La cara ‘b’ del milagro portugués
los indicadores económicos del país generan elogios tras el rescate, pero la precariedad es cada vez mayor
con un crecimiento de su economía del 2,7% en 2017, año en el que además su tasa de desempleo se redujo al 8,9%, Portugal parece alcanzar una velocidad de crucero que contrasta con la precariedad y bajos salarios de los trabajadores.
La sensación en el país es de dos velocidades: una para los indicadores macroeconómicos, que generan aplausos y elogios internacionales, y otra para los asalariados, que continúan con complejas condiciones laborales.
Y todo pese a que cada vez más personas salen del paro, el primer indicador para tomar el pulso a los trabajadores. Desde el pico de desempleo del 16,3% registrado en 2013, la tasa se ha ido reduciendo hasta llegar en 2017 a su mejor dato en una década.
La cifra generó elogios internacionales, aunque el primer ministro, el socialista António Costa, advirtió en su discurso de Navidad, antes de conocer el dato, de que no estaba satisfecho y que su meta era “no solo más, sino sobre todo mejor empleo. Empleo digno, salario justo, oportunidad de realización profesional”.
Sus palabras llamaron la atención porque hasta ese momento António Costa había acostumbrado a celebrar sonoramente cada reducción del desempleo. Algunos datos explican, sin embargo, su contención actual, incluso después de divulgarse que el país vuelve a tener el paro en un dígito tras una década marcada por el rescate y la troika.
Los trabajadores lusos tienen un panorama general en su mayoría precario: solo un tercio de los contratos creados desde 2013 es indefinido, y quienes lo consiguen obtienen un salario medio de 837 euros brutos mensuales, lo que refleja “una degradación de la remuneración media” en estos contratos.
Es una conclusión del Observatorio sobre Crisis y Alternativas de la Universidad de Coimbra, que recoge en su último informe la situación actual del mercado laboral, algo peor para quienes hayan conseguido firmar un contrato temporal: poco más de 700 euros brutos de media, cuando el salario mínimo se sitúa en 580 euros.
La “abrumadora mayoría” de los contratos vigentes desde 2013, además, se concentra en el sector servicios (71% del total), una situación que Nuno Teles, investigador del Observatorio, considera preocupante, sobre todo en lo relacionado con el turismo, uno de los nuevos motores del país.
“El turismo es típicamente un sector donde los salarios son más bajos y donde las condiciones de trabajo son precarias. Por tanto, por un lado tiene una ventaja y es que el turismo es un sector muy rico en empleos y solo así se explica este descenso del desempleo”, comenta.
Sin embargo, “el otro lado de la moneda es que son sectores con un bajo potencial de crecimiento de la actividad y se apoyan tradicionalmente en bajos salarios y contratos precarios. Este modelo de recuperación no se distinguirá mucho de lo que sucede en España”, augura Teles.
La precariedad, dice este experto, se mantiene desde los tiempos de la reforma laboral llevada a cabo en 2012 por el Gobierno conservador de Pedro Passos Coelho a instancias de la troika. Por eso los trabajadores no sienten la euforia macroeconómica en sus bolsillos.
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