donostia - El lastre que supone la electricidad para la industria vasca sigue engordando. Las grandes plantas con consumos elevados llevan años denunciando que el recibo de la luz es una losa a la hora de competir con vecinos como Francia y la nueva normativa sobre interrumpibilidad ha agravado el problema. Los nuevos criterios para cortar el suministro a las industrias en los picos de demanda se tradujeron en continuas paradas de la producción durante la ola de frío de la semana pasada.
El miércoles 28 de febrero, coincidiendo con la histórica nevada, fue el día más problemático con cortes del suministro en grandes fábricas como las de Arcelor Mittal, Sidenor o Celsa, que en algunos casos implicaron no poder producir en toda la jornada laboral.
El propio Ministerio de Energía ha reconocido que en los dos primeros meses de este año se han producido al menos una treintena de cortes del suministro a la gran industria. El sistema de interrumpibilidad fue concebido en 2013 como una herramienta dirigida a costear las pérdidas que ocasionan los altos precios de la luz a las empresas industriales.
Así, estas fábricas reciben un dinero fijo a cambio de asumir que Red Eléctrica les sacará del sistema en momentos de gran demanda, y por tanto de mayor coste, para priorizar el consumo de servicios y hogares. Lo que ocurre es que la orden aprobada por el Ministerio de Energía ha cambiado las reglas.
Ahora se puede cortar la luz a la industria por motivos económicos, lo que a nivel técnico supone que se puede proceder a cortar el suministro cuando se detecte un desvío entre la previsión de consumo y la demanda real de 2.000 megavatios/hora si la parte que corresponde a la regulación terciaria supera un determinado valor.
En resumen, se establece un mayor margen de maniobra a la hora de desconectar a la industria del sistema y se crea más “incertidumbre” para el sector fabril, según los propios empresarios.
cortes imprevisibles Un sistema que nació para ayudar a la industria de gran consumo a pagar la factura energética se torna ahora en lo contrario, tal y como se indica desde varias compañías siderúrgicas con implantación en Euskadi.
En enero y febrero el número de cortes se ha disparado, apuntan desde el sector, especialmente esta pasada semana coincidiendo con la ola de frío que desembocó en la nevada del miércoles. El gran problema es que no hay manera de anticiparse a un corte del suministro, que se comunica con una antelación que a veces no supera los cinco minutos.
“El problema afecta a los costes, porque implica hacer inversiones para mitigar el daño de esas interrupciones, y también a la calidad del producto”, señalan desde Arcelor Mittal, una de las empresas más perjudicadas.
“Si al menos te pararan dos horas seguidas sería más llevadero. Pero la semana pasada hubo dos paradas de una hora en momentos distintos del día”, destacan desde el grupo angloindio, que remarca que no va a tomar por ahora medidas en el plano laboral ante el aumento de costes por este motivo.
El problema se genera porque en su planta de la ACB hay turnos de trabajadores en función de las necesidades de producción que no tienen por qué coincidir con los paros por falta de electricidad.
Desde Sidenor trasladan que durante la semana pasada se produjeron también varias paradas forzosas por el tema eléctrico, con el consiguiente esfuerzo organizativo que implica volver a arrancar la maquinaria de una instalación de este tipo. A una parada de una hora hay que sumar al menos otra más para volver a programar y calentar los hornos. Si cuando ya está de nuevo la producción en marcha se produce otro corte eléctrico prácticamente hay que guardar en el cajón todas las previsiones del día.
“Tener un coste de energía predecible y estable es imprescindible”, indican desde el grupo Celsa, tercer consumidor de electricidad en el Estado. “La energía supone el 25% del coste operativo. Para competir con empresas de otros países necesitamos unos costes energéticos más competitivos”, remarcan desde la firma siderúrgica catalana.
“Es un sistema perverso que hay que cambiar”, señala el sindicato LSB-USO, que pone el foco en los problemas laborales que pueden surgir si sigue subiendo la factura de las grandes acerías. “Hay que reunir la mesa del acero en Euskadi para abordar tanto el problema de la electricidad como los que puedan surgir de los nuevos aranceles que ha anunciado Trump”, pide esta central.
25%
Más o menos una cuarta parte del coste operativo de la gran industria corresponde con la energía eléctrica. Tras los costes laborales y los de la materia prima, la luz se sitúa en tercer lugar como el factor que más influye en la competitividad.
Interrumpibilidad. El sistema de interrumpibilidad afecta a las industrias de gran consumo. Es una especie de seguro que permite a las empresas recibir una compensación económica fija a cambio de estar dispuestas a perder el suministro eléctrico en momentos concretos ante un pico de demanda. Lleva funcionando desde 2013 y hasta ahora había tenido una incidencia escasa en los ritmos de producción.
Cambio de normativa. La nueva normativa del Ministerio de Energía permite a Red Eléctrica un mayor margen para activar la desconexión, lo que ha disparado el número de paradas forzosas en la industria en este inicio de año.