ace unos días, el presidente de Confebask, Eduardo Zubiaurre, ponía de relieve, al margen de señalar la pérdida de atractivo de Euskadi frente a otras regiones mucho más dinámicas en la captación de inversiones, la ausencia de “gestores de fondos de inversión que vivan aquí y otorguen cierto arraigo, una industria financiera...”. Y esta es la gran cuestión que nos lleva atenazando desde hace mucho tiempo.

Sin citarlo, se estaba refiriendo a la cruda realidad que ha puesto encima de la mesa la adquisición de ITP Aero por parte del fondo de inversión estadounidense Bain Capital por un importe de 1.700 millones de euros. Una operación que ha evidenciado, una vez más, la ausencia de una industria financiera o de inversión que hubiera generado unos fondos con la suficiente capacidad y potencia de fuego para poder tomar participaciones de control en aquellas empresas estratégicas del país inmersas en procesos de venta o de cambio de accionariado con el fin de asegurar su continuidad y arraigo.

Este déficit estructural refleja la falta de visión estratégica y de valentía que ha existido en este terreno en Euskadi, a lo que hay que añadir algunos prejuicios mal entendidos por parte de algunos, que han tenido como resultado la incapacidad de poner en marcha un fondo de inversión con vocación de país vinculando a instituciones, inversores industriales, family office, etc. Esta situación está provocando que, desde hace muchos años, Euskadi sea un territorio muy atractivo en la adquisición de empresas industriales y de servicios por parte de fondos extranjeros y españoles ante un terreno abonado y sin alternativas consolidadas.

En los últimos meses hemos asistido a la venta de Euskaltel por un importe de 2.000 millones de euros a la operadora MásMovil, que está controlada por los fondos Cinven, KKR y Providence. Hay que resaltar que la compañía vasca estaba ya controlada por el fondo británico Zegona, y que, en el año 2012, otros dos fondos como Triatlantic e Invesindustrial entraron en la operadora vasca, abandonándola con unas fuertes plusvalías.

Casi coincidiendo con el anuncio de la compra de ITP Aero, el Gobierno español ha autorizado la OPA de la compañía vizcaina de energía fotovoltaica Solarpack al fondo de inversión sueco EQT por valor de 881 millones de euros. Ya a otro nivel se ha sabido que el fondo de inversión suizo Crescendo ha comprado el emblemático grupo de formación a distancia CCC, que tiene su sede en Donostia, sin que se conozca el importe de la operación. La lista de empresas vascas controladas por fondos de capital riesgo va siendo ya muy larga.

La voracidad de los fondos de inversión, debido a la gran liquidez monetaria que existe en el mercado y a la necesidad de obtener una rentabilidad a unos recursos financieros frente un sistema bancario que ofrece muy bajos tipos de interés, es tal que están entrando no solo en empresas industriales, sino también en el sector de la educación, servicios, agricultura, etc.

No solo ITP Aero ha suscitado el interés de Bain Capital, sino también de otros cuatro fondos como KKR, Platinum, Cinven y Towerbrook que han querido entrar en la compañía vasca. El propio rector de la Universidad de Deusto, José María Guibert, reconoció hace unos días que un fondo había estado interesado en comprar el centro universitario. Es decir, toda aquella actividad que sea susceptible de maximizar las inversiones en un periodo de tres a cinco años forma parte, en este momento, del interés de los fondos. Todo es objeto de compra.

El rosario de adquisiciones de empresas vascas por parte de fondos de inversión tiene su origen en la crisis de 2008, cuando el Banco Central Europeo (BCE) obligó a los bancos a salirse de las empresas, que hasta entonces eran su única vía de financiación, con el fin de evitar efectos en cascada que afectasen al tejido empresarial en su conjunto. Este es el motivo por el que todos los bancos, en nuestro caso, Kutxabank, están deshaciendo inversiones industriales porque el regulador europeo penaliza el índice de solvencia de la entidad en función de las participaciones empresariales que tenga.

Pero mientras los bancos salían forzosamente de las empresas, en este país ha faltado la necesaria voluntad y audacia por parte de actores institucionales y económicos para articular nuevos instrumentos que tuvieran el músculo financiero suficiente para tratar de evitar que los centros de decisión de nuestras empresas estratégicas pasasen a otras manos y pudieran ser deslocalizados y, con ello, perder el arraigo y poner en peligro los empleos. Ese fondo hubiera servido también para impulsar la transformación del tejido productivo hacia una industria más sostenible y acorde con el cambio climático.

En un país que tiene unos altos índices de ahorro como el que vehiculizan las EPSV que en el año 2020 contaban con un patrimonio de 26.451 millones de euros, sorprende que nadie haya decidido poner a trabajar ese capital, una vez garantizada la rentabilidad necesaria, en favor de las necesidades financieras de nuestras empresas a través de distintas herramientas.

Es de todo punto injustificable y sorprendente que un ejemplo de éxito en el desarrollo de las EPSV de empleo, como es el caso de Geroa Pentsioak, que este año conmemora loa 25 años de su constitución, esté en este momento circunscrita al territorio de Gipuzkoa por la falta de voluntad por parte de las instituciones, patronales y sindicatos para expandir este modelo al conjunto de Euskadi. Curiosamente, un modelo que el Gobierno español quiere ponerlo en marcha en el conjunto del Estado como complemento a las pensiones públicas. En el fondo existe un interés latente por parte de algunos centros de decisión de este país de promover las EPSV individuales, promovidas por los bancos, frente a las de empleo. Alguien tendrá que explicar las razones.

Con este panorama, el caso de ITP Aero solo se puede resolver a través de un pacto entre los accionistas, entre los que estarán presentes los Gobiernos Vasco y español, que detenten el 30% de los títulos que se ha comprometido a vender Bain Capital, y que, mediante una cláusula negociada, puedan tener capacidad de veto a futuros compradores, Se trataría, en definitiva, de implementar la vieja figura de la acción de oro de los gobiernos en empresas privadas. En este caso, ITP Aero no solo es una empresa estratégica para Euskadi por su alta tecnología en un sector como el aeronáutico que está en plena transformación, sino que, para Madrid, tiene además el componente de formar parte de la seguridad estatal por su vinculación a la aviación militar y a los proyectos promovidos por el Ministerio de Defensa.

Sea como fuera, lo que está claro que en un plazo de tres o cinco años, Bain Capital desinvertirá en ITP Aero, al igual que en el pasado lo ha hecho en otras empresas industriales relevantes. En este momento, ITP Aero puede estar en un buen momento por el viento de cola que registra el sector aeronáutico gracias a la recuperación que está teniendo a medida que la crisis del covid-19 va quedando atrás, y porque la salida de Rolls Royce, una vez que ha desaparecido la exclusividad, le abre la puerta a otros nuevos clientes con lo que aumentará su portfolio y, por lo tanto, las ventas. A pesar de que queda tiempo hasta junio de 2022, para incorporar nuevos accionistas a ese paquete del 30% disponible, sin embargo hay que actuar con diligencia y premura porque aunar en torno a un mismo objetivo a actores tan diversos se antoja una tarea compleja y ardua.

Desde hace años, Euskadi es un territorio muy atractivo en la adquisición de empresas industriales y de servicios