e veía venir y los hechos han confirmado los malos augurios que algunos predijeron cuando a mediados del pasado mes de mayo se presentó el Plan Renove 2021 para la renovación del parque de coches en Euskadi por vehículos menos contaminantes, con unas ayudas que oscilan entre los 2.000 y 3.000 euros. En los primeros quince días de plazo abierto para la tramitación de las ayudas en el Ente Vasco de la Energía (EVE), solo se han contabilizado 220 solicitudes, según informaciones públicas, una cifra que nada tiene que ver con las registradas en pasadas ediciones de este programa impulsado por el Gobierno Vasco ya que, solo en el primer día, se llegaron a contabilizar un total de 300 peticiones.

Está claro que el arranque del Plan Renove de este año no ha servido para dinamizar el flujo de ventas en los concesionarios vascos, ya que el número de matriculaciones en el mes de junio en el conjunto de la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) ha sido de 2.756 coches, lo que significa una caída del 16,7% respecto al año anterior, cuando se iniciaba la recuperación económica tras el confinamiento provocado por el covid-19 y se ponía en marcha un programa similar de incentivos para la adquisición de vehículos.

Del conjunto de los territorios vascos, Gipuzkoa se lleva la peor parte en lo que se refiere a los resultados de ventas de coches en el mes de junio, ya que registró una caída del 19,29% respecto al mismo mes del año 2020, cuando se produjeron 1.042 operaciones frente a las 841 actuales. En Araba, la caída ha sido de un 18,50% y en Bizkaia, el descenso registrado alcanza el 14,49%.

Existen varias causas que están influyendo en que el arranque del Plan Renove de este año impulsado por el Departamento de Desarrollo Económico esté teniendo este mal resultado. Una de ellas es el divorcio que existe entre una oferta reducida de los vehículos objeto de subvención, entre los que se encuentran los eléctricos, los propulsados por gas e hidrógeno y los de gasolina y diésel de calificación A de eficiencia en emisiones de CO2 y gasto de combustible, según la norma establecida por el Instituto para la Diversificación y Ahorro Energético (IDAE), y la demanda de los ciudadanos que optan por otros coches que no forman parte de esa lista.

A pesar de la insistencia que desde el Gobierno Vasco se está haciendo por impulsar la demanda de coches eléctricos o híbridos no enchufables con la calificación A, la realidad está siendo tozuda porque son vehículos que siguen siendo caros para el bolsillo de los consumidores y, a día de hoy, no se cuenta con las infraestructuras necesarias para garantizar una movilidad mayor y más amplia, en el caso de los primeros. Por eso, los consumidores están optando por coches híbridos con una calificación más baja y por los que tienen motorizaciones de diésel y gasolina.

Hace un año, el Gobierno Vasco cometió el mismo error al plantear otro programa parecido de fomento de los coches eléctricos e híbridos, demasiado ambicioso para el momento actual, ya que cinco meses después de su entrada en vigor -también hay que tener en cuenta que pocos meses después de su lanzamiento se produjo el confinamiento por el covid-19-, todavía disponía de 4.350.260 euros de los cinco millones de euros de los que estaba presupuestado.

A mediados de año tuvo que ampliar el programa a 10 millones de euros e incorporar a los coches de combustión tanto de diésel como de gasolina con el propósito de achatarrar vehículos con más de diez años de antigüedad y con motores poco eficientes. La respuesta fue que el Plan Renove del año 2020 se agotó en septiembre, lo que supuso la retirada de las carreteras vascas de un total de 5.000 vehículos de más de diez años de antigüedad. Al igual que entonces, el Plan Renove actual debería aumentar la lista de vehículos subvencionables incorporando también vehículos de calificación B y eliminar la condición del achatarramiento. Es decir, coches que son también eficientes y de bajas emisiones de CO2.

En un año, la situación del sector del automóvil ha cambiado radicalmente con la reducción en la producción a la que se están viendo obligados los fabricantes por la escasez de semiconductores, a lo que hay que añadir unos ritmos más lentos a la hora de lanzar nuevos modelos por la incertidumbre que vive el mercado sobre cuál va a ser el coche del futuro en pleno proceso de descarbonización. A esta situación hay que añadir los mensajes que desde distintos ayuntamientos se están lanzando a la hora de impedir el tráfico de coches por sus centros urbanos o erradicar los turismos de las calzadas mediante la peatonalización de sus calles, así como cambios en los hábitos de los conductores que tienden a compartir coche o alquilarlo por uso.

Esta situación está provocando que los concesionarios, ante los parones sucesivos que se están produciendo por parte de los fabricantes, estén trabajando con los stocks de vehículos que tienen en sus instalaciones y que, de seguir en esta situación, se pueden agotar en muy corto plazo de tiempo. Los períodos de espera para la entrega de un vehículo nuevo se pueden alargar por espacio de varios meses, con lo que se está reactivando el coche de ocasión, que está alcanzando precios comparables a los que existían en 2019.

Ante esta situación tan incierta y difícil, cabe preguntarse si el Departamento de Desarrollo Económico y el EVE pulsaron la opinión del conjunto del sector de los concesionarios de coches vascos para hacer un análisis de la situación y, con el conocimiento aportado sobre la realidad del mercado, llegar a un consenso general, al igual que se hizo en pasadas ediciones, a la hora de poner en marcha el Plan Renove de este año. De la misma manera puede cuestionarse la efectividad de esta actuación, teniendo en cuenta las dudas que pueden existir sobre la representatividad de los interlocutores que el Gobierno Vasco ha elegido para esta ocasión y de su validez a la hora de expresar sus opiniones en nombre del conjunto del sector.

Se ha tratado de replicar el Plan Renove del año pasado sin hacer previamente un análisis de la situación con el conjunto de los concesionarios para tener un conocimiento amplio de la realidad de un mercado que está en constante cambio y abierto a muchas incertidumbres de difícil respuesta en el día a día.

Los planes Renove, tanto el de coches como el de máquina-herrramienta, o los que, en su tiempo, se pusieron en marcha para impulsar la compra de electrodomésticos más eficientes, deben tener como objeto acelerar y favorecer el dinamismo de los mercados favoreciendo el consumo y, con ello, toda la cadena de valor que, en el caso del automóvil, comienza por los concesionarios, continúa por el sector de los componentes de automoción -que es la primera industria de Euskadi y una de las principales fuentes de generación de riqueza del país-, y termina en los fabricantes.

En una situación de crisis, como en la que, desgraciadamente, se encuentra el sector de la venta de automóviles, las instituciones públicas deben actuar como tractoras e impulsoras de la iniciativa privada para dinamizar la actividad de los mercados. Es lo que toca hacer en este momento.

El Plan Renove actual debería aumentar la lista de vehículos subvencionables incorporando también vehículos de calificación B y eliminar la condición del achatarramiento