Marta Rodríguez habría montado un núcleo zoológico en su casa para adoptar a todos los animales que lo hubiesen necesitado. Ya que se trata de algo imposible, hace más de un año tomó la iniciativa de convertirse en la responsable de El salón de mi casa, una asociación sin animo de lucro para la defensa y el bienestar de los felinos.

Marta jugando con los gatos Oskar Gonzalez

Convirtiéndose en el primer Cat Café de Euskadi, Marta, con ayuda de sus compañeras, habilitó una de sus lonjas convirtiéndola en un lugar acondicionado para que gatos y humanos pudieran compartir momentos de relajación y diversión tomando algo.

Aparte de realizar una misión ardua de CER (Cogida, Esterilización y Reintegración de gatos ferales), la misión última de la asociación de Marta se basa en encontrar hogares a los gatos mediante la adopción y, mientras eso ocurre, ofrecerles amparo y todo lo que necesitan en el Cat Café y en sus hogares de acogida temporal. 

Un gato del Cat cafe Oskar Gonzalez

La idea de montar el Cat Café surgió en Marta cuando se encontraba en Singapur de viaje con su familia. Le pareció una idea “absolutamente genial”, por lo que tras madurarla mucho tiempo, habilitó el espacio con el objetivo de sacar a los gatos adelante.

Nos cuenta que adquirir las licencias necesarias fue algo complejo, aparte de que, entendido desde un punto empresarial, montar un Cat Café presenta varias líneas de negocio.

Marta jugando con los gatos Oskar Gonzalez

Se necesita un personal que presente amplios ámbitos de conocimiento porque son muchas disciplinas las que hay que dominar. Casi todas las trabajadoras de El salón de mi casa son voluntarias, por lo que ella personalmente se ha encontrado con personas que querían trabajar pero que no tenían los conocimientos básicos. Ha sido necesario aprender sobre veterinaria, marketing digital, gestión de hostelería, protocolos de limpieza...

Marta nos explica que ellos son un centro de terapia con animales, aunque a la vez son una perrera, muy mejorada y muy bonita pues le gustaría que todas las perreras fueran así, pero entiende que para ellas es algo imposible y por tanto se trata de una gestión general “superdifícil”.

Por esto mismo, ha sido necesario sacarse el título de auxiliar veterinario, para poder realizar los procesos de aislamiento correctamente a la llegada de un nuevo gato y evitar que el resto se enferme. 

Marta con un gato en brazos Oskar Gonzalez

Además, Marta y sus compañeras se encuentran sacándose el título de terapeuta para poder hacer terapia con animales, y una de sus intenciones es llevarla hasta las residencias de ancianos, ya que suelen llevarse perros, pero considera que el impacto de los gatos también podría ser muy beneficioso al tratarse de animales más relajados. Cree que habría posibilidades y que todo sería hablarlo.

Y es que tal y como nos cuenta Marta, al estar con gatos se liberan una serie de hormonas que facilitan la relajación, lo que ocasiona que la escucha se haga de otra manera siendo influida por la química.

Por eso, aconseja que si hay que dar una noticia se haga en un sitio como estos o con animales, ya que venir aquí no deja de ser terapéutico: “Si tienes que decir eres el amor de mi vida o tu padre ha muerto se hace muchísimo mejor en un sitio como este”.

Diferentes formas de ayudar a los gatitos del café

Los gatitos de El salón de mi casa también posan para las fotos. Oskar Gonzalez

Para poder recaudar fondos para la causa, las chicas de El salón de mi casa pretenden sacar una línea de camisetas, sudaderas, marcapáginas, pegatinas, alpargatas, etc., y pedirle a los comercios una ayuda para poder dejar algo del catálogo en tienda y ver si consiguen venderlo.

De esa forma, podrían lanzar la marca y profesionalizarlo para contribuir a que no haya gatos en la calle. Aparte, el Cat Café ofrece diversas ofertas y eventos personalizados a los que poder optar para las visitas.

En caso de venir a cenar o a comer, no sería necesario pagar la entrada, además de que ofrecen opciones veganas en su carta. Toda la información se encuentra en su Instagram y en su página web, además de los pasos y las indicaciones para adoptar a alguno de los gatetes si nos enamoramos de ellos.

Un proyecto de empatía y responsabilidad para los más pequeños

Es necesario que los colegios se muestren abiertos para poder llevar el planteamiento hacia delante

Marta Rodríguez sonríe a la cámara rodeada de los gatitos de El salón de mi casa. Oskar Gonzalez

Tanto Marta como sus compañeras buscan ir a los colegios para hacer actividades con los niños en las que tratar capacidades como la empatía, la responsabilidad, las estrategias de defensa contra el bullying, etc. Y todo esto desde la perspectiva de los animales, pues así es mucho más fácil llegar a los niños mediante las reacciones químicas y hormonales.

Aparte de contarles quiénes son y lo que hacen, tocan el tema de la importancia de los animales en el ecosistema y cómo su desequilibro puede causarnos daño. Tratan el maltrato animal desde este ángulo utilizando la empatía.

Les piden a los niños que traigan un huevo y que ideen en él a su mascota ideal. Marta cuenta que la mayoría de las veces suele ser un unicornio, por meros motivos estéticos, por lo que ellas les hacen ver que los animales no son solo un exterior. Los meten de lleno en el terreno de los sentimientos y dejan de cosificarlos como objetos para verlos como animales sintientes.

Un gato del Cat Cafe sobre una mesa Oskar Gonzalez

De esta forma, se llevan el huevo a casa y tienen que cuidar de él durante tres días, con lo frágil que es, por lo que desarrollan responsabilidad y entienden lo que es tener algo a cargo. Le gustaría plantearles la idea a los colegios y a las AMPAS, para que en la siguiente cita vayan de excursión al Cat Café y traten todo el tema de los animales abandonados, cómo son excluidos y la importancia del entorno.

Ya lo han probado en Busturia y Marta confirma que los niños lo disfrutan mucho: “Concienciar sobre empatía y maltrato animal es una dinámica maravillosa y genera un positivismo tremendo”.