Síguenos en redes sociales:

La reducción del tiempo de trabajo, una medida con un impacto incierto

La propuesta de PSOE y Sumar concita dudas, pero podría tener efectos positivos para el empleo en los servicios - El margen de actuación de las pymes, más limitado, podría ser un obstáculo

La reducción del tiempo de trabajo, una medida con un impacto inciertoEP

El Partido Socialista y Sumar acordaron esta semana, dentro de un pacto más amplio para la investidura de Pedro Sánchez, la reducción de la jornada laboral en dos fases: de las 40 horas actuales -establecidas legalmente en el Estatuto de los Trabajadores en 1983- se pasaría a las 38,5 en en el año 2024 y a las 37,5 en 2025. El reajuste, que se produciría sin merma salarial, supondría rebajar la jornada de trabajo en media hora diaria. ¿Qué consecuencias puede implicar para aspectos como el mercado laboral, la competitividad empresarial o la conciliación, entre otros? 

Para entender mejor los efectos, es necesario acudir en primer lugar al contexto. Los españoles trabajan 37,8 horas de media a la semana, según los últimos datos de Eurostat relativos a 2022. La media europea se sitúa algo por debajo de la española, en 37,5 horas, pero con diferencias significativas por países y oscilaciones que pasan de la jornada laboral media de 41 horas de Grecia o 43,3 de Serbia a la de 33,2 horas de Países Bajos. La estadística de convenios que publica el Ministerio de Trabajo español muestra que la jornada media anual pactada hasta septiembre asciende a 1.754,4 horas, lo que sitúa la media semanal en alrededor de las 39 horas para los 9,5 millones de personas con convenio colectivo. En el sector público, se calcula que alrededor de tres millones de empleados ya trabajan 37,5 horas semanales y la demanda, en algunos casos, es que esa jornada se reduzca hasta las 35 horas. 

La reducción de jornada se ha circunscrito históricamente al ámbito de la negociación colectiva, con acuerdos muy diversos atendiendo a las características específicas de cada sector productivo. En ese contexto, y con las cifras que aportan las estadísticas sobre horas trabajadas a lo largo del año, el impacto, en términos reales, de esta medida puede resultar limitado. 

Josu Ferreiro, profesor de Economía en la UPV-EHU, subraya la “incertidumbre” en torno a las consecuencias globales de esta rebaja del tiempo de trabajo. A su juicio, las grandes empresas y la industria son las esferas laborales en las que ya están en vigor las reducciones de jornada. Su pujanza en Euskadi y Navarra contribuye a explicar que sean dos de las comunidades en las que la semana laboral es más corta dentro del Estado. Ferreiro cree que los trabajadores del sector servicios, con apartados como la hostelería, el comercio o el turismo -donde las jornadas reales se van en muchos casos por encima de las 40 horas- son los que pueden ser más beneficiados, aunque alerta de que para las pymes la adaptación será “más complicada”. “No es lo mismo una zapatería de barrio que unos grandes almacenes”, resume de forma gráfica. 

En su discurso de apoyo a la medida, la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, aludió a que la próxima legislatura, en caso de que se renueve el actual Gobierno de coalición, debería ser la de “ganar tiempo para la vida”. No obstante, para Javier Arrieta Idiakez, profesor de Derecho del Trabajo en la Universidad de Deusto, la “escasa” reducción pactada por PSOE y Sumar “no parece suficiente para poder apostar por un derecho efectivo a la conciliación”. Por ello, cree que “hubiera sido mucho más acertado fijar como marco de referencia la jornada anual, respetando los límites entre jornada y de descansos semanales, así como las vacaciones”, puesto que “tanto los empresarios como los trabajadores podrían valerse de una flexibilidad que responde mejor a la realidad económico-social” actual. Por otro lado, recalca, “si de verdad se quiere apostar por la conciliación se debería modificar el recientemente creado permiso parental, con el objetivo de regular una remuneración o una prestación económica”.

El reparto del empleo es otra de las ventajas que se esgrime para apoyar la rebaja del tiempo de trabajo. La prueba piloto de la jornada laboral de cuatro días puesta en marcha en Valencia en abril y mayo de este año perjudicó al sector comercial de la ciudad, pero benefició al turismo y al ocio. ¿Puede crecer el empleo en estos dos campos si los trabajadores disponen de más tiempo libre? Josu Ferreiro considera que sí, pero llama a estar vigilante “porque puede que los empleos que se creen sean a tiempo parcial, ya que muchas pymes no tienen capacidad para generar más puestos”, lo que reforzaría la precariedad laboral. 

Desde el empresariado, en líneas generales, se desdeña la medida por entender que va a elevar los costes a corto plazo. “Es innegable que pagar lo mismo con una disminución del tiempo de trabajo en los términos previstos en el pacto supone un coste añadido para los empresarios. A mayores costes, los empresarios tienden a ser más cautelosos con las contrataciones”, expone el profesor de Deusto. “La productividad va a ser la clave. Si se produce una mejora en esa capacidad no va a resultar algo inmediato”, mantiene Ferreiro, que hace hincapié asimismo en que el contexto económico que se prevé para el año que viene es de menor crecimiento. “Estamos en un momento en el que, además de una disminución de la actividad, hay un agravamiento de las crisis internacionales”, alerta.

Arrieta Idiakez cree que la productividad no tiene porque necesariamente resentirse, ya que “muchas modalidades retributivas se alejan de la unidad temporal, como sucede con los salarios por unidad de obra o que contemplan complementos por resultados”, pero advierte del impacto en la competitividad empresarial. “Si aumentan los costes de producción muchas empresas dejarán de ser competitivas. La situación es más preocupante para las pequeñas empresas, las de menos de 25 trabajadores. Son la inmensa mayoría y muchas de las cuales viven prácticamente al día”, concluye profesor de la Universidad de Deusto.