donostia - El periodista nacido en Holanda y residente en Madrid aboga por un periodismo reflexivo, en el que, con el argumento del fútbol, los relatos humanos son protagonistas. Viajar y el deporte rey son las pasiones de David Ruiz de la Torre, que durante muchos años trabajó en Marca elaborando historias como las que cuenta en su libro. Ahora es freelance: “Colaboro en El Confidencial, una web mexicana llamada mediotiempo.com, y publico entrevistas y reportajes en la revista alemana Kiker y en la web de la MLS (liga norteamericana). También hago cosas de marketing deportivo y en su momento ayudé en el tema del scouting a algunos equipos”. Todos estos conocimientos los ha volcado en Fútbol que estás en la tierra. “Contar historias de fútbol de todo el mundo en un solo libro es algo que nunca se había hecho”, dice con el orgullo de haber escrito un libro cuya lectura se disfruta de principio a fin.

Viajar y fútbol. ¿Cuándo surge esa combinación en su vida?

-Viajar es algo que siempre me ha gustado y mi padre me inculcó siempre el tema del fútbol. Desde que eché los dientes tengo esa combinación en mi vida. Mi primer viaje de trabajo fue en SER Móstoles, un partido de Copa que el Getafe jugaba contra el Sestao en Las Llanas. Fue bonito porque el Getafe pasó por el valor doble de los goles marcados fuera. Eso sería en 1991 o 1992. En general, viajar es la mejor forma de educarnos, de abrir la mente y de darnos cuenta de lo afortunados que somos en el primer mundo. De conocer las diferentes culturas, respetarlas y aprender a ser más humanos. Recomendaría a todo el mundo que se lanzara a viajar porque es algo que te ayuda a conocerte y a conocer a los demás.

Al entrar a trabajar en

-Cuando aterrizo en fútbol internacional en 1996 empiezo a hacer un poco de todo. Recuerdo, por ejemplo, que el Valencia estaba intentando fichar a Roberto Baggio y fui a Milan a intentar hablar con él, cosas típicas en el periodismo del día a día. Luego fui proponiendo viajes. Siempre he creído que al periodismo tranquilo, como lo llamo yo, no se le da el valor que debería tener, porque a la gente, si le ofreces buenas historias, lo agradece. Siempre he creído en el periodismo humano, mezclado con lo deportivo, escribiendo historias de personajes anónimos que realmente hacen grande este deporte. Sobre esta premisa, durante muchos años planteé viajes para hacer historias. Proponía proyectos para hacer reportajes en distintas partes del mundo. Salió bastante bien, hasta que, como pasa en todas partes, hubo cambios y no se vio tan interesante.

Varios capítulos del libro, por ejemplo, están localizados en Oceanía.

-Fue uno de los proyectos, se me ocurrió la idea de intentar descubrir cómo era el fútbol en el continente en el que no es el deporte mayoritario. Hay mucho fútbol y lugares recónditos donde este deporte se vive de una forma especial. Aprovechando una eliminatoria mundialista que enfrentaba a Australia con Islas Salomón, armé un proyecto y estuve dos meses viajando por Oceanía. Con objetivos claros y otras historias que fueron surgiendo, como en cualquier viaje.

Pocos periodistas deportivos habrán viajado tanto a África como usted.

-Conozco a unos cuantos fuera de España que son africanistas como yo. África es un continente que crea adicción una vez lo conoces. Lo he recorrido mucho con la excusa del fútbol y he conocido las maravillas que esconde. Cómo se vive el fútbol allí te contagia. Si me tengo que quedar con un campeonato, es con la Copa de África, por todo lo que rodea. Vuelves otra vez a tu etapa infantil, disfrutas como un niño viendo cómo la gente disfruta tanto con tan poco. Ahí nos dan una lección.

¿Se queda con alguna historia de las 40 que relata?

-Todas te dejan algo. Algunas te tocan más la fibra que otras, el viaje que hice a El Chad me marcó por las circunstancias, tuve la oportunidad de estar cerca de gente que estaba sufriendo, y ver el poder que tiene el balón entre los niños es alucinante. Es increíble la cara de muchos de esos niños cuando tocan por primera vez el balón en su vida, porque jugaban con cosas redondas pero no con un balón de verdad. Ves la cara que ponen y descubres lo que es la felicidad. Nada se acerca a eso. Aprendes tanto viajando de pequeñas cosas y detalles que te hacen recapacitar y pensar en lo afortunado que eres.

La foto de portada es un niño con un balón deshinchado.

-Es un niño de Guinea Ecuatorial. De alguna forma, es un homenaje a todas las personas que adoran el fútbol pero no han tenido la fortuna de hacer de ello su profesión. El futbolista desconocido es el que realmente da sentido a este deporte. Los grandes futbolistas que vemos cada día en televisión ni siquiera existirían sin todos esos héroes anónimos.

Sus historias son un periodismo muy alejado del día a día.

-Sí, es una llamada a eso. El periodismo ha tomado derroteros que le están llevando a su destrucción. La gente cada vez se fía menos de lo que le contamos. Defiendo volver a los orígenes del periodismo, el más genuino y el que realmente tiene un valor social. Deberíamos ser también educadores, ayudar a formar personas. Estas historias ayudan a que la gente al menos recapacite y vea cómo vive la gente el fútbol en Bosnia, Irak o Mongolia, que la gente se pare a pensar y sea consciente de la suerte que tenemos. Es un periodismo reflexivo, lento, para saborearlo, y tratar de sacar conclusiones que ayuden a que seamos mejores. El periodismo que practicamos o vemos todos los días va en la línea contraria. Me da pena la deriva a la que llevamos el periodismo deportivo, hay caminos mucho más bonitos que hablar de un entrenamiento o de un cotilleo de vestuario.

En algunos de sus relatos se implica personalmente. Por ejemplo, en Vanuatu (Oceanía) pone el dinero de su bolsillo para que unos niños puedan jugar un torneo.

-Cuando estás inmerso en algo así, te implicas tanto no puedes no hacer nada. Qué es para mí ese dinero. Es su felicidad y la mía viendo cómo jugaban a fútbol. Son experiencias que no tienen precio y que no se te van de la cabeza. Esos niños disfrutan del fútbol como si fuera la última cosa que van a hacer.

¿Lee literatura deportiva? ¿Recomendaría algún autor?

-De lo que más me ha satisfecho del libro es que el prólogo sea de Eduardo Sacheri, para mí el número uno en la literatura deportiva, sobre todo en la del fútbol que enlaza con los valores humanos. Tengo la suerte de conocerle, le pedí si podía prologar el libro y me hizo un cuento precioso, que refleja lo que yo quería expresar. Recomiendo cualquier libro de Sacheri. Emociona con la palabra.