Muchas recetas de nuestro día a día viene con apellido y se supone que algunos de ellos indican su origen: Unas veces, bastantes, es cierto y sirve para distinguir especialidades locales muy semejantes entre sí, pero otras recetas que servimos en nuestras mesas desde hace décadas llevan una denominación de origen cuando menos confusa.

Tortilla francesa, ensaladilla rusa, calamares a la romana, bollo suizo, napolitana, filete ruso, pizza hawaiana… son algunos ejemplos de esos apelativos geográficos que en el mejor de los casos es una referencia casual y popular que acaba siendo adoptada oficialmente. Estos son algunos de estos casos que siempre han estado ahí pero pocas veces hemos oído su porqué, su origen.

La tortilla francesa, tan de aquí como la de patata

Una tortilla francesa con queso y tomatitos Paul Goyette

Con batir unos huevos, añadirle un poco de sal y echarlos a una sartén con un poco de aceite caliente ya tenemos una tortilla francesa para cenar o para un bocadillo. Un clásico de cualquier hogar. La única pega es que el apellido no es real, no se inventó en Francia, aunque en su origen sí hay unos franceses, los del ejército de Napoleón. En concreto los que asediaron Cádiz durante

la Guerra de Independencia. Se supone que para entonces la tortilla de patata, y de otras hortalizas, ya estaba inventada, pero ninguno de estos ingredientes estaban disponibles durante el cerco francés. Así que los gaditano se limitaron solo a cocinar le huevo batido. Con tan notable éxito que se la bautizó, con cierta sorna, un tortilla a la francesa que acabó en tortilla francesa. Hubo franceses pero el invento es gaditano.

La ensaladilla no es rusa, pero un poco quizá sí

La receta de la ensaladilla rusa admite todo lo que se le quiera poner. Pannet

Plato veraniego, de picnic piscinero o comida campestre, incluso de día de fiesta la ensaladilla rusa es otra de esas recetas que nunca falta en el recetario familiar. Pero a pesar de su nombre su origen se halla en la tradición francesa. El chef franco-belga Loucien Oliver viajó a Rusia a mediados del siglo XIX y abrió un restaurante. En él inventó una receta de ensalada a la que llamó salad olivier. Aunque mantuvo su receta en secreto, se sabe que entre otras cosas llevaba carne de perdiz, carne de cangrejo, lechuga, patatas cocidas, olivas… y salsa de mayonesa para unirlo todo. Su éxito fue rotundo entre la clase alta. Pero llegó la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa y la pobreza limitaron los ingredientes más humildes, como son las patatas cocidas, las zanahorias, los guisantes y la mayonesa. Cuando se expandió por el mundo, se le cambió el nombre a ensaladilla rusa.

El arroz a la cubana es una versión de otro arroz a la cubana

Muchos son los que llaman arroz a la cubana al arroz blanco con tomate. Error. Para serlo necesita incluir un huevo frito. Pero sigue sin ser cubano, no se puede pedir en el país caribeño. Se trata de una reinvención posterior al desastre de 1898, cuando los españoles volvieron a la metrópoli. Los retornados quisieron replicar un plato cubano a base de arroz, tomate, huevo y plátano frito. Pero se dejaron fuera el plátano y reorganizaron lo demás. Mantuvieron el nombre y resultó un éxito por su sencillez, pero cubano cubano…

La napolitana, un bollo con chocolate que solo cruzó los Pirineos

Una bandeja con napolitanas saladas. Tamorian

Napolitana suena a Sicilia, a Nápoles, a canción tradicional italiana, pero solo eso. Este popular dulce de hojaldre y chocolate es un invento francés que en su tierra se llama pain au chocolat. En realidad es un bollo relleno de chocolate, aunque también se puede consumir en su versión de crema pastelera, otras cremas dulces e incluso rellenarlo con algún ingrediente salado. En algunos lugares la han rebautizado como garrote.

El popular filete ruso vino de allí pero mutó por el camino

Un tradicional filete ruso con su acompañamiemto. Kawanet

Este popular plato de la gastronomía española si bien de Rusia, pero si lo vieran no lo reconocerían. Ni nuestras madres tampoco el de allí, el steak tartar. Este es una especie de torta de carne picada especiada y aliñada a la que se le da forma de filete. La versión española incluye pan humedecido en leche, huevo, ajo, perejil y pimienta. Con la masa bien mezclada se hacen bolas que se aplastan. Se pasa por harina y se fríe. Por cierto, se distingue de la hamburguesa (que sí es de Hamburgo aunque la reclamen los estadounidenses) en que esta lleva solo carne especiada y se hace a la plancha.

La pizza hawaiana de piña que salió de Francia para llegar a Australia vía Canadá

A pesar del nombre sus raíces no están en el océano Pacífico. En el país de los galos se creó la torta hawaiana, una tostada con piña que dio a conocer el cocinero alemán Clemens Wilmenrod. Cuando la receta llegó a Canadá, el griego San Panopoulos la transformó en pizza añadiendo al base de queso y tomate además de la nombrada piña, jamón, tocino y otros ingredientes. El nombre de hawaiana lo cogió de la lata de piña. Su éxito fue mundial y se ha convertido en la favorita delos australianos.

Los romanos dieron el nombre a los calamares que llegaron de Japón

Un misionero jesuita, unos dicen que san Francisco Javier y otros que era un portugués, llegó a Japón en el sigo XVI con intención de convertir a los paganos orientales. Más allá de sus logros misionales, se hizo conocido por su costumbre de rebozar el pescado con huevo y harina en tiempos de Cuaresma, en tempora ad quadragesimae, para darle más potencia alimenticia. Y el invento llevó dos caminos, la llegada de la tempura a la cocina japonesa y el calificativo de a la romana para el rebozo en general y que solo ha sobrevivido en el caso de los calamares.

Cuando el suizo del bollo es un café y no un país

El primer bollo suizo no se amasó con leche de vacas que han pastado en prados de los Alpes suizos. El origen de este delicioso, tierno y popular dulce se encuentra en el Madrid del siglo XIX, más concretamente en el desaparecido Café Suizo de las calles Alcalá y Sevilla. Desde entonces ha servido de desayuno y merienda para muchos afortunados. No se pueden olvidar las medianoches, esos bocaditos de bollos suizos con un par de rodajas de chorizo.