Donostia. ¿Cuál es el balance de estos cerca de dos años de Tecnalia como centro tecnológico?

El balance es muy positivo. Lo que ha ocurrido en estos dos años confirma la necesidad que teníamos y la buena decisión que supuso acometer la fusión. Sobre todo, teniendo en cuenta las circunstancias tan difíciles que estamos viviendo todos con la crisis. Sin duda alguna, la dimensión y la oportunidad de reposicionar todo un centro tecnológico hacia un modelo novedoso no ha traído más que ventajas.

En cuanto a cuota de mercado, por utilizar un término económico, la fusión ha colocado a Tecnalia en el puesto 14º en el ranking europeo...

Así es. Hay un dato que no lo miramos con suficiente importancia y es que somos el primer centro tecnológico privado de Europa, porque el Fraunhofer alemán, el TNO holandés o el VTT finlandés, de una manera u otra, son de titularidad pública. Si nos fijamos en organizaciones dedicadas a la investigación en Europa, es decir, universidades y centros de investigación, ocupamos el puesto 14º. Delante de nosotros están universidades del prestigio de Cambridge o de Oxford. Atendiendo a las organizaciones, centros y empresas que están operando en el Programa Marco de I+D de Europa y que suman alrededor de unas 3.000, ocupamos el puesto 28º. Esto significa que estamos compitiendo con los mejores en Europa y pone de relieve lo que puede ser nuestra cuota de mercado.

Dada la buena experiencia, ¿cabe la posibilidad de que haya otra convergencia con algún otro grupo?

Ese es un asunto que a día de hoy no nos ocupa, ni nos preocupa. IK4 lleva su propio proceso sensiblemente distinto al de Tecnalia y tenemos que ver cómo evoluciona. Es verdad que el conjunto del sistema vasco de ciencia y tecnología, que es envidiado en muchas zonas del mundo, tiene que imbricarse más y tenemos que compartir más cosas. Ahora debemos dar un salto y posicionarnos en el mundo. Por eso, queremos establecer relaciones muy estrechas no solo con IK4, sino con los CIC, donde creemos que podemos coadyuvar a que sus resultados tengan impacto en el mercado, así como con la UPV. Tenemos que ir vertebrando todo el sistema para ponerlo al servicio del tejido económico.

¿Eso quiere decir que Tecnalia tiene vocación tractora en I+D?

Por supuesto. No se ha hecho la fusión solo para racionalizar; queremos traccionar y ser un elemento que ayude a transformar la sociedad, lo que significa movilizar a la Administración, al mundo empresarial y al sistema de ciencia y tecnología. Queremos ser una palanca de las instituciones públicas para ayudar en esa transformación y posicionar a Euskadi en aquellos ámbitos donde hoy se están tomando las grandes decisiones. Tenemos una visión muy clara, que es la de transformar el conocimiento en PIB y queremos que nuestros proyectos mejoren la cuenta de resultados de nuestros clientes.

El problema actual de la I+D está en las dificultades para su industrialización, ¿no?

El drama que tenemos en Europa es que estamos invirtiendo mucho en ciencia pero parte de esa inversión luego se industrializa y se explota en Estados Unidos. Eso es algo que preocupa a la Comisión Europea porque, siendo lo que es Europa en ciencia, no es tan buena en innovación. Tecnalia está coordinando un grupo de trabajo con centros tecnológicos alemanes, suecos, noruegos y finlandeses para ver cómo podemos aumentar el impacto de la actividad investigadora en el mercado.

También el sector público cuenta...

Claro. Nosotros recibimos un 40% de nuestro presupuesto del sector público y, por tanto, hay una responsabilidad y la obligación de devolverlo a la sociedad a través de generar impacto. ¿Cómo lo podemos hacer? Generando nuevas empresas, nuevos productos y haciendo nuestras empresas más competitivas. De ese 40% del sector público, el 15% procede del convenio que tenemos con el Gobierno Vasco y el otro 26% lo conseguimos compitiendo en convocatorias públicas, fundamentalmente en Bruselas.

¿Cómo está afectando la crisis en la inversión en I+D?

La crisis nos afecta de dos maneras. Desde el sector público tenemos tres administraciones con las que trabajamos, que son las de Vitoria, Madrid y Bruselas. Con Madrid no tenemos ningún tratamiento especial y competimos en las convocatorias. En el Presupuesto del Estado de 2012 ha habido recortes muy sustanciales de un 20%, que afectan no solo al dinero sino también a los mecanismos. Hay mucha ayuda que pasa de la subvención a crédito. El hecho de que acudamos en muchos proyectos en cooperación con empresas nos está dificultando participar en esas convocatorias. Por eso hemos bajado mucho nuestra actividad en Madrid. En lo que se refiere al Gobierno Vasco, en términos generales y a pesar de la crisis, creo que ha habido un esfuerzo y se han mantenido los recursos en términos absolutos. Con la que está cayendo, mantener ya es algo. En Europa la situación está bien, porque funcionamos con programas marco a siete años. Ahora mismo se está debatiendo en la Comisión Europea el Presupuesto para el programa marco 2013-2020, que se quiere que pase de los 55.000 millones de euros actuales a 80.000 millones.

¿Y en las empresas?

Si una empresa tiene problemas para pagar su circulante, menos se va a meter en un proyecto de 300.000 euros que tiene riesgo. Estamos notando un descenso en la inversión de las empresas desde finales del año pasado. Nuestra cartera de pedidos bajo contrato ha bajado alrededor de un 15%. La ventaja que tenemos es que los proyectos son de maduración larga, con lo que a 1 de enero saldremos con el 70% o el 75% de la cartera del año cubierta, de manera que tendremos que reforzar la contratación.

Entonces, ¿el futuro pasa por la internacionalización?

Vivimos en un mundo globalizado. Los problemas y las soluciones no están en Euskadi, sino en todo el mundo. Estamos en cientos de proyectos europeos y en cada uno de ellos tenemos una media de cinco o seis socios o empresas con las que estamos trabajando constantemente. Tenemos que aumentar todavía más esa presencia y estar en mercados sofisticados como el alemán y el holandés. Si somos capaces de estar en esos mercados tendremos una fuerza más interesante para las empresas de aquí. Contamos con filiales en Francia, Italia, Alemania, Serbia y tenemos presencia en 23 países, donde estamos trabajando sobre pedido. Ese es un proceso que va a ir en crecimiento. En este momento, de las 1.500 personas que trabajan en Tecnalia, 100 son extranjeras y pertenecen a 27 nacionalidades diferentes con todas sus redes de relaciones, etc.

En ese objetivo de generar valor de mercado a la investigación, ¿Tecnalia va a profundizar en la creación de empresas mixtas?

Hay varios mecanismos para poner en valor las investigaciones propias, es decir, aquellas que no responden a la necesidad de una empresa, y que desarrolla Tecnalia. Una de ellas, y en eso somos muy activos, es la generación de nuevas empresas con otros socios industriales, en las que después de una etapa de lanzamiento y perspectiva de negocio, una vez que cogen velocidad de crucero, nos salimos para entrar en otro proyecto. En este momento, Tecnalia participa en el capital de 22 empresas. En esa línea, estamos creando una sociedad, 100% de Tecnalia, para la explotación de los proyectos, que va a trabajar con los investigadores en todo el proceso de la investigación y no al final, como ocurre ahora. Esta empresa tendrá contactos con fondos de inversión, sociedades de capital riesgo, business angels, etc. Al frente de esa sociedad estará el responsable durante 35 años de la oficina de transferencia de tecnología de la universidad de Stanford (California), que ya está trabajando en el proyecto. Aspiramos a ser la mejor opción en tecnología para un fondo de inversión.

¿Hacia qué sectores se tienen que dirigir las nuevas lineas de investigación?

Hay un planteamiento genérico de que Euskadi tiene que insistir en la apuesta industrial. Si algo nos está sirviendo esta crisis es para ver que Euskadi está como está gracias a lo que hizo en el pasado. Tenemos que hacer una combinación inteligente de las cosas nuevas con aquellas en las que somos fuertes. No podemos ponernos de repente a hacer todos biotecnología, por ejemplo. Tenemos que seguir mejorando e investigando la competitividad de sectores consolidados como el auxiliar de automoción, la máquina-herramienta, el transporte, etc., donde se puede aportar más valor añadido. A partir de las competencias que ya tenemos nos podemos mover en sectores emergentes como el de la energía, donde hay grandes oportunidades tanto en la generación y distribución como en aportar soluciones combinadas con la construcción. También el mundo de la salud es muy grande en lo que se refiere a la fabricación de dispositivos. No podemos hacer las mismas apuestas que Alemania o EEUU porque tenemos otra dimensión y otras fortalezas y debilidades. Euskadi necesita tener un modelo propio de desarrollo tecnológico, pues tenemos unas fortalezas que son únicas. Hay que ofrecer un conjunto de productos diferenciados de los demás, y un elemento de diferenciación fundamental es la innovación y la tecnología.