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Ayestarán toma el mando

banquillos el técnico beasaindarra lidera la liga israelí al frente del maccabi de tel aviv tras iniciar con buen pie, hace dos años en méxico, su carrera como primer entrenador

Ayestarán toma el mandoFoto: N.G.

donostia - En el mundo del fútbol, durante un tiempo, la figura de Pako Ayestarán (Beasain, 1963) se vio asociada irremediablemente a la de Rafa Benítez. El técnico guipuzcoano fue durante más de una década la mano derecha del entrenador madrileño, participando de lleno en las dos Ligas del Valencia en 2002 y 2004, por ejemplo, o en la Champions del Liverpool en 2005. Llegó un momento en 2007, sin embargo, en el que los caminos de ambos se separaron. Ayestarán trabajó a partir de entonces en Valencia (de nuevo), Real Sociedad (apenas unas semanas), Benfica o Al Alhy, hasta que en 2013 asumió por primera vez en su carrera el mando de una plantilla profesional. Casi 20 años después de dirigir al Beasain, se marchó a México para entrenar a los Tecos de Guadalajara, iniciando así una trayectoria en los banquillos que se antoja prometedora.

El preparador goierritarra atiende la llamada de NOTICIAS DE GIPUZKOA desde Tel Aviv, en Israel, donde dirige desde agosto al Maccabi en su segunda aventura como técnico. De momento, las cosas marchan tan bien como en la primera. “Aunque podrían ir todavía mejor”, apostilla Ayestarán. “He llegado a un club con un nivel de exigencia alto. Hemos ganado el primer título, la Toto Cup, el equivalente a la Copa de la Liga de Inglaterra. Estamos en semifinales de la otra Copa, el equivalente a la Copa del Rey en España. Y en la liga somos líderes con cinco puntos de ventaja sobre el segundo, ya dentro del hexagonal por el título. Tenemos opciones de completar el triplete, pero aquí da la impresión de que no es suficiente” agrega un entrenador a quien, de momento, los resultados le avalan.

A un paso del ascenso

Primero tuvo éxito en México. Desde un principio. “El recuerdo es muy positivo. El club militaba en segunda, había confeccionado un equipo para ascender y, tras seis jornadas, estaba en puestos de descenso. Llegamos nosotros y en el Apertura no alcanzó para entrar en el play-off. Pero luego me permitieron retocar la plantilla en invierno y ganamos el Clausura. El formato de ascenso allí enfrenta a los campeones de los dos torneos, a doble partido. Empatamos sin goles en casa, y a uno fuera. En cualquier otro país habríamos ascendido. Pero nos la tuvimos que jugar en los penaltis, y nos quedamos sin subir”. Los directivos pidieron tras el encuentro a Ayestarán que siguiera con ellos, lo cual no implicaba necesariamente continuar en Tecos. “Son también los dueños de Pachuca y de Tigres, dos clubes de Primera. Antes del partido de vuelta de la promoción, además, me llamaron desde Chivas, una entidad importantísima allí”. Pero ninguna de las opciones salió adelante.

Así, Ayestarán inició el pasado verano sin equipo. Pero enseguida comenzaron a llegar más ofertas. “A finales de agosto manejaba tres diferentes”. Y llegó entonces la conversación que le llevó a dar el paso de aceptar una, la cuarta. “El dueño del Maccabi de Tel Aviv es un canadiense de origen judío que se ha hecho prácticamente millonario desde la nada, con una empresa basada en los procesos. Y eso es lo que quiere instaurar en el fútbol. Hablamos de un club con un rendimiento basado en esos procesos, sin prisas. Y además me llamaron la atención los objetivos marcados por encima del propio fútbol, consistentes en valores como hacer ver a la sociedad israelí que, a través del método y del sacrificio, se pueden romper muchas barreras. En este deporte es difícil encontrar dueños o presidentes con esa filosofía. Y por eso vine a Israel, uniéndolo todo a que el trabajo previo de Jordi Cruyff (el director deportivo) era muy bueno, creando una estructura de garantías”.

Agosto, mal momento

El técnico beasaindarra aterrizó en Israel a finales de agosto, tras la dimisión del catalán Óscar García, a cuyas órdenes el equipo había caído eliminado en la previa de la Champions y llevaba camino de sufrir un nuevo varapalo en la Europa League. El mismo día en el que la Real ganó 1-0 al Krasnodar en Anoeta, el Maccabi perdió 2-0 en Grecia contra el Asteras Trípolis. Fue el último encuentro del anterior entrenador. “En el encuentro de vuelta aún no me senté en el banquillo. Se jugó un buen partido (3-1), pero nos quedamos fuera. Después vi los vídeos de la eliminatoria anterior para la Liga de Campeones y pienso que haber batido al Maribor era un objetivo factible que no se logró. El Maccabi tenía mejor equipo, pero en aquel momento no estaba al nivel requerido y se escapó la oportunidad”, recuerda Pako Ayestarán.

No comenzó bien la campaña para el conjunto hebreo, que a los mandos del entrenador guipuzcoano ha conseguido enderezar el rumbo. Ahora arrancará con ventaja la liguilla final por el título, en la que se enfrentan a doble vuelta los seis primeros clasificados, contabilizándose los puntos sumados durante el torneo regular. Pero la buena situación en la tabla no satisface del todo al entorno del club. “Da la impresión de que la ventaja tendría ser de diez puntos, ganando siempre todos los partidos, y por goleada además. Pero el fútbol actual es difícil. Hay un par de equipos más en la liga que han confeccionado plantillas competitivas. En cualquier caso, nosotros seguimos aspirando a hacer historia, porque el Maccabi de Tel Aviv nunca ha conquistado los tres títulos en una misma temporada”, indica Ayestarán, que afronta un contraste importante de cultura futbolística.

“Está siendo difícil, por historia y por tipo de juego. El fútbol en Israel difiere del que está teniendo éxito en Europa últimamente. Aquí no tiene pausa. Está determinado por las transiciones rápidas y por la incorporación de muchos jugadores al ataque. Los equipos se hacen muy largos. Tienen una tendencia ofensiva que muchas veces va unida al desorden. Y eso al público de Israel le gusta. Lo primero que te dicen es: Hacia arriba, hacia arriba. Pero el juego que propongo y en el que baso el rendimiento del equipo es mucho más controlado. Intento actuar con las líneas más juntas, tanto al atacar como al replegarnos. Apuesto en mayor medida por el juego posicional, por apretar arriba todos juntos... Pero a veces te das cuenta de que a la gente le cuesta conectar con este fútbol. Por eso no está siendo fácil”, explica el técnico guipuzcoano.

Tendencia resultadista

Como a un elevado porcentaje de entrenadores profesionales, a Ayestarán le está tocando hacer frente a la tendencia a analizar en exceso el corto plazo existente en el mundo del fútbol. Y eso que su equipo es líder. “Este deporte cada vez es más resultadista. La palabra entrenador viene de entrenamiento. Pero este concepto se está perdiendo. No se valora a los técnicos por su capacidad o por lo que se vislumbra que pueden conseguir a medio-largo plazo si les das tiempo. Lo que prima es el resultado, muchas veces sin entrar a valorar si el entrenador es bueno o es malo”, dice Ayestarán, que en el Maccabi combina la excesiva exigencia del entorno con la dirección de una plantilla a la que no duda en elogiar.

“Tengo un gran grupo. El equipo ha sabido interpretar cuál es mi filosofía. El que lo merece, sea quien sea, está en la cancha. Han entendido el mensaje. La única dificultad que hemos podido tener en algún momento reside en que quizás la plantilla estaba diseñada para jugar de otra forma, con otro sistema. Y en algunas posiciones hemos estado sobrecargados de efectivos, lo que siempre dificulta la gestión”, concluye el guipuzcoano, que no ofrece demasiadas pistas sobre su futuro. Termina contrato en junio, y dice que está “abierto a todo”, tanto a continuar en el Maccabi como a cambiar de aires. “Nunca se sabe. Se trata de intentar conseguir los objetivos esta temporada, de ver luego hacia dónde quiere ir el club y de evaluar si a las dos partes nos interesa continuar juntas”. Ofertas no le faltarán.