- Fernando Gómez-Bezares valora los 200.000 millones anunciados por Sánchez “como una cantidad muy importante dentro de nuestro PIB”, pero apunta al riesgo de endeudamiento y a un calendario que tendrá su piedra de toque en cómo discurra la estación veraniega.

El parón es en seco, comparado con el de la crisis de 2008.

—En efecto inmediato es muchísimo mayor esta. Esa suspensión de un montón de actividades económicas, si esto se alarga un poquito y lo normal es que se alargue, que a lo largo de 2020 llevará a que se produzca una recesión y nuestro PIB decrezca. Lo trascendental es que si esta crisis sanitaria termina en dos o tres meses, el segundo semestre de año 2020 sea normal.

Desde un punto de vista de incertidumbre habrá que ver qué escenario queda.

—Para mí la clave está en que nuestro tejido industrial en el mes de junio o julio pueda empezar a funcionar en condiciones parecidas a como estábamos hace unos meses. Tenemos que minimizar el número de empresas que no abran después de la crisis, y el número de trabajadores que se vayan al desempleo. Por eso, las medidas que se están tomando lo que quieren conseguir es que los trabajadores sigan recibiendo algún tipo de retribución para que en estos próximos meses no pasen problemas graves, y que las empresas puedan retomar su actividad sin excesivas rémoras por estos dos o tres meses de inactividad. Que la economía pueda volver a funcionar al comienzo del verano. Esta es la clave.

Le preocupa la deuda.

—Ante la crisis de 2007 el Estado tenía muy poca deuda, y ante la actual, el Estado la ha comenzado con mucha. El Estado tiene que acostumbrarse en las épocas de bonanza a disminuir su déficit, o a evitarlo y disminuir su deuda. Y aquí hemos vivido una época, de cierta irresponsabilidad, donde el Estado estuvo aumentando su deuda incluso en épocas de crecimiento. Y debe hacerse lo contrario, para cuando nos vienen mal dadas, como ahora nos vienen las vacas flacas, tener margen de maniobra.

Pero las cicatrices y heridas de la anterior crisis están ahí.

—Es cierto, pero la responsabilidad es que en épocas de crecimiento hay que conseguir disminuir la deuda, aunque eso nos haga vivir un poco peor. Esto se ha puesto de manifiesto cuando llega un problema como este. El Estado español estaría muchísimo más sano si tuviera menos deuda.

La Comisión europea ha propuesto suspender temporalmente el Pacto de Estabilidad.

—Me parece razonable, ante una crisis sin precedentes. Ahora, el Gobierno español tiene que ser consciente que deuda tenemos mucha. Así que aumentarla no es una suerte, sino algo que no es bueno, porque alguien la tendrá que pagar.

¿Qué papel debe jugar Europa?

—Europa tiene problemas de gobernanza, es un hecho sobradamente conocido. No reaccionó adecuadamente a la crisis de 2007. Ahora creo que lo está haciendo mejor. El Banco Central Europeo ha actuado con contundencia en el manejo de la política monetaria. En cambio tenemos grandes dificultades para ponernos de acuerdo en la política fiscal. Nos cuesta mucho coordinarnos, porque los países del norte quieren seguir una política y los del sur otra. En todo caso, las medidas que se están tomando en general me parecen bastante razonables. Y luego la coordinación entre países o dentro de España es necesaria, pero como regla general la excesiva centralización económicamente suele ser poco eficaz. Los sistemas descentralizados, y el europeo lo es, también tienen sus ventajas para reaccionar. / Foto: