Eneko Andueza, un torero de salón al servicio del aparato

Cuando solo era parlamentario de a pie o, incluso, portavoz en Juntas Generales de Gipuzkoa, Andueza lucía unas lupas de aumento como las de Manolito, el famoso personaje de Elvira Lindo. La diferencia entre el de Eibar y el de Otxandio es que, mientras la metamorfosis del segundo atiende al cálculo de unos cabezas de huevo, el cambio de look del socialista solo tiene relación con la comodidad y (probablemente) la humana coquetería.

Casi apuntaría este humilde retratista que más con lo segundo. Sobre todo, porque el contra muchos pronósticos designado en 2021 secretario general de los socialistas vascos es un ser humano que se quiere a sí mismo, lo cual no es un apunte negativo. Al contrario, la autoestima, en su justa medida, es uno de los requisitos que debe reunir un líder político.

Militante desde los 27

A la sombra de Arriola Natural de Eibar, histórico feudo socialista, Andueza lleva militando en el PSE 27 de los 44 años que tiene. Su carrera se ha fraguado a la amplia sombra del todavía consejero de Planificación territorial, Vivienda y Transportes del Gobierno vasco, Iñaki Arriola, que fue alcalde de la localidad armera durante nada menos que tres lustros. La conexión entre el joven afiliado y el ya por entonces veterano militante -un fontanero de los de la vieja escuela- fue, según se cuenta, instantánea. 

La ductilidad de Andueza y su disposición a realizar cualquier tarea que se le encomendase sin hacer preguntas le hicieron ir subiendo en el organigrama, siempre arropado por su protector.

Así fue como el licenciado en Ciencias Políticas por la UPV/EHU fue pasando pantallas sin sucesión de continuidad. De ayudante del alcalde a teniente de alcalde, a representante en Juntas Generales de Gipuzkoa y parlamentario en la cámara de Gasteiz desde 2016, desde donde, sin haber destacado en absoluto, dio el salto a la secretaría general del PSE, cuando Idoia Mendia decidió hacerse a un lado. Las interpretaciones sobre su elección incidieron en la falta de fondo de armario del partido que le ha disputado la hegemonía al PNV en más de unas elecciones. También se habló de que, por primera vez, el líder del PSE no era vizcaino. 

Casualidades o no, muy poco después de su entronización, Andueza se domicilió en Portugalete, Bizkaia, el mismo municipio, por cierto en que está censado el aspirante jeltzale Imanol Pradales.

Amante de la llamada fiesta nacional hasta la médula-tiene publicados tres libros , a cada cual más entusiasta, de temática taurófila-, desde su elección se ha distinguido por clavar incontables banderillas dialécticas a su socio en el Gobierno vasco y en la mayoría de las instituciones importantes de los tres territorios. En más de una ocasión y en más de tres, los jeltzales han tragado quina ante las invectivas del eibartarra.

Con todo, asegura cada vez que se lo preguntan (cientos de veces) que no hará lehendakari al candidato de EH Bildu. Pocos le creen. Ya no tanto por lo que pueda hacer después del 21 de abril, sino porque nadie con un somero conocimiento de la política piensa que la decisión esté en sus manos. Andueza hará, como siempre, lo que le manden.