Este partido, el disputado por la Real Sociedad el sábado ante el todopoderoso Barcelona en el Estadi Johan Cruyff, saldado con una inmerecida derrota por 2-1, puede sumarse a los hitos logrados por el conjunto femenino del club txuri-urdin en sus 18 años de historia. Obviamente, no por el resultado cosechado, sino por cómo desarboló el equipo guipuzcoano al culé durante gran parte del encuentro y lo que pudo suponer… La Real ha sido el contendiente que más cerca ha estado de superar, en el marcador porque en el juego sí lo hizo, a un invicto Barça tanto en la Liga Femenina como en la Champions League, competiciones en las que solo conocen la victoria esta temporada. “Demostramos que estamos creciendo y cada vez más cerca de las mejores”, señaló ayer en su cuenta de Twitter la capitana Nerea Eizagirre; mensaje que posteriormente corroboraron algunas de sus compañeras.

El planteamiento que puso en liza Natalia Arroyo, en su partido número 80 (con el que iguala a Gonzalo Arconada en el ranking de entrenadores con más duelos dirigidos), superó al de su oponente y solo en el tramo final y tras un gol en, presuntamente (en la Liga F no hay VAR que lo verifique), fuera de juego pudo ganar el campeón liguero. “El equipo buscó la victoria, no solo hacerle frente al Barça. El equipo buscó ganarles y sentimos que se podía”, reconoce la entrenadora txuri-urdin. 

Dos acciones a balón parado, mediante las que marcaron las locales, acabaron con un sueño que fue más real que nunca. “Los dos goles nos vienen de ese córner y dice mucho de lo que fuimos capaces de hacer. Al final, los detalles marcaron la diferencia”, precisa Arroyo. Cabe reseñar que el cuadro azulgrana se presentaba en esta undécima jornada con diez victorias en su haber, saldadas con 43 goles a favor y solo tres en contra. Su última derrota en la Liga, además, se remonta a hace año y medio, concretamente al 1 de junio de 2021 ante el Atlético de Madrid (4-3), y en feudo blaugrana a hace casi cuatro años, el 13 de febrero de 2019 (contra el Sporting de Huelva, por 2-3) y la Real estuvo a punto de protagonizar una gesta al alcance de muy pocos. Por no decir de ninguno, de momento.

Como prueba, hay que destacar el dato que indica que el bloque de Jonatan Giráldez no ha ido perdiendo esta temporada (ni en la Liga ni en la Champions). De hecho, la última vez que lo hizo fue en la final de la Champions League de la campaña pasada, contra el Olympique de Lyon, en un enfrentamiento que perdió por 1-3. Y el sábado la Real logró ir ganado durante 18 minutos; algo que no había conseguido ningún otro rival este curso. Y solo fue perdiendo desde el último minuto del choque más el tiempo de prolongación. Sí, es cierto que las realistas estuvieron durante todo el encuentro nadando para finalmente ahogarse en la orilla, pero la imagen que dejaron les debe ayudar para afrontar con moral y confianza lo que resta de curso después de demostrar que pueden hacer frente al gran líder.

Válido para el futuro

Este partido, por tanto, servirá a la Real para poder asentarse en ese escalafón al que se subió con el título copero de 2019, que ganó al Atlético de Madrid en Granada, y que lució el ejercicio pasado con su también histórico subcampeonato liguero que le ha permitido participar, por primera vez, en una competición europea. El Bayern de Munich privó a las blanquiazules, que adolecieron del poso y saber hacer que otorga la experiencia, de disputar la fase de grupos del torneo continental, pero este choque también supuso un paso más.

Ahora han vuelto a demostrar contra el más grande que pueden habitar y pelear en la cima del fútbol femenino. “Este tipo de actuaciones y de expresiones contra un grande esperas que tengan premio y mérito. Nos pusimos el listón ahí, con las mejores, y tenemos que ser capaces de repetirlo cada semana. Con este tipo de partidos van a ocurrir cosas bonitas”, expresa una orgullosa Natalia Arroyo. Y es que la Real bajó a la tierra al intratable Barça. Ahí es nada.