Donostia - Los arrantzales vascos se enfrentan en la actualidad a diversas dificultades con una capacidad limitada, en comparación con otras flotas como la francesa. El presidente de la Cofradía de Getaria, Emeterio Urresti, indica que el país galo emplea una modalidad “muy productiva, con poco personal y la mitad de los gastos que tiene un pesquero de aquí”.
El modelo vasco y del Cantábrico en general se basa en una tripulación de unas quince personas por barco que capturan el bonito uno a uno. El francés, en cambio, tiene suficiente con cinco pescadores para retirar las redes y, además, cogen más bonitos en menos tiempo aunque provocan mayores daños al ecosistema.
Urresti señala que en su día se les propuso utilizar la técnica del arrastre con una negativa generalizada porque “no era nada ecológico y no cuidaba el recurso pesquero”. El arrantzale de Getaria considera que existen otras alternativas para garantizar el futuro de la pesca, entre las que destaca la creación de una zona reservada en exclusiva a la flota que utilice prácticas artesanales y respetuosas con el mar, como es el caso de la cacea y el cebo de la flota del Cantábrico.
La propuesta de este colectivo es que la Unión Europea establezca una área en torno al paralelo 45 a la que solo puedan acceder aquellas embarcaciones que utilizan artes de pesca artesanales, lo que excluiría a las flotas francesa e irlandesa, “que pescan de manera industrial y no les importa que las piezas se rompan porque conserveras y particulares se las compran”.
Por otro lado, aboga por que la Unión Europea tome en consideración la técnica a la hora de realizar el reparto de las cuotas. “Yo me enfado cuando reparten las cuotas y no se especifica la modalidad con la que se pesca, no estamos siendo premiados por nuestra forma de pescar”, lamenta Urresti.
En su opinión, esta distribución debería beneficiar a los barcos de cacea y cebo artificial o vivo, este último más extendido entre la flota vasca porque, además de ser más sostenible, no suele reportar tantos beneficios como utilizar las pelágicas. La cantidad de personas que requiere la modalidad tradicional triplica a la del arraste y sus capturas son menores.
“Es absurdo, Europa concede unas licencias de bonito pero no específica cómo se pesca, y luego viene con la boca grande diciendo que hay que salvaguardar las especies y las pesquerías”, critica Urresti, quien cree que para los dirigentes europeos “todo vale, y nosotros creemos que no vale todo”.
Una mayor sensibilidad en la asignación de cuotas y el establecimiento de zonas reservadas son dos medidas que Urresti considera beneficiosas para un sector que, además, debe enfrentarse a la falta de relevo generacional. - M.M.