La familia Arrizabalaga-Guibelalde inició un negocio que cinco décadas más tarde no ha perdido su carácter familiar, que además queda asegurado con la incorporación de Lander Guibelalde a la dirección general hace cinco años.

“Llevo 20 años en Hine y hace cinco años se completó la transición”, afirma el director general, para añadir que “dentro de ocho o diez años pensaremos en el siguiente relevo, no lo tememos”.

Protocolo familiar

Esta situación diferencia a la firma de Olaberria de otros negocios que tienen el mismo carácter y que en los últimos años han manifestado preocupación por la falta de garantía de continuidad. En el caso de Hine, el funcionamiento se encuentra asegurado por la existencia de un protocolo familiar.

Instalaciones de Hine en Olaberria. N.G.

Guibelalde no niega que existan ciertas dificultades en la gestión diaria de la empresa, porque pueden surgir disparidad de opiniones sobre, por ejemplo, la entrada a un puesto de responsabilidad de una persona ajena a la familia, pero resta importancia a este tipo de soluciones que se han sabido solventar a lo largo del recorrido.

Mayores ventajas

Apunta a un mayor número de beneficios, sobre los que destaca el arraigo de una empresa de estas características en el entorno en el que está enclavada y el mayor compromiso de quienes trabajan en ella por “el sentido de pertenencia, todos estamos más involucrados”.

También cita una gestión “más cautelosa” con una visión más a medio y largo plazo que otro tipo de negocios, enfocados a resultados inmediatos porque así se lo exige la propiedad. El carácter familiar del negocio, advierte, no está reñido con su internacionalización porque “desde el Goierri se pueden buscar recursos por todo el mundo