Si bien es cierto que la escalada bélica entre Hamás e Israel se mide en víctimas civiles y en un absurdo pulso de predisposición a señalar los excesos de uno de los bandos enfrentados y edulcorar los de otro, en función de las afinidades ideológicas de los partidos y los gobiernos europeos, lo que no se puede obviar es la desproporción de la ofensiva israelí contra la población de Gaza. Ayer mismo se conoció la matanza de más de 500 personas en un hospital de Gaza tras uno de los múltiples bombardeos. Más de 1.000 niños han muerto en la Franja de Gaza en once días de conflicto, según denunció ayer la ONG Save the Children. Y muchos más están en riesgo de muerte, ante la carencia de alimentos, electricidad e incluso agua (el consumo de agua no potable va a hacer proliferar enfermedades), violando cualquiera de los tratados de Derecho Humanitario Internacional. Tanto las Convenciones de Ginebra de 1949 como los protocolos adicionales suscritos en 1977 sientan la base de un marco de derecho. Según el mismo, la regulación de los conflictos internos e internacionales compromete a sus firmantes a cumplir con parámetros humanitarios en su desarrollo. Concretamente, los protocolos adicionales son un exhaustivo articulado que desarrolla la protección de la población vulnerable no combatiente y sus bienes. No faltan, por tanto, parámetros para construir un espacio de garantías para las ciudadanías israelí y palestina; falta la voluntad de protegerlas y no hacer de ellas rehenes de los intereses de cada parte. El Estado de Israel está obligado por las Convenciones de Ginebra desde su adhesión en 1951 y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), las suscribió, junto a los protocolos de protección de la población civil, en 1989. Sin embargo, estos protocolos no están suscritos por Israel ni, por supuesto, por Hamás, lo que dibuja un conflicto armado entre dos fuerzas que no se sienten en la obligación formal de respetar a la población indefensa. Sólo la presión diplomática internacional puede introducir criterios humanizadores en la brutalidad en marcha. Ni el asesinato premeditado de civiles israelíes perpetrado por Hamás ni la ofensiva indiscriminada del ejército hebreo y el bloqueo de la ayuda humanitaria sobre la población de Gaza tienen cabida en los términos del derecho humanitario que debe ser la base del señalamiento de crímenes de guerra con independencia de quién los cometa. Si Israel no cumple con el derecho internacional podría estar cometiendo crímenes de guerra.