Si el 7 de abril daba cuenta de la potente semana gastronómica que organiza cada año la Sociedad Berazubi de Tolosa y la semana pasada contaba la reunión “carnívora” que tuvo lugar en Aitz Ondo Elkartea de Asteasu el 2 de mayo, la crónica de hoy orbita en torno a la muestra gastronómica que se ha celebrado, nada menos que por 36ª ocasión, en la Sociedad Euskaldarrak de Errenteria. Y es que, paradójicamente, en un momento en el que se está dando una evidente crisis en el modelo de estas asociaciones, que a lo largo de casi siglo y medio han tenido un papel clave en la gastronomía guipuzcoana, las que siguen empeñadas en ser referentes culinarias llevan a cabo eventos gastronómicos de un nivel difícilmente superable por congresos o campeonatos inyectados y potenciados por medios e instituciones.

Es el caso de la Muestra Gastronómica de Euskaldarrak, un campeonato culinario que pronto cumplirá su 40ª edición, que se dice fácil, y que conlleva un nivel organizativo y un compromiso digno de quitarse el sombrero, máxime cuando sus impulsores no reciben como premio a su esfuerzo más que palmadas en el hombro y, eso sí, la satisfacción del trabajo bien hecho.

Epicentro y espejo

Esta muestra convierte a lo largo de 14 días a Errenteria en el epicentro de las sociedades gastronómicas de Oarsoaldea y en un espejo en el que deberían mirarse el resto de las de la provincia. La dinámica es vertiginosa: durante dos semanas, de lunes a jueves, cada día acuden a Euskaldarrak dos miembros de tres sociedades de Errenteria, Lezo, Pasaia u Oiartzun que compiten con un plato que deben preparar al 100% en la propia sociedad, no pudiendo traer nada hecho de fuera. Cada pareja puede acudir a la hora que quiera y pasar el tiempo que sea en la cocina, pero todo debe hacerse en la sociedad y cara al público.

Asimismo, cada día un jurado diferente, siempre formado por cocineros profesionales, profesores de cocina o periodistas culinarios, prueba y evalúa las tres creaciones de la jornada ante la atenta mirada de los propios autores de los platos y docenas de asistentes que no pierden ripio de lo que allí se cuece, y nunca mejor dicho.

La seriedad es la norma básica del concurso: el horario de salida de los platos debe respetarse al máximo. El primero sale a mesa a las 20.30 horas y, a partir de ahí, cada 10 minutos sale el siguiente. En media hora los tres platos deben haber sido presentados y catados por los miembros del jurado, y la impuntualidad o el retraso son fuertemente penalizados, pues pueden afectar a la labor de los contrincantes. Según nos comentaron Ibai Karrera, coordinador de la muestra y Fernando Oiartzun, presidente de la sociedad, la seriedad de las normas hace que los participantes se las tomen a pecho y la formalidad es la tónica habitual del concurso. De hecho, para las 21.15 horas los tres platos han sido catados y puntuados individualmente por cada jurado y Karlos González, asesor gastronómico de la muestra, recoge las puntuaciones que no serán desveladas hasta el sábado de la segunda semana cuando, tras una cena en la que toman parte miembros de todas las sociedades participantes, se da a conocer el palmarés del campeonato que se guarda como el mayor de los secretos.

Esta formalidad, mantenida durante casi cuatro décadas, ha sido recompensada con el respeto por parte de los cocineros y cocineras que acuden como jurado. Así, este año y por puro amor al arte se han desplazado a Errenteria gentes de la valía de Iker Zabaleta (Aratz), Félix Manso, Elena Arzak, Hilario Arbelaitz, Iñigo Peña (Narru), Fernando Bárcena (BCC), Mendeku (Aker), Álex Barcenilla (Ziaboga), Josetxo Lizarreta (Irizar Eskola), Tibur Eskisabel o Manolo Iza, miembro fundador de la Nueva Cocina Vasca.

Los platos a catar, asimismo, no se quedan detrás y los “salseros” de las diferentes sociedades se sueltan la melena con creaciones dignas de los más reputados restaurantes. Para muestra, algunas de las propuestas a concurso de este año: txipirones rellenos con crujiente de torrezno; magret de pato con setas, cremoso de foie y salsa de cerezas; cigala con estofado de lentejas y caviar de piparra… ¿Quién dijo que ya no se cocina en las sociedades? Euskaldarrak ha conseguido no sólo que no se pierda esta costumbre, sino que la creatividad inunde los fogones de estos espacios históricamente considerados reductos de la más rancia tradición. Zorionak, ekipo!