donostia- Un mayor rigor en la inversión extranjera que se registra en Euskadi desterrando la especulativa por parte del Gobierno Vasco es una de las conclusiones del informe coordinado por el catedrático de Economía de la Universidad de Deusto, Mikel Navarro, que ayer fue presentado en Donostia.

En el informe proponen que desde el Gobierno Vasco se haga una política más selectiva en la atracción de inversiones extranjeras que no sean solamente especulativas. ¿Por qué esta consideración cuando Euskadi es la segunda región del Estado con mayor inversión extranjera?

-Los indicadores que nos salen del análisis que hemos hecho de las empresas vascas con capital extranjero son positivos porque a los trabajadores se les paga más, la productividad es mayor, exportan más, tienen un gasto en innovación aceptable, etc. Las empresas con capital extranjero están contribuyendo al país con niveles de competitividad superiores a la media de las empresas vascas, pero existe un problema que nos ven más como un centro de producción que de conocimiento. No hay inversión en I+D, la relación con la red vasca de centros tecnológicos es nula y el peso que están teniendo en las prioridades como puede la fabricación avanzada es muy pequeño, etc. No toda inversión extranjera por sí misma es positiva y habría que ser selectivos. Cuando el inversor es industrial es más fácil estar a favor que cuando es financiero, porque va a traer tecnología y sus redes exteriores. Por ejemplo, en biociencias tenemos un problema que es que las empresas han llegado a una fase de desarrollo tecnológico en donde para poner un producto en el mercado se necesitan otros cuatro o cinco años por lo que hacen falta inversores que aporten redes como las grandes farmacéuticas. El capital riesgo que tenemos aquí vale para las primeras fases, pero no llega a estas situaciones. Sin embargo, un inversor financiero no va a aportar conocimiento de negocio y lo único que pide es rentabilidad porque en dos años va a abandonar la empresa, por lo que no le interesa una inversión con rendimientos a largo plazo.

Sin embargo, estamos viendo empresas estratégicas en este país en donde se ha optado, precisamente, por el capital especulativo.

-Creo que no se ha sido consciente de la relevancia que tiene para el País Vasco tener un instrumento financiero de política industrial y de competitividad. No son solo las carteras industriales de Kutxabank, sino cómo se están manejando los fondos de las EPSV, etc. En el informe planteamos pasar de unas estrategias de Gobierno Vasco a unas territoriales en donde estén integradas las empresas, los centros de conocimiento, la sociedad civil y el sistema financiero. El sistema financiero hay que meterlo desde el inicio en el diseño de las estrategias porque aporta conocimiento de mercado y que las inversiones que se hagan tengan un sentido económico. Ese poder de influencia como país se debe plantear cuando se vende una empresa y que el comprador piense en que debe contar con proveedores vascos. Es el caso del sector energético. Iberdrola organizaba el sector y hacía de tractora en su cadena de valor de otras empresas. Pero Iberdrola la hemos perdido. Basta con mirar el consejo de administración y ver cuántos vascos quedan. Por eso, hay que reorganizar el sector de bienes de equipo eléctrico. La solución es vender o si no apostar por las grandes empresas para iniciar un proceso de dimensionamiento.

¿Pero para ello hay que tener una estrategia de país y optar por inversores industriales y no especulativos?

-Tenemos que ser conscientes de la necesidad de construir mecanismos de financiación y de alinear voluntades en esa dirección.

¿Cuál es la causa de que Euskadi no tenga un músculo financiero vinculado a la industria, cuando cuenta con un banco cuyos accionistas son de titularidad pública?

-Igual que un país tiene que tener su estrategia cada organización debe tener muy claro cuándo es su misión. Es como en el caso del Instituto Vasco de Competitividad que no ha nacido para ser el mejor del mundo, sino, por medio de la investigación, fortalecer la competitividad del País Vasco. En todos los análisis que hemos hecho a la hora de establecer las prioridades es que la financiación no ordinaria es fundamental. La financiación ordinaria comienza a entrar en cauces de normalidad hasta el punto de que los tipos de intereses para los nuevos créditos que se están obteniendo en el Estado no se diferencian de la media europea, incluso por debajo de Alemania. La financiación que se necesita para procesos de internacionalización, procesos de concentración empresarial o para la inversión en activos intangibles no se puede realizar con el mero crédito. A este tipo de financiación hay que encontrar una respuesta en el país que no sea el propio sistema bancario.

Una conclusión del informe es la necesidad de diseñar políticas públicas en favor de las pequeñas empresas de menos de 50 trabajadores...

-Las pequeñas empresas han sido las grandes desatendidas. Cuando se miran los programas de ayudas a I+D. siempre hay en torno a 1.700 empresas que tienen capacidad para estar presentes en todos los programas cuando en el país hay 160.000 empresas. Estas empresas tienen unas necesidades diferentes en innovación y de competitividad que las otras. En relación a la innovación hemos hecho una comparativa con Alemania y el País Vasco. En innovación tecnológica estamos por encima del país germano y hemos mejorado muchísimo en innovación de producto hasta el punto de superarlo. Sin embargo, durante la crisis hemos ido hacia atrás en lo que se refiere a la innovación no tecnológica, es decir, organizativa o de marketing o comercial. Se ve que coincide la debilidad de las empresas por tramo de tamaño con el tipo de innovación propia de esta. El potenciamiento de los centros de FP, las agencias comarcales de desarrollo pueden hacer llegar la voz de esas empresas hacia arriba y a la vez pueden dar una capilaridad a las políticas para que lleguen hacia abajo.

Se plantea la necesidad de incorporar los servicios a los productos que se fabrican, pero sin embargo, parece existir un divorcio en este campo con las tecnologías de la información (TIC)...

-Tenemos el problema de que las TIC no entran en las empresas porque es un sector que no está orientado a la industria. Si se mira el modelo de industria 4.0 de Alemania no aparece el asunto de ciencia y tecnología, sino la integración de las TIC, cambios de modelo de negocio o la creación de capacidades de los trabajadores para ello. En eso estamos muy atrasados y estamos fallando. El problema que tenemos no es la tecnología, sino cómo se selecciona la información relevante, cómo se analiza, explota o se protege.

¿A qué se debe la existencia de una realidad dual donde un tercio de las empresas vascas están en pérdidas?

-En el año 2008 el porcentaje de empresas en pérdidas era del 25% y en 2013 era de un 36%. Aunque la rentabilidad media de la empresa vasca se sitúa por encima de la española y a nivel de la europea, te encuentras con esta realidad y con niveles elevados de riesgo de deuda. Con las empresas que tienen bajos niveles de endeudamiento y unas rentabilidades aceptables se pueden abordar políticas de expansión y de crecimiento, pero con otras habrá que llevar a cabo políticas de ajuste y desendeudamiento. Hay que tener en cuenta a esos dos colectivos de empresas a la hora de abordar las políticas.

El mismo problema existe en el terreno social con un paro del 15%...

-Hay que tener en cuenta que a nivel social hay una serie de colectivos que han quedado descolgados. La última encuesta de necesidades sociales del Gobierno Vasco apunta a un incremento de las desigualdades del país impresionante. No se puede buscar una salida a un colectivo y evitar ese riesgo de caer en la dualidad. Se trata de buscar una salida conjunta con estrategia de país.

¿Entonces hacia dónde deben de ir las políticas?

-Las perspectivas presentan importantes crecimientos del PIB en los próximos años. Las empresas vascas están en condiciones para aprovechar la situación con inversiones, pero debemos aprovechar esta expansión para hacer los deberes que se nos han quedado sin hacer con la crisis, por ejemplo, en áreas como fabricación avanzada, biociencias y energía.