La que puede calificarse de decisiva Cumbre del Cambio Climático de Naciones Unidas (COP 28) se está celebrando en Dubái en un contexto de acuciante necesidad de acordar medidas contundentes para frenar de manera urgente el calentamiento global, aunque plagada de paradojas y contradicciones que difícilmente casan con el trascendental objetivo marcado en la cita. No se trata sólo de subrayar la absoluta incongruencia que supone la elección como sede de esta cumbre del clima de Dubái, un país cuya pretendida sensibilidad hacia el cambio climático no se compadece con su apuesta por los hidrocarburos, y que en el fondo lo utiliza como una campaña de imagen. El secretario general de la ONU, António Guterres, ya advirtió en su discurso inaugural del encuentro que “no podemos salvar un planeta en llamas con una manguera de combustibles fósiles”, frase que encierra un claro mensaje que refleja a la perfección la generalizada desconfianza hacia los gobiernos ante el flagrante incumplimiento de los compromisos que han ido adquiriendo en los últimos años envueltos en buenas palabras. Periódicamente los científicos advierten de que la temperatura del planeta sigue batiendo récords mes a mes y año a año y de la generalización y virulencia de sequías, inundaciones, incendios, huracanes y otros fenómenos meteorológicos extremos, sin que puedan apreciarse cambios significativos y audaces en las políticas que pongan freno a los combustibles fósiles y apuesten de manera más decidida y expansiva por las energías renovables con el fin de alcanzar el objetivo marcado en la cumbre de París en 2015 de reducir la temperatura media global en 1,5 grados respecto a niveles preindustriales. Estos días y hasta el próximo 12 de diciembre, más de 70.000 participantes y representantes de más de doscientos países discuten sobre estas cuestiones en una de las últimas oportunidades para alcanzar acuerdos que supongan saltos cualitativos contra el cambio climático. Los primeros pasos de la cumbre inciden en las paradojas que la atenazan, desde el primer fondo de pérdidas y daños para los países más vulnerables o la introducción de la salud en el contexto climático a la insólita exclusión de los efectos de las guerras en la crisis o la tradicional ausencia de países especialmente contaminantes. Mientras, el planeta continúa “en llamas”. l