La campaña electoral que oficialmente comenzó a medianoche ofrece diferentes lecturas dependiendo del ámbito en el que se ponga el foco del análisis. Se trata de una cita que los dos grandes partidos del Estado han convertido en la rampa de lanzamiento para las generales de final de año. Pedro Sánchez y Núñez Feijóo plantean las elecciones del 28 de mayo como la antesala de la batalla final por el asalto a Moncloa, una estrategia electoral que responde a sus exclusivos intereses partidistas pero que desvirtúa la verdadera naturaleza de estas elecciones, que es decidir en manos de quién se deposita la gestión de los asuntos más cercanos en el día a día de la ciudadanía. Es esta pugna, que se presume de barra libre para el ataque, la ofensa y el exceso, la que amenaza con sepultar el auténtico debate local, multiplicado además por la caja de resonancia de los grandes medios de comunicación. En este contexto es cuando cobran todo el sentido la naturaleza de las promesas con las que el Gobierno de Sánchez ha anegado esta precampaña, y los ataques y exabruptos del PP, necesitado de levantar barro en su asalto al gobierno, con el presidente español convertido en pieza de caza mayor y Díaz Ayuso como punta de lanza de esta estrategia. Frente al ruido y la bronca que caracteriza a la política española y que sin duda contagiará la agenda electoral, en Euskadi la campaña debería discurrir por otros cauces, desde el planteamiento de propuestas reales y factibles, sin demagogias ni fantasías, tratando de ofrecer a los ciudadanos y ciudadanas proyectos, soluciones y futuros que conecten con sus necesidades y aspiraciones. La secuencia demoscópica que se viene divulgando en los últimos meses proyecta un escenario que consolida la actual relación de fuerzas en las principales plazas, como son las diputaciones y los ayuntamientos. No obstante, nada está escrito y el mayor riesgo como casi siempre, y más en estos tiempos de cierta desafección democrática, es la desmovilización y, consecuentemente, la abstención. El escenario electoral en Euskadi difiere de un territorio a otro, pero con un mismo telón de fondo: la contrastada capacidad de gestión del PNV frente a la tormentosa etapa de EH Bildu en su época como gestor en la Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de Donostia. En Navarra, sin embargo, lo que está en juego es qué sigla liderará el bloque alternativo a la derecha y los pactos poselectorales. La solución a todas las incógnitas, en algo más de dos semanas.