Lander Urkizu Urretabizkaia es un valiente, una de esas personas inconformistas que sabe dar cuando es debido un puñetazo en la mesa y cambiar, si hace falta, el rumbo de su vida. A ver quién se atreve, si no, a plantarse en Cádiz, pasada la cincuentena, sin apenas conocer la ciudad, con el fin de abrir allí un restaurante vasco.

Es lo que hizo en 2021 este guipuzcoano nacido en Lezo en 1967 y criado en Donostia, rostro muy conocido en nuestro entorno, pues fue durante décadas la cara más visible de la gasolinera y cafetería Allerru, estación de servicio situada al pie de la autovía A-1, a la altura de Lasarte-Oria.

Quienes conocen a Lander saben que se vuelca en su trabajo. De hecho, Allerru era mucho más que un simple bar de gasolinera: lejos de limitarse a cubrir el expediente con cuatro cosas en la barra y una cafetera, Lander cuidó siempre cada detalle, desde un completo menú que cambiaba diariamente, hasta una excelente tortilla de patata que contó, durante años, con todo un club de fans. Todo ello, sumado a un esmerado servicio y una decoración que hacía que olvidáramos que estábamos en un local “de paso”.

Pero, llegado un momento y por circunstancias personales, Lander sintió que era el momento de dar un cambio radical a su vida. Y tras analizar diferentes posibilidades entre las que no descartó incluso abrir un pequeño asador en su entorno, decidió que el cambio fuera total y apostó por la costa gaditana.

Y una vez tomada la decisión, Lander demostró, a propios y extraños, ser una persona de ideas fijas, llámenle “cabezón” si quieren. El caso es que se puso manos a la obra, miró locales en diversos municipios y, finalmente, contactó con su ahora amigo Patrick Lamarque, un “vasco de Burdeos” asentado en Cádiz, que le puso en contacto con una serie de personas a las que el donostiarra agradecerá toda su vida las atenciones que le dedicaron sin apenas conocerle: Antonio Lucero, quien le facilitó la adquisición del local en el que finalmente instaló su restaurante, y Álvaro Linares, prestigioso decorador local que habitualmente no acomete proyectos de modesto tamaño, pero que accedió a trabajar con Lander cautivado por la determinación e ilusión del vasco. Hoy es el día en que estas personas acuden frecuentemente a On Egin, nombre que Lander eligió finalmente para su local, y observan, satisfechos, cómo aquel por quien apostaron está realizando una excelente labor.

MUELLE 33 (SADA)

Y es que Lander ha sabido, desde el momento en que abrió el 9 de julio de 2021, ofrecer una calidad y un servicio que han conseguido que On Egin sea una referencia indiscutible y uno de los nombres más conocidos de la hostelería gaditana. A ello ha contribuido estar situado en la calle Plocia, una de las arterias más frecuentadas tanto por el público local como por el turístico, pero que nadie lo dude, si su apuesta se hubiera limitado a cautivar tan solo a ese mercado, este encantador restaurante hubiera sido una opción más en la Tacita de Plata. Al contrario, Lander se empeñó (de nuevo, la cabezonería) en abrir desde el minuto cero un buen restaurante vasco, que hubiera funcionado igual de bien en el centro de Donostia o en el corazón del Goierri, por poner dos ejemplos.

Así pues, en On Egin podemos disfrutar de una excelente tortilla de bacalao que no envidia a las mejores sidrerías, unas kokotxas de merluza al pil pil impecables, bacalao de primera, buen chuletón de vaca acompañado de pimientos al estilo Casa Julián, pantxineta… y una corta pero acertada selección de pintxos entre los que nos faltan la Gilda, la txistorra navarra, el Donostiarra o incluso el Oliyos, todo un homenaje a su tierra que ha hecho, para alegría de Lander, que la mayoría de su clientela sea local. Eso sí, este hostelero confiesa que su mayor satisfacción es cuando acuden vascos a On Egin y salen diciendo “que han comido de maravilla”.

Por supuesto, Lander es consciente de que nada de lo que ha conseguido hubiera sido posible sin el apoyo de un buen equipo en el que destaca la labor de la actual cocinera, Laura Cabello. Y nunca se cansa de afirmar, satisfecho y emocionado, que On Egin no existiría sin la implicación de su mujer, Digna Vidaurre, y su hijo Pol, que apostaron por él sin fisuras y le acompañaron en esta aventura sin retorno. Todas estas circunstancias hacen de Lander un hombre feliz y que intuyamos que tendremos On Egin para largo.