Si Mahoma no va a la montaña… la montaña −en este caso un club de remo con 40 años de historia− tendrá que ir a buscar a sus mahomas en Zarautz. Algo así ha ocurrido durante la última década del mandato de Jon Artola como presidente de Zarautz Arraun Elkartea. La actual junta se ha lanzado a recuperar la ilusión de los seguidores y aficionados al remo en la localidad costera, sobre todo entre el colectivo infantil y juvenil, en un plan no exento de dificultades.

El obstáculo principal al que se enfrenta el club de remo local es que, al no disponer de un puerto en condiciones, su sede se encuentra fuera de su territorio y a sus espaldas; antes en Getaria y Orio, ahora en Aia. “Las y los zarauztarras no ven remo durante el año por su situación geográfica. Es un hándicap muy grande”, subraya Artola. Para el exremero y presidente del club “es importante y vital que se produzca esa identificación con el pueblo. Al no estar visibles parece que no existimos y se sufre mucho, sobre todo a la hora de captar jóvenes y encontrar a chavales y chavalas a que descubran y conozcan el club”, afirma.

La invisibilidad a la que se refiere Jon Artola (Zarautz, 1977), profesor de educación secundaria en el Instituto Lizardi de su pueblo, es una barrera permanente que resulta complicada de romper. Algunas acciones, ya están dando sus frutos. La Txuleta Festa, por ejemplo. El plan gastronómico que aúna carne a la brasa y deporte regresa los próximos días 15, 16 y 17 de marzo a la plaza Munoa.

El evento servirá para recaudar fondos para el club, así como para estrechar lazos con el público local. La edición del año pasado fue “todo un éxito en el aspecto económico y mediático y además pensamos que el domingo iba a ser un día de trámite y se llenó la carpa con un aforo de 500 personas. Fue muy gratificante teniendo en cuenta lo que cuesta atraer a la gente al mundo del remo”, afirma.

El concurso de maestro parrillero es el gran reclamo del Txuleta Festa, que también cuenta con una comida popular y reúne a las sociedades gastronómicas del municipio en torno al evento. 

Jon Artola,presidente del club de remo de Zarautz Ruben Plaza

Vías de reenganche

El empuje del remo femenino, la inclusión del remo en el deporte escolar, la cuadrilla de los veteranos remeros de Badok 13 Zarautz… Se han puesto en marcha diversas fórmulas para situar la disciplina en el centro de la agenda deportiva y “atraer así a la gente y que descubran el club, que además tenemos unas instalaciones privilegiadas”.

¿Se ha logrado el objetivo que se había marcado al principio? “Quiero pensar que el trabajo que se ha hecho ha tenido sus efectos y que ahora hay más gente joven interesada que cuando llegamos nosotros. Aunque al final todo son ciclos y no sé si realmente han cambiado demasiadas cosas”, responde Artola.

Según cuenta, aterrizó en el club de una manera “totalmente casual”. Se había pasado los tres años anteriores viajando a bordo de un velero con su pareja fuera de la península. “Tenía la cabeza desconectada de Zarautz, del remo y demás”, resume. Primero fue reclutado como “mano de obra” y le encomendaron las tareas de balizamiento y cabotaje marino.

La directiva anterior había entrado en crisis y el remo pendía de un hilo en Zarautz. Ante sí, tenía un enorme desafío: reflotar el club. Iba para una legislatura y ya lleva diez años. Pero ya no seguirá al mando. Su compañera en la directiva y remera Nagore Arruti tomará su relevo en el cargo próximamente. Será a partir de la siguiente asamblea anual. Artola continuará vinculado a su club, aunque con “menos responsabilidades” y ayudando y colaborando en “las tareas que haga falta”, explica. 

¡A toda vela!


Travesía. Salió en un velero del puerto de Zumaia, llegó a las Canarias y le gustó tanto que ahí se quedó durante año y medio. Su pareja estaba embarazada y después de nacer el hijo de ambos, Unai, decidieron limitar la travesía y se quedaron la mayor parte del tiempo en las Islas Baleares. 


Profesor. Impartió clases a estudiantes de Formación Profesional durante dos décadas. Hace cuatro años se presentó a las oposiciones de profesor de secundaria y logró plaza en Lizardi Institutua. Está “encantado” con su trabajo y va todos los días a clase en bicicleta.