La guerra en Ucrania está teniendo unas consecuencias insospechadas sobre el día a día de todos nosotros, aunque estemos a miles de kilómetros de distancia. La escasez de algunos productos de uso cotidiano y el fuerte encarecimiento de muchos de ellos, como por ejemplo los carburantes, puede cambiar los hábitos de consumo de muchos de nosotros.

Por eso el conflicto bélico amenaza ya directamente la producción de dulces y bollería industrial en España. El sector importa de Ucrania dos terceras partes del aceite de girasol, uno de los productos más utilizados para la fabricación de dulces, golosinas y bollería. Y la guerra está rompiendo ya los stocks y empieza a notarse en muchas zonas su falta de suministros y en la mayoría su incremento del precio.

Desde este sector no se oculta su preocupación por esta situación y se incide en que si no se habilitan rutas alternativas para la llegada de este producto, que ya está envasado y almacenado en origen, las reservas de aceite de girasol sólo aguantarán hasta finales de mes o principios de abril.

Los productos más afectados por la falta de este aceite son la bollería, las galletas, la pastelería, el pan de molde y cualquier producto similar relleno de chocolate o crema. Productos no muy recomendados por los nutricionistas pero ampliamente consumidos hoy en día.

Alternativas

Si el conflicto bélico perdura, las empresas españolas deberán buscar productos alternativos, lo que supondría un aumento de precios. Posibles sustitutos son el aceite de palma, el de nabina, aceites de coco y el aceite de oliva, aunque no sería un proceso fácil ni sencillo, aseguran. Además el de oliva, que ya está experimentando una subida en los supermercados, es notablemente más caro.

Otro sector afectado sería el sector conservero, especialmente el de pescado, que tiene una gran incidencia en la cesta de la compra y utiliza este tipo de aceite. La Voz de Galicia señala incluso que el 56% de la producción conservera gallega depende de este tipo de aceite.

Por otra parte, las empresas temen que sustituir el aceite de girasol por el de oliva pueda suponer un cambio notable en el sabor del producto. Además, el sector ha avisado de que el aceite de oliva también está empezando a escasear. Expertos advierten de su posible desabastecimiento si el stock de aceite de girasol continúa bajo mínimos.

Otro problema derivado del uso de otros productos similares vendría con el etiquetado, ya que aunque las empresas lograsen sustituir el aceite de girasol por otro, cambiar todo el etiquetado y envasado supondría un obstáculo de grandes proporciones. Especialmente en el caso de que no exista abastecimiento suficiente de un único aceite para todos los productos, pues no se podría diseñar un etiquetado común.

En fin, que los más golosos lo pueden empezar a pasar mal a partir del próximo mes.