donostia - Hace tiempo que soplan aires de cambio en la automoción y el sector contiene la respiración. Dos de las principales fábricas de Euskadi, Mercedes y Michelin, ambas en Gasteiz, ya han tomado medidas para ajustar la producción este año aunque de momento sin medidas traumáticas entre la plantilla. Las empresas coinciden en que hay que poner la proa en dirección a los nuevos modelos menos contaminantes y reservar inversiones importantes para innovación, pero aun así la reconversión va a cobrarse más de una víctima.
La última pieza en caer ha sido la vizcaína Araluce, del Grupo Batz, con 140 trabajadores, que se produce después de que CIE Alurecy de Elgeta, especializada en el mecanizado para el sector de la automoción, también cerrara aunque las protestas de la plantilla han conseguido una recolocación de sus trabajadores en diversas plantas del grupo al que pertenecía, CIE Automotive.
El impacto de la bajada de las ventas de coches diésel se deja sentir en casi todo el sector industrial vasco, muy ligado a la fabricación de vehículos. Incluso acerías de primera fila como Sidenor destinan parte de su producción a la fabricación de piezas y componentes de automoción, por lo que la evolución en el sector es determinante para su cartera de pedidos.
En este sentido, la dirección de Sidenor ya ha anunciado que está inmersa en un proceso para diversificar operaciones y buscar nuevos destinos para la producción. Esta estrategia podría afectar a la planta guipuzcoana de Azkoitia dado que, aunque no se contempla su cierre, los responsables no descartan que sea necesario aplicar un ERE si la producción en la que coincide con la planta cántabra de Reinosa no llega a las previsiones.
El descenso en las matriculaciones en España supera el 6% en lo que va de año, el peor dato de Europa y prácticamente al mismo nivel que en Euskadi. Y eso a pesar de los distintos planes de estímulos que han puesto en marcha las administraciones para renovar el mercado. Los concesionarios tienen claro que la incertidumbre en torno al futuro de los vehículos diésel -el Gobierno de Pedro Sánchez llegó a plantear prohibir su circulación en 2040 aunque finalmente rectificó-, unido a la amenaza de crisis económica a partir del año que viene está llevando a muchos hogares a dejar la compra de coche para más adelante.
La fábrica más grande de la CAV, Mercedes Vitoria, con 5.000 trabajadores directos, anunció en verano el tercer recorte de la producción del año con la consiguiente reducción de varios turnos de noche. Incluso en septiembre se barajaba un ajuste mayor que finalmente no ha sido necesario.
La sangre no ha llegado al río y no se han puesto en marcha medidas traumáticas, pero la bajada de la producción en relación a 2018 es un aviso. La multinacional alemana ha anunciado un recorte del gasto en personal de 100 millones en la división de furgonetas, aunque el impacto en Euskadi se desconoce.
La otra gran fábrica de Gasteiz, Michelin, indemne hasta ahora, ha comunicado esta semana al comité que parará diez días en diciembre la producción de ruedas gigantes por la bajada de la demanda. Es una rueda destinada a transporte especial y minería, por lo que el ajuste está ligado sobre todo al descenso de obra pública y obra civil y no tanto a la bajada de ventas en los concesionarios.
Desde el comité se llama a la calma y se afirma que “no hay motivo para la alarma” porque la reordenación del calendario está contemplada en el acuerdo de flexibilidad con la multinacional. “La decisión asusta porque nunca se han juntado tantos días de parada, pero se va a solventar sin afección en el empleo”, dice Iñaki Leniz, de CCOO.
Michelin no escapa del ambiente de incertidumbre que impregna el sector. La fabricación de rueda para turismo, aunque no se ha visto afectada por los cierres, también ha sufrido una ligera bajada en relación a años anteriores. “Ahora es imposible hacer una previsión a un año”, señala Leniz, que remarca que cualquier retroceso en la producción de la fábrica alavesa llegaría a partir de un nivel actual de “casi saturación” de los talleres.
Más allá de los dos gigantes de Gasteiz, que suman cerca de 9.000 empleos directos, la crisis del diésel causa estragos en empresas más pequeñas. La caída de la demanda de troqueles para automoción ha llevado al cierre de la guipuzcoana CIE Alurecy, en una senda que sigue actualmente la vizcaína Araluce.
Es la cara más negra del proceso de renovación de la automoción, que encara una auténtica reconversión. En el plano positivo, esta misma semana se ha presentado la nueva planta de Fagor Ederlan en Bergara, que va acompañada de una inversión de 55 millones de euros. Es una apuesta por la impulsar la innovación y desarrollar nuevos componentes para la automoción de alto valor añadido con los que llegar a nuevos mercados y hacer frente a la caída del diésel.
Hablar de automoción en Euskadi obliga a hablar del grupo guipuzcoano Irizar, un referente a la hora de desarrollar vehículos innovadores y sostenibles. Irizar cuenta ya con autobuses urbanos 100% eléctricos en Barcelona, Donostia, Marsella y Londres.
La joya de Gasteiz. Michelin Vitoria, una de las joyas de la multinacional francesa, produce ruedas para los principales fabricantes de coches del mundo y las marcas industriales más notables en obra pública y minería. Entre el 87% y el 98% de esta producción alavesa tiene como destino los mercados internacionales. En la capital alavesa, Michelin da empleo directo a 3.515 personas y a otras 14.000 de forma indirecta. Un total de 600 empresas son además proveedoras suyas. Su impacto en el PIB local es de un 13%. La multinacional y los sindicatos llevan trabajando desde junio en la renovación del convenio, que afectaría tanto a Gasteiz como a la fábrica de Lasarte. Delegados sindicales aprovecharon ayer una visita a la planta de Aranda de la dirección europea para protestar por el retraso en la negociación.