Es curioso el apellido de Marta: Deulofeu, “Dios lo hizo”, nos aclara ella. Sin embargo, poco tiene que ver el “altísimo” en la trayectoria de esta guisandera que se ha valido por sí sola para salir adelante y no tiene miedo a los retos ni a las dificultades, por complicadas que estas parezcan.

Para muestra un botón: catalana, natural de Sant Feliu de Guixols (Girona), Marta se vino a estas tierras siguiendo a su corazón y en cuanto pisó suelo vasco una de sus prioridades ha sido aprender euskera, idioma en el que tras ocho años entre nosotros se desenvuelve bonitamente. 

Además, todo esfuerzo tiene su recompensa, pues fue precisamente una amiga del euskaltegi, Anita, residente en Albiztur, quien le dijo que había quedado vacante el ostatu de esta localidad. Así, el 24 de diciembre de 2021 Marta reabrió la persiana de este establecimiento en el que combina la atención al público con la alimentación diaria de los niños de la escuela local, tarea que lleva a cabo en un comedor trasero sin que interfiera al funcionamiento del servicio de restaurante, que se ofrece todos los días al mediodía, así como las noches de viernes a domingo. Pasado un año al frente de este local, Marta no tiene más que palabras de agradecimiento para las gentes del pueblo y sus clientes que le han acogido de una manera extraordinaria.

Cocinera autodidacta, Marta lleva toda la vida en hostelería, habiendo trabajado antes de trasladarse a Gipuzkoa en diversos restaurantes de su Costa Brava natal como el Club Náutic de L´Estertit, frente a las Islas Medas, al sur del Golfo de Rosas. Allí, Marta trabajaba una cocina mediterránea, de puerto. También trabajó en una perdida cala del Cap de Creus donde la comida se entregaba en “taxi-barca”, y no se le caen los anillos al comentar que también pasó cuatro años en un obrador de croquetas y pasta fresca de un puesto del mercado de Girona. Todo aporta experiencia.

Por supuesto, siendo Marta de Girona de toda la vida no iba a dejar de ofrecer en su restaurante algún toque de su tierra, así que en los menús de Albizturgo Ostatua encontraremos, además de platos tradicionales y guisos de siempre, sugerencias que nos aproximarán a los sabores del Mediterráneo, como los canelones de carne, plato que enloquece, literalmente, a los catalanes o una ensalada de bacalao con tomate confitado que está encantando a la gente. 

Asimismo, Marta se trabaja a mano sus propias antxoas en salazón caseras que pueden tomarse solas o como parte de la escalivada, una de sus comidas favoritas. También elabora otro plato tan de su zona como es el risotto de hongos, “eso sí”, subraya Marta, “un buen risotto, sin nada de nata”. Y no falta en esta casa el pollastre, un exquisito pollo de caserío con setas catalanas (rovellons, trompetes de la mort...) que de vez en cuando le proporciona su padre, Joan, cazador y, por lo tanto, recolector de setas. “Por algún motivo, algunos platos no terminan de encajar en el público vasco, como los caracoles con manitas de cerdo que preparo a finales del verano, platos de mar y montaña como el pollo con gambones, pero seguiré ofreciéndolos. Si sobra, ya me los comeré yo con mis hijos”, afirma esta catalana irredenta.

Y, cómo no, estando en Albiztur, cuna de las que, se comenta, son las mejores alubias de Tolosaldea, no podía faltar en el ostatu la opción de disfrutar de una buena alubiada. Marta la factura a 22 euros, sirviendo por ese precio alubias de los caseríos del propio pueblo que pueden repetirse hasta hartarse, acompañadas de berza, piparras de Ibarra, morcilla, costilla y chorizo. El precio incluye, igualmente, vino del año o agua, postre casero a elegir y café. “Me llamaron mucho la atención las alubias cuando llegué aquí”, nos comenta Marta, “sobre todo, por el hecho de que son justo lo contrario de nuestra legumbre más común, el fesolet, una alubia blanca con un punto negro. También me chocó ver que cocéis todo, alubias y sacramentos, por separado. Nosotros las cocemos y las salteamos con butifarra. En cualquier caso, me encantaron desde que las probé. Al principio me costó un poco cogerles el punto porque las cocía en olla alta y la alubia necesita espacio. Pero creo que he aprendido a prepararlas bien”. El que esto firma puede dar fe de ello.