Irun. No. No es una bravuconada. Ni una excentricidad. Y han leído bien. Los 300 espartanos del Real Unión defienden su salida de los peligrosos puestos de descenso contra el temible ejército rojo del Nàstic de Tarragona, el terror de los campos de Segunda (18.00 horas, Stadium Gal). Todo esto viene a cuento de la película 300 (Zack Snyder, 2007), basada en el cómic de culto de Frank Miller.
La historia la contó con mucha chispa el técnico Iñaki Alonso. Y tiene su punto, ya lo entenderán. "Cuando veníamos de Murcia les puse una película a los jugadores. 300, la del ejército de los 300 espartanos que se enfrentó contra ejércitos muy superiores y les venció. Lo hacía porque era una máquina perfecta de defender y atacar, iban todos a una, no dejaban ni un resquicio y estaban perfectamente compenetrados. Eso es lo que tenemos que ser nosotros, sin renunciar a nuestro estilo de ser agresivos e ir a buscar los partidos. Porque cuando un espartano, porque mataron a su hijo, hizo la guerra por su cuenta, entonces tuvieron problemas. Ya se lo he dicho a los jugadores: de ahí debemos sacar conclusiones, ir todos a una. El público, exigir, sí, pero también animar más que nunca, y así no resquebrajarnos. Porque si lo hacemos, corremos el riesgo serio de caer".
Bien, pues esos 300 espartanos unionistas de Iñaki Alonso se enfrentan esta tarde contra el gran desafío de salir de nuevo de los puestos de descenso recibiendo en el Stadium Gal al peor rival para luchar por ese objetivo, un Nàstic que es el mejor equipo de Segunda a domicilio con cuatro victorias y un empate en seis salidas. Los tarraconenses han sacado lejos de su campo 13 de los 19 puntos que tienen en su casillero, lo que significa que sólo con lo que han puntuado fuera de casa llevarían un punto más que el Real Unión. Números que darían miedo, de no ser porque está confirmado y comprobado que donde el equipo unionista da su verdadera medida y ofrece su mejor versión es en su estadio delante de sus aficionados. Ocho puntos de doce que tiene dan fe de ello.
Y a eso se agarran por Irun para afrontar un partido de máxima presión, porque viendo las dificultades que está encontrando para puntuar lejos de su estadio, los unionistas se han conjurado para evitar que se escapen más puntos de Gal. Ahí estará su salvación. Quieren poner una coraza perfecta como la de los 300 espartanos para responder las acometidas de rivales que están en clara superioridad. No se olviden del tema de los presupuestos, por eso el ejemplo no está mal traído, porque Iñaki Alonso no deja nada al libre albedrío.
Para conseguir todo esto, el técnico de Durango se verá obligado a introducir cambios una semana más, por culpa de las bajas obligadas de Montoro por lesión y Gabarain por sanción. Al menos recupera a Markel Robles, Juan Domínguez y Aitor Sanz, que apuntan a titulares. Aunque la alineación es más que nunca una incógnita, por culpa de la seria duda de Paul Abasolo. El vizcaino hizo una última prueba ayer para ver si estaba recuperado del esguince de tobillo que se produjo el miércoles y, aunque los médicos le aconsejan parar, él dice que está bastante recuperado y quiere jugar. Apunta a banquillo para no arriesgar, aunque no descarten nada. Por su parte, el Nàstic, al que acompañarán unos 100 seguidores en las gradas, llega con bajas importantes (Walter en la izquierda, Mairata y Redondo por lesión, y Miguel Ángel por sanción), pero también con toda su pólvora arriba, los peligrosos José Mari, Roberto, Campano, Morán, Rubén Navarro... y con César Ferrando esperando a cerrar su once hasta no ver campo y tiempo. Es un partidazo para el Real Unión, clave para su salvación. Olvídense ahora de la Real, que llega el Nàstic. Sabrá mejor pensar en Anoeta con los tres puntos de Gal, ¿no?