n los tiempos de convulsión e incertidumbre en los que vivimos, que una entidad cumpla 25 años de existencia es un hito que hay celebrarlo por todo lo alto. Pero que una EPSV de empleo como Geroa, fruto de un acuerdo entre empresarios y sindicatos, alcance su primer cuarto de siglo de existencia es una conmemoración que no solo se tiene que festejar por todos aquellos que han contribuido a que aquella feliz idea de 1996 sea hoy una exitosa y consolidada realidad, sino por todos nosotros en general, por la gran contribución que supone su actividad para el conjunto de la sociedad. No es una celebración que tiene un ámbito privado, sino que corresponde al conjunto de la sociedad, en este caso la guipuzcoana, por ser Geroa uno de los instrumentos que está contribuyendo a asentar el estado de bienestar y favorecer la cohesión social en el territorio cuando las personas alcanzan la edad de jubilación.

Geroa Pentsioak está celebrando este año los 25 años de su fundación en un momento dulce que tiene que ver con la recuperación de la economía y por ser el gran referente que el Gobierno español ha tomado para implementar el modelo de EPSV de empleo en el Estado con el fin de complementar la jubilación de los trabajadores con las pensiones públicas. Un sistema de pensiones público que se ve seriamente afectado por el aumento de la esperanza de vida, que, en el caso de los hombres en Euskadi ha pasado de los 85,47 años de edad media en los últimos años, a los 89,68 años en la actualidad, y una menor volumen de cotizaciones a la Seguridad Social por un mercado laboral con niveles importantes de precariedad y una preocupante situación demográfica.

El hecho de que el 32,59% de los trabajadores de Gipuzkoa pertenezcan a Geroa con una aportación, en este momento, de 110 euros al mes -la mitad abonados por las empresa y el resto por los trabajadores-, da una idea de la potencialidad de esta EPSV de empleo que a sus socios jubilados aporta mensualmente una renta de 197,30 euros para complementar su pensión pública. Gracias a ello, el patrimonio de Geroa Pentsioak se eleva, según datos del primer semestre de este año, a 2.550 millones de euros, de los que el 6,31% se invierte en empresas vascas que dan trabajo a 1.334 personas. Las aportaciones que los trabajadores hacen a Geroa Pentsioak no solo cubren las pensiones sino también situaciones de fallecimiento e incapacidad.

Con estos datos encima de la mesa y con una experiencia de éxito como es Geroa, sorprende cómo los empresarios y los sindicatos de Bizkaia y Araba todavía siguen, a día de hoy, sin replicar este modelo de pensiones, si no es por el cortoplacismo en el que incurren, por un lado, la patronal, más preocupada por el día a día que de ser parte activa de un futuro mejor, y por el otro, unos sindicatos que piensan más en la confrontación y en la movilización que de preservar el porvenir de los trabajadores

Curiosamente, se está dando una situación desde todo punto de vista inexplicable, en que una parte muy importante de los trabajadores guipuzcoanos cuentan con una ventaja adicional que no tienen los de Bizkaia y Araba: tener una pensión complementaria cuando se jubilen. Un factor importante que deja a las empresas vizcainas y alavesas en un menor rango de competitividad a la hora de captar talento y contratar trabajadores, ya que cada vez más, junto con las condiciones salariales y laborales, se valorarán también las aportaciones que las empresas hacen a un sistema de pensiones complementario.

Una circunstancia que solo se da en Gipuzkoa y no en el resto de Euskadi, con la paradoja de que, una vez que el Estado haya tomado la decisión de poner en marcha su propia EPSV de empleo -en este momento, en situación de stand by, por las discrepancias que existen en el seno del Gobierno español, debido a las reticencias de Podemos-, las empresas vizcainas y alavesas estarán concernidas a aplicar ese modelo, cuando hasta ese momento podían haber dispuesto de uno propio.

Si una EPSV de empleo, tipo Geroa, se hubiera implantado en los tres territorios de la CAV, su patrimonio, en este momento, podría estimarse en cerca de 15.000 millones de euros. Una cifra de la que una parte importante serviría para acompañar financieramente a nuestras empresas estratégicas, así como a las de nueva creación y start ups. Un aspecto que siempre está encima de la mesa cuando se plantea el papel de las EPSV de empleo a la hora de medir su inversión en la economía vasca y no en las EPSV individuales, como el caso de Baskepensiones, la EPSV de Kutxabank, que, en el primer semestre de este año, contaba con un patrimonio de 6.172 millones de euros, frente a los 2.550 millones de Geroa, ambos líderes en sus respectivas modalidades, si exceptuamos a Lagun Aro, la EPSV de las cooperativas de Arrasate, que dispone de unos fondos de 7.197 millones. Sería bueno conocer el destino de las inversiones que la gestora de EPSV de Kutxabank está realizando en la economía vasca y el alcance de las mismas.

De la misma forma, habrá que interpelar a las haciendas forales vascas por esa obsesión de ver a las EPSV como una fuente de recaudación y no como un instrumento fundamental en el mantenimiento del estado de bienestar en Euskadi y un elemento estructural a la hora de contribuir a la cohesión social en el tramo final de la vida de las personas, sobre todo aquellas que tienen unas rentas bajas y medias.

Si gasto social es contribuir a sufragar los costes de las residencias de mayores, ayudas por discapacidad o dependencia, etc., también debería ser favorecer a que los trabajadores con menos posibilidades de ahorro a día de hoy, puedan tener un complemento a su pensión pública el día que se jubilen. No se trata de seguir con deducciones en la declaración del IRPF, sino de establecer unas ayudas directas para completar las aportaciones de esos trabajadores y puedan tener una digna pensión complementaria el día de mañana. Se trata de invertir hoy, para recoger mañana.

No se entiende la distorsión del concepto que las haciendas forales vascas hacen de la previsión social, sobre todo en las EPSV individuales, que son aquellas gestionadas por entidades financieras, cuando penalizan fiscalmente el sistema de renta que -puede subyacer en la idea del ahorrador que, a lo largo de toda su vida laboral, ha ahorrado una determinada cantidad de dinero para complementar su pensión pública-, con el 100% en la base imponible general del IRPF, mientras que si se rescata el capital la contribución fiscal es del 60%. No parece que se esté actuando por la vía correcta.

Ello es consecuencia de la influencia que las entidades financieras han hecho y siguen haciendo en ese camino de entender que los fondos y planes de pensiones y las EPSV sean consideradas como un producto de ahorro fiscal no finalista. En este sentido, debería haber mayor concreción y rigor en las entidades financieras para no tratar como productos típicamente financieros a aquellos que, teóricamente, tienen otra finalidad muy distinta.

Sorprende la reticencia histórica de las haciendas forales vascas a mostrar una mayor sensibilidad al desarrollo y fomento de las EPSV, sobre todo las de empleo, a pesar de que desde diversas instituciones del país, entre ellas el Gobierno Vasco, se está a favor de que se priorice fiscalmente la distribución del capital ahorrado en forma de renta, y no de su rescate íntegro o parcial.

Parece que esas demandas de cambio en las políticas fiscales en el tratamiento de las EPSV hacia lo que significa el concepto de "previsión social", en todos sus términos, están cayendo, por ahora, en saco roto, a pesar de los pronunciamientos, algunos de manera pública, que se están produciendo. Es tiempo de cambios y visión de futuro.

Sorprende la reticencia histórica de las haciendas forales vascas a mostrar una mayor sensibilidad al desarrollo y fomento de las EPSV, sobre todo las de empleo