Hay días en los que levantarse e ir a trabajar es un regalo del cielo. Por ejemplo, cuando sabes que en el concesionario de Mini (concretamente en las instalaciones de Lurauto en Oiartzun) te espera un Mini John Cooper Works. Con la vitola de ser el Mini más potente y de mayores prestaciones de la historia, como lo atestiguan unas cifras de auténtico vértigo: 231 CV a solo 5.000 revoluciones por minuto, 320 Nm de par máximo a apenas 1.250 vueltas, 246 km/h de velocidad máxima y una aceleración de 0 a 100 km/ en 6,1 segundos con el cambio automático y de 6,3 segundos con la transmisión manual, en ambos casos de seis marchas, para un peso en vacío que oscila entre 1.280 y 1.295 kilogramos, las sensaciones fuertes están más que aseguradas.

El Mini más exclusivo y caro de la actual oferta del fabricante británico (la unidad de pruebas es un kilómetro cero con cambio automático que está a la venta por unos 32.000 euros, aunque la tarifa oficial se va a los 38.000) comienza a hechizarnos con una estética incomparable. Fiel a la identidad del Mini tradicional de tres puertas en su nueva etapa, es decir, se trata de un auténtico 2+2 con capacidad solo para niños en las plazas traseras y con un pequeño pero aprovechable maletero de 211 litros, la apuesta por las emociones más fuertes comienza con un diseño fabuloso. Es imposible resistirse a su espectacular color rojo brillante salpicado por las franjas negras, que nos hacen pensar de inmediato en los coches de carreras, y a la acertada combinación con los cromados presentes a lo largo de toda la carrocería, desde rodeando la preciosa rejilla negra a delimitando la curvatura de los faros delanteros y los pilotos traseros, en las manillas, sobre la tapa del depósito de combustible y la cola del doble escape central o brillando en las imponentes llantas de intimidatorio tono negro. Todo en el exterior de este Mini de ensueño es una invitación a disfrutar, ya sea tanto en parado como en movimiento. La valoración de la carrocería -de la que estaría horas hablándoles- no puede concluir sin citar dos apartados francamente logrados: la cuidada aerodinámica, con detallazos como las tomas frontales de aire y sus salidas posteriores, un frontal en la parte baja absolutamente espectacular y un alerón sobre el techo digno de admiración; y la belleza de la carrocería merced al cromado que separa la cintura del coche de la parte superior, esta última totalmente en color negro, al igual que las carcasas de los retrovisores. Ya ven que, como a una amplia mayoría de conductores, este Mini John Cooper Works me ha cautivado, pero es que le sobran los motivos.

Por dentro sigue la fiesta al mismo nivel. Los asientos, que más parecen baquets de competición, son una auténtica maravilla por diseño, calidad de materiales, sujeción y notable comodidad. Luego, el volante, el espectacular salpicadero, con todo tipo de información y unos mandos de estilo vintage, realmente preciosos y que da gusto manejarlos, y un funcionamiento preciso, rápido y agradable, nos aseguran un disfrute que va a ser toda una delicia.

Sobre las prestaciones, dinámica de conducción y sensaciones deportivas, ya se pueden imaginar lo que les viene: es una máquina increíble, una especie de kart gigante capaz de volar sobre vías de doble carril, pero que donde más se va a valorar es en tramos revirados de montaña. Allí, las sensaciones de coche de rallyes, con un paso por curva velocísimo, un agarre impresionante, una agilidad que cautiva e impresiona a partes iguales, un sonido de motor al acelerar y en plena reducción de marchas que evoca las mejores competiciones y una diversión solo al alcance de coches muchísimo más caros, nos harán entender por qué éste es sin duda el Mini más emocionante que podamos adquirir.

Y lo bueno de todo esto es que cuando queramos volver a ser personas civilizadas y respetuosas con las normas de tráfico y con el sentido común, el manejo fácil y nada comprometido del Mini John Cooper Works, con una respuesta del motor en bajos ejemplar y con distintos modos de utilización (desde eficiente a superdeportivo), una comodidad notable, un consumo medio homologado muy razonable (entre 5,7 y 6,8 litros a los 100 kilómetro) y una utilización agradable y nada exigente, harán que lo empleamos a diario como el mejor compañero de viaje.