Una zona de árboles de interés de la finca de Arbaizenea podría pasar a formar parte del patrimonio municipal por medio de una permuta con el propietario del terreno, Cayetano Martínez de Irujo, hijo de la fallecida duquesa de Alba.

La concejala de Urbanismo, Nekane Arzallus, respondió así ayer a la pregunta de la corporativa del PP Vanessa Vélez, que quiso saber si hay algún plan para llevar a cabo una permuta de terrenos de la finca de Aiete. “Es una opción” en estudio, respondió Arzallus. La permuta supondría que el Consistorio se haría con una zona de parque boscoso y cedería otro terreno en la ciudad a los propietarios de Arbaizenea. 

Por otra parte, la responsable municipal de Urbanismo confirmó que, tal y como avanzó NOTICIAS DE GIPUZKOA, ella misma y el alcalde, Eneko Goia, habían mantenido un encuentro con el propietario de la finca de Aiete, que cuenta con dos edificios y dos hectáreas de terreno, para analizar la propuesta del dueño de Arbaizenea de abrir el espacio a la ciudad y al Ayuntamiento.

En su respuesta a una interpelación de EH Bildu sobre la situación, aseguró que, según las conversaciones mantenidas, además de acoger bodas, como sucede en la actualidad, el espacio podría servir al Ayuntamiento para celebrar sus propios eventos, como ofreció Martínez de Irujo. 

Gastos de la casa

La concejala de Urbanismo explicó que la oferta tuvo lugar en el marco del “cariño que le tiene a la ciudad”. Asimismo, señaló que supone que la iniciativa “le puede ayudar a pagar los gastos de mantenimiento de la casa”. 

Arzallus afirmó en varias ocasiones que Cayetano Martínez de Irujo “no ha planeado ni un restaurante ni un hotel” sino, únicamente, abrir la finca a la ciudad para posibles eventos “pero sin cambiar el planeamiento” urbanístico.

Sobre el hecho de que el propietario de la finca pidiese una licencia clasificada de restaurante, como publicó el Boletín Oficial de Gipuzkoa el pasado mes de enero, la concejala de Urbanismo señaló que la petición se llevó a cabo “equivocadamente”, ya que la intención del propietario no es crear un restaurante sino poder celebrar actos y comidas en una carpa en la finca, algo que también se produce ahora en las bodas para las que se alquila el recinto.