Siguiendo un guion escrito hace meses, la economía vasca ha confirmado esta mañana que modera su crecimiento y entra en una fase de menor ritmo. El PIB de Euskadi creció un 0,2% en el tercer trimestre del año respecto al segundo. La incertidumbre empieza a pasar factura tras cinco trimestres consecutivos por encima del 1%. En el balance internanual, la velocidad baja hasta el 3,9%, en línea con la revisión a la baja de las previsiones del conjunto del año.

Son datos que ha hecho públicos por el Instituto Vasco de Estadística, Eustat. La evolución sigue siendo muy positiva, si bien se abona el terreno para el frenazo que se producirá en 2023. El próximo año, la economía vasca crecerá en torno a un 2,1%, menos de la mitad que este ejercicio, si los problemas que acechan no van a mayores. Las curvas vienen a partir de ahora.

De hecho, el crecimiento intertrimestral es casi testimonial y no se puede descartar una ligera caída del PIB en el último tramo del año. En el caso de que ocurriera lo mismo en el primer trimestre de 2023, se encendería la luz roja de la recesión técnica en el panel de la economía vasca. Con todo, y a pesar de que las tensiones siguen sin resolverse, en estos momentos no hay indicios de que la carretera por la que circula la actividad productiva conduzca a una crisis.

El mercado laboral está notando ya en cualquier caso que la economía ha metido una marcha más baja. Según los datos de Eustat, el empleo creció un 0,3% intertrimestral entre julio y septiembre. La recuperación de puestos de trabajo respecto al mismo trimestre de 2021 es de un 2%. Son porcentajes también inferiores a la trayectoria de la primera mitad del año.