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ras un año largo de pandemia, todo apunta a que, lenta pero seguramente, vamos viendo luz al final del túnel. Nuestra cuadrilla va vacunándose y estamos expectantes por saber cuándo abrirá la sociedad para poder recuperar la sagrada costumbre de la cena semanal de los jueves. Eso que yo vengo definiendo como el sanedrín.

En esas estamos cuando, una vez más, como todos los años por estas fechas, el ministro da cuenta del Informe del Consumo Alimentario, bien en el hogar como el de fuera del hogar. Un extenso informe de más de 700 páginas donde, además de lo obvio y de lo que uno mismo intuye observando su entorno, se pueden lograr muchísimos datos que, si los tratamos con una perspectiva temporal, puede proporcionarnos una información muy valiosa.

El informe que se refiere al año 2020, obviamente, está totalmente condicionado por la pandemia del covid y por las medidas de confinamiento, limitaciones a la movilidad y cierre de hostelería, sociedades gastronómicas y catering en los centros escolares, laborales, etc. Según el mismo, el consumo alimentario alcanzó la cifra de 102.082 millones de euros, un 3,2% menos que en 2019, principalmente por el bajón del consumo fuera del hogar.

Comienzo aclarando que el consumo alimentario se efectúa básicamente dentro del hogar (91,7%) y que el extrahogar es minoritario (8,3%), si bien no es menos cierto que, si nos fijamos en el valor de lo consumido, el valor del consumo intrahogar baja al 77,7% mientras el extrahogar sube hasta el 22,3%. Primera conclusión, como decía mi padre: para ahorrar no hay nada mejor que quedarse en casa.

Acercando el foco hasta el propio hogar, comprobamos que el gasto en los hogares subió un 14,2%, llegando a una media de 1.762 euros per cápita, 209 euros más que en 2019, con una ingesta media per cápita de 690 kilogramos, donde casi 99 son de fruta, 87 de verduras y hortalizas y 74 de leche. Por cierto, son los alimentos frescos, con un 10,7% en volumen y un 14,6% en valor, los que más crecen.

Si bien el año 2020 ha sido muy próspero para casi todos los alimentos y bebidas, no es menos cierto que el comportamiento ha sido desigual, dado que en el primer semestre, con psicosis de desabastecimiento, arramplamos las estanterías de harinas, legumbres, aceites, etc. mientras la nueva normalidad se sobrepuso en el segundo semestre.

En lo referente a bebidas, destacan las fuertes subidas en vino, cerveza y espirituosos, obvio, por que el consumo en hostelería fue trasladado, en parte, al hogar con esos memorables momentos del vermuteo, txakoli del almuerzo, cervecita vespertina, etc.

Por otra parte, si nos fijamos en el lugar de compra, observamos que se refuerza, aún más, la superioridad del supermercado y autoservicio con un 47,6% (un 9,8% más que el año previo), mientras las tiendas descuento se consolidan, con un 15%, en un segundo lugar y las tiendas tradicionales suben hasta el 13,8% (ganando 14,7 puntos). Pero es el comercio online, aún minoritario con un 2,3%, el que más crece, un 61,5%, destacando sobremanera y sorpresivamente la compra de alimentos frescos con un aumento del 104%.

En lo que respecta al consumo fuera del hogar, el gasto alimentario alcanza los 22.734 millones de euros, que se traduce en un 37,7% menos de volumen consumido lo que, teniendo en cuenta una pequeña subida del 1,4% en los precios, tiene como consecuencia que el valor disminuye en un 36,8%.

Me llama la atención que del volumen consumido sean las hortalizas y verduras, con un 25,3%, lo más consumido y, sobre todo, el segundo lugar de la carne, con una cuota del 15,2%, un poco más arriba que el pan, con 11,7%.

El informe, más allá de las cifras de consumo, analiza los hábitos y tendencias de consumo, apuntando que consumimos más en casa, con un 9,3% más, siendo reseñable aquellos momentos que pretenden sustituir a aquellos otros momentos de consumo y ocio que la pandemia nos ha impedido realizar.

Crece, por otra parte, el tiempo dedicado a la cocina los fines de semana (cónstese que todavía no se sabía nada del maravilloso horario eléctrico que nos aboca a lavar, planchas y cocinar los findes), así como las comidas en casa y los momentitos de aperitivo/snack en casa.

Por cierto, me llama poderosamente la atención que al destinar mayor tiempo a la cocina, tras años de simplificación del menú en casa, volvemos al menú completo, y a recurrir más a técnicas como el guisado, horno y hervido ,que requieren de más tiempo. Eso sí, dicho lo dicho, no me cuadra que el top de las recetas sea, en este orden, las ensaladas verdes, las pizzas y las ensaladas de tomate. En fin, somos un pozo de contradicciones.

Finalizo. En un momento en el que los supermercados han vendido lo que no está escrito. En un momento en el que las cadenas de distribución han ganado lo que no está escrito. En un momento en el que los inputs de producción, especialmente la alimentación animal, han subido lo que no está escrito. Dos preguntas: ¿Cómo es posible que esos incrementos de ventas y de beneficios no alcancen a los productores de alimentos? ¿A qué esperan nuestras autoridades para tomar cartas en el asunto?

Buen provecho.