La incontestable victoria de la semana pasada (4-0) contra el Portugalete, un equipo de oficio y peso en la categoría, no fue una casualidad y el Beasain volvió a demostrar ayer que ha llegado al play-off de ascenso a Segunda B para asumir el reto de volver a la división de bronce del fútbol estatal. Han pasado quince años desde el descenso a Tercera, sellado en el viejo Loinatz el 15 de junio de 2002, al no poder remontar ante la Gimnástica de Torrelavega (2-2) el gol encajado en la ida. Pero el Beasain puede soñar, porque ha llegado al momento clave de la temporada crecido, y acelera de 0 a 100 en pocos segundos.

Los vagoneros defenderán una renta de cinco goles el próximo domingo en Lorca (12.00 horas), ante un rival apocado y endeble en defensa, sometido ayer de principio a fin y que tiene por delante una difícil semana tras el palo de ayer.

Los vagoneros han convertido Loinatz en un fortín, impulsado por los casi 1.300 aficionados que, al igual que la semana pasada ante el Portugalete, ayer llevaron en volandas a los locales. Sin respiro al rival, los pupilos de Urtzi Arrondo se abonan a la estrategia de golpear primero y continuar zurrando; sin contemplaciones. Ayer también pegaron pronto, con un tanto a balón parado en el minuto 24 (Kintana), al que dio más valor otro gol a la salida de un córner al filo del descanso, obra de Jon Ander, el máximo goleador de la temporada. Su tanto desató al Beasain.

La segunda mitad fue un vendaval de juego y ocasiones, con un segundo gol de Kintana, también a balón parado (3-0); otro de Asensio (4-0) y, nada más sacar del centro del campo, el último de Jon Ander (5-0), que también marcó dos al Portu. De nuevo, un partido redondo de los vagoneros, con una gran actuación incluso de su portero, Iturbe en esta ocasión.

La proeza está lejos aún. Hay que ganar tres eliminatorias para lograr el ascenso a Segunda B. La primera de todas parece encarrilada. Jugando así, es posible soñar.