Aunque parezca paradójico Donald Trump está haciendo con sus decisiones, a veces rayanas en el histrionismo y otras disruptivas por contravenir las reglas de la lógica establecida, –incluso las suyas propias–, que Europa vuelva a ser grande. Su política de acercamiento a Rusia, con el fin de resolver el conflicto de Ucrania en beneficio propio, la guerra de los aranceles, el resquebrajamiento de la OTAN, y el apoyo explícito y sin ningún rubor a las organizaciones y movimientos de extrema derecha en Europa han provocado un efecto boomerang con elementos galvanizadores en el seno de la Unión Europea en favor de una mayor integración que hasta ahora permanecía estancada.

Para Europa, en opinión de sus líderes políticos y sus ciudadanos, los Estados Unidos de Trump es una auténtica amenaza para su integridad que se ha visualizado en los últimos días, con la decisión de romper su dependencia de la tecnología y el armamento estadounidense mediante el aval por parte de la Comisión Europea de préstamos por valor de 150.000 millones de euros con destino a la industria de la defensa europea, principalmente en el sector aeronáutico, en donde Euskadi cuenta con empresas punteras. La dependencia de Europa con respecto a Estados Unidos es de tal calibre que dos tercios de las armas importadas por los países europeos miembros de la OTAN en los últimos cinco años tuvieron su origen en el país norteamericano. 

Alemania

En paralelo, esta ingente cantidad de dinero con destino a preservar la seguridad de Europa en un mundo que va dirigido a la perpetuación de dos bloques claramente antagónicos liderados por Estados Unidos y China, –enfrentados en un combate por defender su poderío tecnológico y económico en el planeta y en donde el continente europeo ser puede perfilar como un convidado de piedra y agente de segundo orden–, está haciendo que, por ejemplo, la austera Alemania, tan esquiva al aumento de la deuda europea, está rompiendo tabúes para ampliar su gasto nacional en defensa e infraestructuras. De esta forma, Alemania, que lleva largo tiempo en recesión, puede recuperar su papel de motor de Europa al tener mucho más margen de endeudamiento que otros países europeos que presentan un alto nivel de deuda.

El futuro canciller alemán, el democristiano Merz. EFE

Reino Unido

En paralelo, el nuevo Nerón del siglo XXI, –en palabras del senador francés Claude Malhuret, perteneciente al partido Horizons de centro derecha, que en una reciente intervención en el Senado galo sobre la situación de Ucrania dijo que: “Estábamos en guerra contra un dictador. Ahora estamos luchando contra un dictador apoyado por un traidor”–, ha provocado el acercamiento del Reino Unido a Europa, ante la soledad que le ha proporcionado durante los últimos años el Brexit y el abandono de su aliado natural en la otra orilla del Atlántico que le ha dejado en tierra de nadie. 

Keir Starmer, primer ministro de Reino Unido EP

La posibilidad de subsanar las consecuencias negativas que tuvo el Brexit invita a dibujar un nuevo escenario en donde Europa puede ofrecer un entorno empresarial más estable que el de los Estados Unidos de Trump, tal y como se está reflejándose en los últimos días, en los movimientos de los mercados de valores estadounidenses y europeos. Una oportunidad que Europa debe aprovechar de la misma manera que debe implementar políticas de atracción de investigadores estadounidenses que se están quedando sin trabajo por los ataques de Trump a las universidades y el recorte de recursos y ayudas a las agencias y centros de investigación que está llevando a cabo desde su llegada a la Casa Blanca.

Marcha atrás

Trump también tiene algo de “culpa” en que la Comisión Europea haya dado marcha atrás en su rígida política para restringir las emisiones de carbono e incorporar el coche eléctrico frente al de combustión, –cuya fabricación concluía en el año 2035–, y a la que los consumidores le han dado la espalda con su baja demanda de estos vehículos y continuar con los de motorización clásica, ante una incertidumbre que no termina por disiparse. 

La consecuencia de una decisión tomada desde planteamientos ideológicos que no reales y desde el desconocimiento de una industria que era líder en la fabricación de coches de combustión con bajos niveles de contaminación ha hecho que Europa haya perdido competitividad frente a los fabricantes de China que han entrado arrasando por sus bajos precios. A ello, hay que añadir los aranceles de Trump al coche europeo. La respuesta de la UE ha sido la puesta en marcha del Plan de Acción para la Industria Europea del Automóvil con el fin de blindar la industria europea gracias a la flexibilización de la normativa de emisiones de carbono, la puesta en común de los incentivos de compra de vehículos eléctricos de los distintos países europeos y la creación de una alianza comunitaria para los vehículos autónomos, etc. 

Curiosamente, la flamante vicepresidenta primera de la CE para una Transición Limpia, Justa y Competitiva, así como comisaria europea de Competencia, Teresa Ribera, que, en sus tiempos de ministra para la Transición Ecológica dijo en el año 2018 que “el diésel tiene los días contados; hay que pensar en un proceso de salida”, guarda un silencio elocuente. Atrás quedan sus controversias con el CEO de Repsol, Josu Jon Imaz, cuando manifestaba que “no podemos hacer el canelo y poner en riesgo sectores enormes e importantes como la automoción en Europa por una política energética no convenientemente diseñada”. El tiempo pone a cada uno en su sitio.

El “Make América great again” (MAGA), que es la columna vertebral de toda la política de Trump en su primera presidencia y en la actual, está teniendo su réplica en Europa con su propio “Make Europa great again” (MEGA), repitiendo la historia de los grandes avances que ha tenido la unidad europea en respuesta a las grandes conmociones geopolíticas registradas desde la Segunda Guerra Mundial, como la que en estos momentos está protagonizando el presidente de Estados Unidos.

Euskadi

Mientras en Euskadi, las aguas bajan un poco revueltas con la airada reacción de Confebask que ha tachado como “un castigo al mundo empresarial” la revisión fiscal pactada por el PNV, PSOE y Podemos, ya que solo ha sido aceptada una de las 15 propuestas presentadas por la patronal con el agravante del aumento del 17% al 19% del tipo efectivo mínimo del impuesto de Sociedades, cuando se pedía rebajar al 15% al igual que en el Estado, y la incorporación del concepto “beneficios extraordinarios” que eleva el gravamen del 24% al 28% cuando se supere en un ejercicio el 35% del beneficio medio de los tres años anteriores.

Sorprende la dureza de las manifestaciones realizadas por la presidenta de Confebask, Tamara Yagüe, al transmitir “el desánimo total” en el que se encuentran los empresarios tras el acuerdo firmado con Podemos, hasta el punto de tachar la revisión fiscal como “una decisión política en la que no se han medido las consecuencias económicas”.

La presidenta de Confebask, Tamara Yagüe Endika Portillo

Pocas veces desde la patronal vasca, en general muy prudente y comedida en el ámbito público, se ha visto una reacción tan hostil y beligerante contra las decisiones de los responsables políticos e institucionales de este país. Una reacción que era previsible después de que Confebask se ha desmarcado de algunas iniciativas promovidas por el Gobierno Vasco, como la negociación de un salario mínimo vasco que ha sido rechazado por la patronal vasca por lo que supone de poner en riesgo la competitividad y sostenibilidad de las empresas.

El rechazo de Confebask a esta nueva revisión fiscal no parece que sea el mejor escenario para un PNV que siempre se ha caracterizado por estar cerca del mundo de las empresas, como se ha podido ver, recientemente, en el Congreso de los Diputados con su oposición a la aplicación de un gravamen a las compañías energéticas. El hecho de que el acuerdo haya contado también con la negativa del sindicato ELA, como es obvio, por razones contrapuestas, no supone que su contenido será el resultado de un equilibrio. La lectura de la letra pequeña y la aplicación de la nueva normativa fiscal en el día a día hará que la situación discurra por el camino de la normalidad. Tiempo al tiempo.