siendo una cosa pequeñita, pero llegó a tener bastante importancia a nivel nacional. Empecé en ello como hobby, pero me fui decantando por el teatro. Mis primeros pasos fueron como actor aficionado, pero a raíz de la semana de teatro me vinculé más a la programación.
Ahora se dedica a la producción. ¿Cómo dio ese paso?
Gracias al trabajo como programador conocí a mucha gente y me involucré en ese mundo. En aquella época, en Euskadi había una compañía profesional muy potente, Geroa, en la cual estaba también Juanlu Escudero. Me llamaron para decirme que iban a abrir una oficina de producción y que les interesaba que yo trabajara allí. No me lo pensé dos veces. Al día siguiente fui a la empresa de maquina-herramienta en la que trabajaba y les dije que me marchaba para dedicarme al teatro.
El teatro le enganchó.
Es una forma de vida. Lo consideras trabajo porque tienes que meter muchas horas, pero sarna con gusto no pica. Desde que fui a Durango con Geroa no he parado. Ha habido momentos complicados, pero no me arrepiento en absoluto de la decisión que tomé en su día. Ahora, por ejemplo, estoy en Animalario con unos compañeros que tienen mucho talento.
¿Qué cualidades debe tener un buen productor?
Se trata de hacer equipo allí donde estés. Hay que tener en cuenta la opinión de los demás y conseguir que todo el mundo se sienta partícipe. En el teatro el consenso y el trabajo en equipo son fundamentales. Lo piramidal no va a ningún sitio. Por desgracia, tras 40 años de franquismo, en muchos lugares la situación no ha cambiado.
En Animalario parece que las cosas se están haciendo bien: no paran de recibir galardones.
Mucha gente te habla de suerte y de que nuestros actores salen en la tele, pero hay mucho trabajo detrás. Hay un público muy aficionado a Animalario y a sus propuestas. Hablamos del ser humano y de sus contradicciones, de manera muy cercana y popular para que todo el mundo reciba lo que intentamos contarle. Intentamos no hacer panfletos políticos, aunque luego se nos acuse de rojos, masones y muchas otras cosas. Allá cada uno con sus opiniones.
¿Les han dolido las críticas?
Cuando alguien se posiciona, como Willy Toledo ahora, se puede estar de acuerdo o no. Lo que no se puede es coartarle. Hay gente que reivindica la libertad de expresión, pero cuando tu hablas te censuran. Hemos tenido muchas broncas con la ex ministra Del Castillo, con Jiménez Losantos? Nosotros nunca vamos a negar a nadie la oportunidad de expresarse como quiera.
¿Es "Urtain" la obra que les ha dejado más satisfechos?
Estamos enamorados de todas, pero es verdad que mucha gente no esperaba que una obra sobre Urtain tuviera tanto éxito. La verdad es que su vida da para mucho. El personaje nos cautivó y todos nos hemos volcado con su figura. Eso se ha visto reflejado en el espectáculo. Para la mayoría del país era un personaje olvidado y, aunque es doloroso hablar de él, hemos recuperado su esencia humana. Es un homenaje a él y eso nos ha satisfecho.
Vive en Madrid.
Entre Madrid y Brasil. Tengo una casa rural en Salvador de Bahía y estoy montando unos cines. Fui de vacaciones y me gustó mucho. Había muchas casas en venta, pregunté precios y eran baratísimas. Tenía cuatro duros ahorrados y, antes de que se los quedara el Santander o el BBVA, decidí invertirlos allí. Suelo pasar allí varios meses y organizo una serie de eventos. Tal y como he dicho, estoy montando unos cines con una empresa brasileña. Vamos a organizar un festival de cine y trabajar con las escuelas. Estuvimos con el ministro de Cultura, Gilberto Gil, para ayudar a la gente nativa a través del cine. Las primeras películas que proyectamos eran de Chaplin y fue una enorme satisfacción ver reír a los niños con sus dientes blancos a la vista. A medida que adquiera conocimientos la gente será más libre.