- La crisis generada por la pandemia de coronavirus obligó al Grupo Mondragon en la temporada de confinamiento a reducir su actividad un 75%, pero con el paso de los meses la recuperación ha sido paulatina hasta el punto de que su presidente, Iñigo Ucin, vaticina que cerrará el año “más que decentemente bien”. En la actualidad, la corporación cooperativa se encuentra al 90% de su actividad y da por finalizado el periodo crítico con una caída del empleo del 3%.

Iñigo Ucin participó ayer en Donostia en un encuentro organizado por Deusto Business Alumni y PwC en el que avanzó las previsiones de Grupo Mondragon para fin de año y explicó las razones que le conducen a ser optimista y confiar en que la mejoría de la actividad salve el ejercicio.

La más urgente tiene un carácter interno, cuando las cooperativas de la corporación, “cada una a su manera”, realizó un esfuerzo reduciendo sueldos y desplazando vacaciones “para dañar lo menos posible la situación patrimonial de cada una de ellas”.

Un segundo factor positivo vino del exterior y consistió en una mejora de los sectores de automoción y electrodomésticos. No hay que olvidar que unos dos tercios de la actividad de Mondragon se encuentran relacionados con la automoción, por lo que su caída supuso un fuerte golpe para estas cooperativas.

La posterior recuperación, en cambio, junto con un mejor comportamiento de los componentes y los electrodomésticos, ha permitido recuperar la actividad al 90%, aunque Ucin advirtió de que la distribución es desigual puesto que “algunas cooperativas no dan abasto y otras tienen un serio problema de actividad por falta de demanda”.

El COVID-19, pues, no pasará una elevada factura al Grupo Mondragon según sus previsiones, pero su presidente también quiso subrayar que otra de las claves que explican esta evolución es que “para pasar ese desierto teníamos la cantimplora llena”, es decir, que la crisis provocada por el coronavirus cogió a la corporación cooperativa en un buen momento tanto de actividad como de liquidez y saneamiento.

Ahora bien, también admitió que “si alguien nos pregunta qué va a pasar el año que viene, ni idea”. Añadió que la principal dificultad que el tejido empresarial debe afrontar en el presente radica en tomar decisiones “en mitad de la niebla que imposibilita ver en la distancia”.

Mondragon lo está haciendo, aseguró Ucin, quien como ejemplo citó que con motivo de la creación de los fondos europeos para la recuperación, el grupo cribó los proyectos en los que trabajaban las cooperativas para reagruparlos y presentar tres grandes proyectos cuyos detalles no avanzó, pero sí las áreas en las que están ubicados y que responden a digitalización, energía y vehículo eléctrico, y salud y atención a personas.

En consonancia con la advertencia de la consejera de Desarrollo Económico, Arantxa Tapia, de que el empresariado vasco no puede estar a la espera de que se le adjudiquen fondos europeos para impulsar proyectos, Iñigo Ucin aseguró que “al margen de que haya o no fondos, ese trabajo lo vamos a hacer” porque, en su opinión, es la única vía de ser competitivos.

Al hilo de esta reflexión, consideró que la irrupción del COVID-19 no es el germen de la incertidumbre actual. “Ha puesto cosas en evidencia, pero lo cierto es que esto venía, ya se visualizaba que se iban a producir cambios que impactarían en las empresas”, señaló. En todo caso, la pandemia ha acelerado el tránsito hacia un nuevo modelo económico en el que “la diferencia más que nunca va a estar en el talento”.

De ahí que Ucin valorara la aportación de las personas a las organizaciones, en consonancia con el movimiento cooperativo al que representa, y advirtiera de que su capacidad de adaptación va a ser determinante en un futuro que, explicó, no consistirá en “proyectar el presente, sino que la flexibilidad es crítica”.

Y en ese mañana Iñigo Ucin consideró que Europa “tiene que saber jugar su papel en el mundo” con políticas que la hagan más fuerte y con un importante desarrollo tecnológico. Sobre este último aspecto avanzó que las empresas tractoras tendrán una presencia predominante y las pymes tendrán que saber “engancharse” a ellas para no perder competitividad.

En un tono optimista, se consideró “convencido” de que la consecuencia del COVID-19 es que la sociedad “aprenderá un montón” como, por ejemplo, que “más que tanques y misiles es importante un sistema sanitario fuerte”. Además, aseguró que desde el punto de vista sanitario el final está cerca y “en cuanto se controle, en economía las cosas mejorarán de forma significativa y hay que coger la ola. Algunas no sobrevivirán pero lo importante es que la mayoría lo haga”, concluyó.